martes, 31 de marzo de 2020

MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE PASIÓN (Con Nocturno)



En Roma se celebra la Estación en la Iglesia de San Marcelo papa y mártir (308-310).
COLECTA
Santificado este ayuno, ilustra, oh Dios, misericordiosamente los corazones de tus fieles: y escucha benigno las súplicas de aquellos a quienes concedes el sentimiento de la devoción. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Libro Levítico.
En aquellos días habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a toda la asamblea de los hijos de Israel, y les dirás: Yo soy el Señor, vuestro Dios. No hurtaréis. No mentiréis, ni engañará cada cual a su prójimo. No perjurarás en nombre mío, ni mancharás el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor. No calumniarás a tu prójimo, ni le oprimirás con la fuerza. No retendrás el salario del obrero hasta el mañana. No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego: sino que temerás al Señor, tu Dios, porque yo soy el Señor. No harás lo que es inicuo, ni juzgarás injustamente. No consideres la persona del pobre, ni honres la cara del poderoso. Juzga justamente a tu prójimo. No serás calumniador, ni murmurador en el pueblo. No te pondrás contra la sangre de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odies a tu hermano en tu corazón, sino corrígele públicamente, para que no peques contra él. No busques la venganza, ni te acuerdes de la injuria de tus ciudadanos. Amarás a tu amigo como a ti mismo. Yo soy el Señor. Guardad mis leyes. Porque yo soy el Señor, vuestro Dios.
DEBER DE CARIDAD FRATERNA. — La Iglesia, al poner hoy ante nuestra vista este relato del Levítico, en que los deberes del hombre para con su prójimo se encuentran expuestos con tanta claridad y abundancia, quiere dar a entender al cristiano en qué debe enmendar su vida, en cosa tan importante. Es Dios quien aquí habla, e intima sus órdenes; ved como repite casi a cada paso: "Yo el Señor"; a fin de hacernos comprender que será vengador del prójimo que hubiéremos ofendido. ¡Cómo este lenguaje debía sei nuevo al oído de los catecúmenos, instruidos en el seno de un mundo pagano, egoísta y sin entrañas, que jamás les había dicho que todos los hombres son hermanos, que Dios, Padre común de la inmensa familia de la humanidad, exigía que se amasen todos con un amor sincero, sin distinción de razas ni de condición! Nosotros los cristianos, estos días de reparación, pensemos en cumplir a la letra la intención del Señor, nuestro Dios. Acordémonos de que estos preceptos fueron intimados al pueblo israelita, hace muchos siglos antes de la publicación de la Ley de misericordia. Pues si el Señor exigía de un judío un amor tan sincero a sus hermanos, cuando la ley divina estaba escrita solamente en láminas de piedra, ¿qué no pedirá de un cristiano que puede leerlas en el corazón del Hombre- Dios, bajado del cielo y hecho nuestro hermano para que nos fuese más fácil, a la par que agradable cumplir el precepto de la caridad? La humanidad unida en su persona a la divinidad es en adelante sagrada; en ella se ha complacido el Padre celestial; por amor fraternal hacia ella se entrega Jesús a la muerte, enseñándonos con su ejemplo a amar tan sinceramente a nuestros hermanos, que si es necesario "estemos decididos hasta dar nuestra vida por ellos'". Es el discípulo amado el que lo aprendió de su maestro, y el que nos lo enseña.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo se celebró en Jerusalén la fiesta de la dedicación: y era invierno. Y Jesús estaba en el templo, en el pórtico de Salomón. Y rodeáronle los judíos, y decían: ¿Hasta cuándo torturarás nuestra alma? Si eres tú el Cristo, dínoslo claramente. Respondióles Jesús: Os hablo, y no creéis. Las obras, que yo hago en nombre de mi Padre, os dan testimonio de mí: pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz: y yo las conozco, y me siguen: y yo les doy vida eterna: y no perecerán para siempre: y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, es mayor que todos: y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa. Tomaron entonces piedras los judíos para lapidarle. Respondióles Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre: ¿por cuál de ellas queréis apedrearme? Respondiéronle los judíos: No te apedreamos por la buena obra, sino por la blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces Dios a ti mismo. Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra Ley: Yo dije: dioses sois? Si llamó dioses a quienes habló Dios, y no puede ser quebrantada la Escritura: ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, decís vosotros: Blasfemas: porque he dicho: Soy el Hijo de Dios? Si no hago obras de mi Padre, no me creáis. Pero, si las hago, y si no queréis creerme a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
LA FE. — Después de la fiesta de los Tabernáculos, vino la de la Dedicación, y Jesús se quedó en Jerusalén. El odio de sus enemigos aumentaba continuamente y reuniéndose alrededor de él, quieren obligarle a decir que es el Mesías, para enseguida echarle en cara el usurpar una misión que no es suya. Jesús desdeña responderles, y les remite a los milagros que le han visto obrar y que dan testimonio de él. Por la fe, y solamente por ella, puede el hombre acercarse a Dios en este mundo. Dios se manifiesta por las obras divinas; el hombre que las conoce debe creer la verdad que atestigua tales obras, y así creyendo, tiene el mismo tiempo, la certeza de lo que cree y el mérito de su fe. El judío soberbio se rebela; querría dictar la ley al mismo Dios, y no quiere saber que su pretensión es tan impía como absurda,
UNIDAD DEL PADRE Y DEL HIJO. — Con todo eso, es necesario que la doctrina divina siga su curso, debe excitar el escándalo de estos espíritus perversos. Jesús no habla solamente para ellos: tiene que hacerlo también por los futuros creyentes. Entonces dijo esta gran palabra que nos revela no sólo su categoría de Cristo, sino su divinidad: "Mi Padre y Yo somos uno." Sabía que hablando- así excitaría su furor; pero tenía que revelarse a la tierra y confundir de antemano a la herejía. Arrio se levantará un día contra el Hijo de Dios y dirá que solamente es la más perfecta de las criaturas: la Iglesia responderá que es uno con el Padre que le es consubstancial; y después de muchas revueltas y crímenes la secta arriana se extinguirá y caerá en olvido. Los judíos son aquí los precursores de Arrio. Han comprendido que Jesús se ha declarado Hijo de Dios, y quieren apedrearle. Por una última condescendencia Jesús quiere prepararles para gustar esta verdad, indicándoles por sus escrituras, que el hombre puede algunas veces recibir en su sentido restringido, el nombre de Dios, por razón de las funciones divinas que ejerce; después les recuerda los prodigios que tan altamente testimonia la asistencia que le ha dado su Padre; y repite con nueva firmeza que "el Padre está en El y El en el Padre. Nada puede convencer a estos corazones obstinados; el castigo del pecado que han cometido contra el Espíritu Santo pesa sobre ellos.
DOCILIDAD. — ¿Que diferente es la suerte de las ovejas del Salvador? "Escuchan su voz, le siguen; les da la vida eterna, y nadie les arrebatará de sus manos." ¡Dichosas ovejas! Creen porque aman; por el corazón se abre paso la verdad, así como por el orgullo del espíritu penetran las tinieblas en alma del incrédulo y se establecen para siempre. El incrédulo ama las tinieblas; las llama luz y blasfema sin sentirlo. El judío llega hasta crucificar al Hijo de Dios para rendir homenaje a Dios.
ORACIÓN
Atiende a nuestras súplicas, oh Dios omnipotente: y, a los que les concedes la gracia de confiar en tu piedad, dales benigno el efecto de tu acostumbrada misericordia. Por el Señor.

lunes, 30 de marzo de 2020

MARTES DE LA SEMANA DE PASIÓN (Con su Nocturno)



En Roma, la Estación tenía lugar antiguamente, en la Iglesia del santo mártir Ciríaco y así está señalado en misal romano; pero este antiguo santuario habiéndose arruinado, y el cuerpo del santo diácono trasladado por Alejandro VII (1655-1667) a la Iglesia in via Lata, la Estación tiene lugar ahora en ésta última,
COLECTA
Suplicámoste, Señor, te sean aceptos nuestros ayunos: para que, purificándonos, nos hagan dignos de tu gracia y nos alcancen los remedios eternos. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Daniel.
