La Estación de hoy se celebra en la iglesia de los santos Mártires Juan
y Pablo.
COLECTA
Te suplicamos, Señor, prosigas con tu benigno favor los ayunos comenzados;
para que la penitencia, que practicamos corporalmente, podamos observarla
también con corazones sinceros. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Isaías.
Esto dice el Señor, Dios: Clama, no ceses, levanta tu voz como una
trompeta, y anuncia a mi pueblo sus crímenes, y sus pecados a la Casa de Jacob.
Porque me buscan de día en día, y quieren saber mis caminos; como gente que
hubiese obrado la justicia, y no hubiese abandonado la ley de su Dios: me piden
derechos de justicia; quieren acercarse a Dios. ¿Por qué hemos ayunado, y no
nos has mirado? ¿Por qué humillamos nuestras almas, y lo ignoraste? Porque en
el día de vuestro ayuno se encuentra vuestra voluntad, y porque demandáis a
todos vuestros deudores. Porque ayunáis para seguir pleitos y contiendas, y
para herir con el puño sin piedad. No ayunéis como hasta este día, para que
vuestro clamor sea oído en lo alto. ¿Acaso consiste el ayuno, que yo he
elegido, en que el hombre aflija su alma durante el día; en que encorve su cabeza
como un junco y se cubra de saco y ceniza? ¿Llamáis a esto ayuno y día
agradable a Dios? ¿Acaso el ayuno que yo he elegido no consiste más bien en
desatar los lazos de la impiedad, en deshacer los haces de opresión, en dejar
libres a los quebrantados y en que rompáis todo yugo? Parte tu pan con el
hambriento, y mete en tu casa a todos los pobres y errantes. Cuando veas un
desnudo, cúbrele, y no desprecies tu carne. Entonces nacerá tu luz como el alba,
y tu salud se verá muy pronto, y tu justicia irá delante de tu cara, y la
gloria del Señor te protegerá. Entonces invocarás, y el Señor te oirá; clamarás,
y Él dirá: Aquí estoy. Porque yo, el Señor, tu Dios, soy misericordioso.
AYUNO AGRADABLE A
DIOS. — El objeto de la lectura precedente es señalar las disposiciones
requeridas para llevar a cabo felizmente el ayuno. El Señor había prescrito el
ayuno a su pueblo. Declara que el ayuno de alimentos materiales, no es nada si
los que lo practican, no ponen limite a sus iniquidades. Dios exige el
sacrificio del alma. Dios vivo no puede consentir le traten como a los dioses
de madera y piedra que adoraban los gentiles. Les bastaban homenajes
exteriores, pues eran dioses ciegos e insensibles. No venga el hereje a echar
en cara a la Iglesia, estas prácticas que osa censurar de materiales; es él
quien, al pretender desligar al cuerpo de todo yugo, se precipitó en la
materia. Los hijos de la Iglesia ayunan porque el Antiguo y Nuevo Testamento
recomiendan el ayuno a cada paso, porque el mismo Jesucristo ayunó cuarenta
días. Pero no aprecian esta práctica que se les impera de tan arriba, más que
en la medida que la ven autorizada y completada por el homenaje de un corazón
resuelto a reformar sus aviesas inclinaciones. El cuerpo es el culpable de la
perversidad del alma. Sería injusto que se someta al sufrimiento mientras que
ella continuara imperturbable el curso de sus malvadas obras. Además, los que
por salud delicada se sienten impedidos en este santo tiempo a someterse a las
satisfacciones exigidas del cuerpo, no están descartados de la obligación en
que están de imponer a su alma ese ayuno espiritual que estriba en la enmienda
de la vida, huida de cuanto trascienda al mal y esmero en darse a todo género
de buenas obras.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio
según San Mateo.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo:
Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
haced bien a los que os odien: y orad por los que os persiguen y calumnian;
para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, el cual hace
salir el sol sobre los buenos y los malos, y llueve sobre los justos y los
injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No
hacen también eso los publícanos? Y, si saludáis solamente a vuestros hermanos,
¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen también eso los paganos? Sed, pues,
perfectos, como también es perfecto vuestro Padre celestial. Cuidad no hagáis
vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; porque, si
así fuere, no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos.
Cuando des, pues, limosna, no toques la trompeta delante de ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser honrados por los hombres.
En verdad os digo: Ya han recibido su recompensa. Mas, cuando tú des limosna,
sea de modo que tu izquierda ignore lo que haga tu diestra; para que tu limosna
sea oculta, y tu Padre, que ve en lo oculto, te lo recompensará.
LIMOSNA. — Hermana de la
oración y del ayuno es la limosna, tercera de las obras fundamentales de
penitencia cristiana. La Iglesia nos propone hoy las enseñanzas del Salvador
sobre el modo de llevar a cabo las obras de misericordia. Jesucristo nos manda
amar a nuestros semejantes, sin distinción de amigos y enemigos. Dios les ha
creado a todos, a todos ama; ser misericordioso para con todos nos obliga por
tanto a nosotros. Si viven de continuo en el mal se digna soportarlos y aguarda
su vuelta hasta el fin de sus días; ni uno solo se pierde si no es por su
propia culpa. ¿Cuál ha de ser nuestra actitud para con ellos? Somos pecadores y
ellos nuestros hermanos, sacados, como nosotros, de la nada. Es pues honra para
Dios le sirvamos, le asistamos, en los hombres de quien es Padre. La Caridad,
reina de las virtudes, encierra en sí el amor al prójimo, como secuela
necesaria del amor a Dios mismo. Es deber sagrado para los miembros de la gran
familia humana; pero es, así-mismo, a los ojos de Dios, en los actos que la
caridad inspira, una obra de penitencia, teniendo en cuenta las privaciones que
impone y repugnancias que supera al llevarla a cabo. Notemos, también, cómo
reitera el Señor respecto a la limosna, el consejo que nos da sobre el ayuno:
Hemos de evitar todo aparato y ostentación. La penitencia es humilde y callada,
no desea las miradas de los hombres; búscale como testigo, el ojo que escudriña
en el secreto.
Humillad vuestras cabezas ante Dios.
ORACIÓN
Protege, Señor, a tu pueblo, y purifícalo clemente de todos sus pecados:
porque no le dañará ninguna adversidad, si no le dominare ninguna iniquidad.
Por el Señor.
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