En aquellos días se presentaron los babilonios al rey, y le dijeron: Entréganos a Daniel, que destruyó a Bel y mató al dragón, porque, de lo contrario, te mataremos a ti, y a tu familia. Vio entonces el rey que se lanzarían sobre él con furia: y, obligado por la necesidad, les entregó a Daniel. Ellos le encerraron en una cueva de leones, y estuvo allí seis días. Y en la la cueva había siete leones, a los cuales arrojaban todos los días dos cadáveres y dos ovejas: pero entonces no les dieron nada, para que devoraran a Daniel. Había a la sazón en Judea un profeta, llamado Habacuc, el cual había hecho un guisado y preparado unos panes en una vasija, e iba al campo, para llevarlo a los segadores. Y dijo el Angel del Señor a Habacuc: Lleva esa comida, que tienes ahí, a Babilonia, a Daniel, que está en la cueva de los leones. Y dijo Habacuc: Señor, no he visto nunca a Babilonia, y no sé dónde está la cueva. Y tomóle el Angel del Señor polla coronilla, y llevóle por el cabello de la cabeza, y le colocó, con la velocidad de su espíritu, en Babilonia, sobre la cueva de los leones. Y clamó Habacuc, y dijo: Daniel, siervo de Dios, toma la comida que' te ha enviado Dios. Y dijo Daniel: Te has acordado de mí, oh Dios, y no has abandonado a los que te aman. Y, levantándose Daniel, comió. Después el Angel del Señor volvió luego a Habacuc a su lugar. Vino, pues, el rey el día séptimo, para llorar a Daniel: y fué a la cueva, y miró dentro, y he aquí que vio a Daniel sentado en medio de los leones. Y clamó el rey con gran voz, diciendo: Grande eres tú, Señor, Dios de Daniel. Y le sacó de la cueva de los leones. Entonces arrojó en la cueva a aquellos que habían sido la causa de su perdición y fueron devorados al punto en su presencia. Entonces dijo el rey: Teman todos los habitantes de toda la tierra al Dios de Daniel: porque El es el Salvador, El que hace prodigios y maravillas en la tierra: El es el que ha librado a Daniel de la cueva de los leones.
DANIEL MODELO DE CATECÚMENOS. — Esta lectura estaba destinada especialmente a la instrucción de los catecúmenos. Se preparaban para inscribirse en la milicia cristiana ; convenía, pues, se pusiese ante sus ojos los ejemplos que habían de estudiar y realizar durante su vida. Daniel entregado a los leones, por haber despreciado el ídolo de Bel era el tipo del mártir. Había confesado al verdadero Dios en Babilonia, exterminando un dragón imagen de Satán, al cual el pueblo idólatra, después de destrucción de Bel, había traspasado sus homenajes supersticiosos; sólo la muerte del profeta era capaz de aquietar a los paganos. Lleno de confianza en Dios, Daniel se había dejado arrojar en la cueva de los leones, dando así a las edades cristianas el ejemplo del valeroso sacrificio que debía ofrecer por espacio de tres siglos la consagración de sangre para establecimiento de la Iglesia. La imagen de este profeta rodeado de leones se encuentra a cada paso en las catacumbas romanas; la mayor parte las pinturas que le recuerdan se remontan al tiempo de las persecuciones. De este modo los catecúmenos podían contemplar con sus ojos lo que habían oído leer, y todo les hablaba de oprobios y de sacrificios. Es verdad que la historia de Daniel les señalaba el poder de Dios que intervenía para arrancar de los leones la presa inocente que se les había echado. Pero los aspirantes al bautismo sabían de antemano que la liberación con que debían contar, sólo les sería otorgada después de dar testimonio de su sangre. De cuando en cuando se manifestaban en la arena prodigios; se veía algunas veces a los leopardos lamer los pies de los mártires y contener su voracidad ante los siervos de Dios; pero tales milagros no hacían más que suspender la inmolación de las víctimas y suscitarles imitadores.
LUCHA CONTRA EL MUNDO. — La Iglesia proponía a la tentación de los catecúmenos la valentía de Daniel y no su victoria sobre los leones; lo importante para ellos era que en adelante tuviesen presente estas palabras del Salvador; "no temáis a los que pueden matar al cuerpo; temed más bien al que puede arrojar el alma y el cuerpo en el infierno'". Nosotros somos los descendientes de estas primeras generaciones de la Iglesia, pero no hemos conquistado al mismo precio la ventaja de ser cristianos. No es delante de procónsules ante quienes tenemos que confesar a Jesucristo es delante del mundo, este otro tirano. Los ejemplos de los mártires nos fortifiquen estos días, en la lucha que es preciso sostener contra sus máximas, sus pompas y sus obras. Hay una especie de tregua entre él y nosotros en este tiempo de recogimiento y de penitencia; pero día vendrá en que tengamos que desafiarle y mostrarnos cristianos.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo andaba Jesús por Galilea, pues no quería caminar por la Judea porque los judíos querían matarle. Y estaba próxima una fiesta de los judíos, la Escenopegia (o de los Tabernáculos). Dijéronle entonces sus hermanos: Pasa de aquí, y vete a Judea, para que vean también tus discípulos las obras que haces. Porque nadie, que desea ser conocido, hace sus obras en secreto: si haces esas cosas, manifiéstate al mundo. Ni sus mismos hermanos creían en El. Díjoles entonces Jesús: Mi tiempo no ha llegado aún: en cambio, vuestro tiempo siempre está preparado. El mundo no puede odiaros a vosotros; pero a mí sí me odia: porque yo doy testimonio de que sus obras son malas. Subid vosotros a esa fiesta, porque yo no subo a ella, pues mi tiempo aun no se ha cumplido. Y, habiendo dicho esto, El permaneció en Galilea. Más, cuando subieron sus hermanos, subió también El a la fiesta, pero no públicamente, sino como de incógnito. Y los judíos le buscaban el día de la fiesta, y decían: ¿Dónde está El? Y había gran murmullo en el pueblo acerca de El. Porque unos decían: Es bueno. Pero otros decían: No; sino que seduce a las turbas. Y nadie hablaba de El abiertamente, por miedo a los judíos.
LA HUMILDAD DEL HOMBRE-DIOS. — Los hechos referidos en el paso del Evangelio se relacionan con una época anterior a la vida del Salvador, y la Iglesia nos los propone hoy, a causa de la relación que contiene con los que hemos leído hace algunos días. Es evidente que no sólo al acercarse la Pascua, sino desde la ñesta de los Tabernáculos, en el mes de septiembre, el furor de los judíos conspiraba ya su muerte. El Hijo de Dios tenía que viajar a ocultas, y para entrar con seguridad en Jerusalén, le era preciso tomar algunas precauciones. Adoremos estas humillaciones del Hombre-Dios, que se ha dignado santificar todos los estados, aun el del justo perseguido y obligado a ocultarse a las miradas de sus enemigos. Le habría sido fácil deslumhrar a sus adversarios con milagros inútiles, como los que deseó Herodes y forzar así su culto y su admiración. Dios no procede así; no obliga; obra a las miradas de los hombres; mas para conocer la acción de Dios, es necesario que el hombre se recoja y se humille, que haga callar sus pasiones. Entonces la luz divina se manifiesta al alma; esta alma ha visto bastante; ahora cree y quiere creer; su dicha y su mérito está en la fe; está en disposición de esperar la manifestación de la eternidad.
La carne y la sangre no lo entienden así; gustan la ostentación y el ruido. El Hijo de Dios en su venida a la tierra no debía someterse aún abatimiento tal sino para que los hombres viesen su poder infinito. Tenía que hacer milagros para apoyar su misión, pero en El, hecho Hijo del Hombre, no debía ser todo milagro. La mayor parte de su existencia estaba reservada a los humildes deberes de la criatura; de otro modo, no nos había enseñado con su ejemplo, lo que tanto necesitábamos saber. Sus hermanos (se sabe que los judíos entendían por hermanos a todos los parientes en línea colateral) sus hermanos habrían querido tener su parte en esta gloria vulgar, que querían para Jesús. Le dan motivo para que les dijese esta palabra que debemos meditar en este santo tiempo, para acordarnos más tarde de ella: "el mundo no os odia a vosotros; pero a mí, sí me odia". Guardémonos pues, en adelante, de complacernos con el mundo; su amistad nos separaría de Jesucristo.
ORACIÓN
Suplicámoste, Señor, nos concedas la gracia de perseverar sumisos a tu santa voluntad: para que en nuestros días crezca, en número y en mérito, ex pueblo que te sirve. Por el Señor.

domingo, 29 de marzo de 2020

Santa Misa del Primer Domingo de Pasión

LUNES DE LA SEMANA DE PASIÓN (Con su Nocturno)



La Estación, en Roma, se celebra en la Iglesia de San Crisógono, el "titulus Chrysogoni", de 499, donde, muy pronto se veneró al mártir homónimo de Aquilea, víctima de la persecución de Diocleciano, en 303. Su nombre está escrito en el Canon de la Misa.
COLECTA
Suplicámoste, Señor, santifiques nuestros ayunos, y nos concedas benigno el perdón de todas nuestras culpas. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Jonás.
En aquellos días habló el Señor por vez segunda al Profeta Jonás, diciendo: Levántate, y vete a la gran ciudad de Nínive: y predica en ella lo que yo te diga Y se levantó Jonás, y se fue a Nínive, según la orden del Señor. Y Nínive era una ciudad muy grande, como de tres días de camino. Y recorrió Jonás la ciudad durante un día: y clamó, y dijo: Aún quedan cuarenta días, (después) Nínive será destruida. Y creyeron en Dios los ninivitas: y pregonaron ayuno, y se vistieron de saco desde el mayor hasta el menor. Y llegó la nueva al rey de Nínive: y se levantó de su trono, y se despojó de sus ropas, y se vistió de saco, y se sentó en ceniza. Y se clamó, y se gritó en Nínive, por orden del rey y de sus príncipes, diciendo: Los hombres, y los animales, y los bueyes, y las bestias no gusten nada: ni sean apacentadas, ni beban agua. Y cúbranse de saco los hombres, y las bestias, y clamen al Señor con ahínco, y conviértase el hombre- de su mal camino, y de la iniquidad que ha obrado con sus manos. ¿Quién sabe si se volverá a Dios, y nos perdonará, y se aplacará su ira, y no pereceremos? Y vio Dios sus obras, y que se habían convertido de su mal camino: y se compadeció de su pueblo el Señor, nuestro Dios.
PENITENCIA DE NÍNIVE. — La Iglesia nos ofrece hoy este relato, a ñn de que avivemos nuestro celo por el camino de la penitencia. Una ciudad entregada a la idolatría, una capital orgullosa y sensual ha merecido la cólera del cielo. Dios se apresura a derribarla con los castigos de su venganza: dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada con sus habitantes. Pero ¿qué sucedió? La amenaza del Señor no se cumplió y Nínive fue perdonada. Este pueblo infiel se acordó del: Dios que había olvidado; clamó al Señor, se humilló, ayunó; y la Iglesia termina el relato del profeta con estas palabras: "el Señor, Dios nuestro, tuvo compasión de su pueblo." Este pueblo pagano llegó a ser el pueblo del Señor porque hizo penitencia a la voz del profeta. El Señor no había hecho pacto más que con una nación, pero no despreciaba los homenajes de las que renunciando a sus ídolos, confesaban su santo nombre y querían servirle también. Vemos aquí la eficacia de la penitencia del cuerpo unida a la del corazón para doblegar la ira divina: ¡cuánto pues debemos estimar las prácticas que la Iglesia nos impone en estos días y reformar las falsas ideas que una mística racionalista y débil nos hubieran podido inspirar!
LECCIÓN DE CONFIANZA. — Esta lectura era al mismo tiempo, motivo de esperanza y de confianza para los catecúmenos cuya iniciación estaba próxima. En ella aprendían a conocer la misericordia del Dios de los cristianos, cuyas amenazas son terribles y que, a pesar de todo, no sabe resistir al arrepentimiento de un corazón que renuncia al pecado. Salidos del paganismo, de esta Nínive profana, aprendían por este relato que el Señor, aun antes de enviar su Hijo al mundo, invitaba a los hombres a formar parte de su pueblo; y pensando en los obstáculos que sus padres tuvieron que vencer para recibir la gracia que les estaba prometida y perseverar en ella, bendecían al Dios salvador que por su encarnación, su sacrificio, sus sacramentos y su Iglesia se dignó poner tan cerca de nosotros esta salvación que es la única fuente tanto para el mundo antiguo como para el nuevo. Los penitentes públicos tomaban con esta lectura nuevos ánimos para esperar el perdón. Dios había tenido misericordia de Nínive, la ciudad pecadora y condenada: se dignará, pues, aceptar su penitencia, y revocar en favor suyo el decreto de su justicia.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo los príncipes y los fariseos enviaron unos ministros para que prendiese; a Jesús. Díjoles entonces Jesús: Todavía estaré con vosotros un poco de tiempo: y me iré al que me ha enviado. Me buscaréis, y no me hallaréis: y, adonde yo voy, vosotros no podréis ir. Dijeron entonces los judíos entre sí: ¿Dónde se irá éste, para que no le encontremos? ¿Acaso se irá a los gentiles, dispersos por el mundo, para predicarles? ¿Qué significa eso que ha dicho: Me buscaréis, y no me encontraréis: y, adonde yo voy, vosotros no podréis ir? Y el último día de la fiesta, el más solemne, se presentó a Jesús, y clamaba, diciendo: El que tenga sed, que venga a mí, y beba. Del seno del que crea en mí fluirán, como dice la Escritura, ríos de agua viva. Dijo esto, aludiendo al Espíritu que habían de recibir los creyentes en Él.
TEMOR DEL ENDURECIMIENTO. — Los enemigos del Salvador no sólo han pensado lanzarle piedras; hoy quieren quitarle la libertad, y envían esbirros para prenderle. En esta ocasión Jesús no juzga oportuna la huida; ¡pero qué terribles palabras les dirige!: "Voy al que me envió; vosotros me buscaréis pero no me encontraréis." El pecador que durante mucho tiempo ha abusado de la gracia, en castigo a su ingratitud y desprecios, tal vez no pueda encontrar a este Salvador con quien ha querido romper. Antíoco, humillado por la mano de Dios, oró y no fué oído. Después de la muerte y resurrección de Jesús, mientras la Iglesia extendía sus raíces por el mundo, los judíos, que crucificaron al Justo, buscaban al Mesías en cada uno de los impostores que se levantaban entonces en Judea, y causaron tumultos que llevaría la ruina de Jerusalén. Cercado por todas las partes por la espada de los romanos y por las llamas del incendio que devoraba el templo y los palacios, clamaban al cielo, y suplicaban al Dios de sus padres que enviase, según su promesa, al Salvador esperado; ni se les ocurrió que este libertador se había manifestado a sus padres, aun a algunos de ellos, que le habían matado, y que los apóstoles habían ya llevado su. nombre hasta los confines de la tierra. Esperaron aún hasta el momento en que la ciudad deicida se derrumbó sobre los que no habían inmolado la espada del vencedor; los supervivientes fueron arrastrados a Roma para adornar el triunfo de Tito. Si se les hubiese preguntado que es lo que esperaban, habrían respondido que al Mesías. Vana esperanza: el tiempo había pasado. Temamos que la amenaza del Salvador se cumpla en muchos de los que dejarán pasar esta Pascua sin volver a la misericordia de Dios; roguemos y pidamos que no caigan en las manos de una justicia, cuyo arrepentimiento demasiado tardío e imperfecto no doblegará.
EL AGUA VIVA. — Pensamientos más consoladores nos sugiere el relato del Evangelio. Almas fieles, almas penitentes, escuchad; Jesús habla para vosotras: "si alguno tiene sed, venga a Mí y beba". Recordad la oración de la infeliz samaritana: "Señor dame siempre de esta agua." Esta agua es la gracia divina; abrevaos de las aguas de las fuentes del Salvador que había anunciado el profeta. Esta agua da la pureza al alma manchada, fortaleza al alma lánguida, amor al que se siente tibio. Mas aun, el Salvador añade: "el que cree en mí, se convertirá él mismo en fuente de aguas vivas"; porque el Espíritu Santo vendrá sobre él y entonces el fiel derramará sobre los demás la gracia que ha recibido en abundancia. ¡Con qué gozo tan santo oía leer el catecúmeno estas palabras que le prometían que su sed sería por fin apagada en la divina fuente! El Salvador ha querido serlo todo para el hombre regenerado: luz que disipa sus tinieblas, pan que le alimenta, viña que le da su uva, en fin agua corriente que refresca sus ardores.
ORACIÓN
Concede, Señor, a tu pueblo la salud del alma y del cuerpo: para que, practicando las buenas obras, merezca ser defendido siempre con tu protección. Por el Señor.
NOTA: EN TODOS LOS EVANGELIOS DE ESTA SEMANA, ES FÁCIL ADVERTIR ALGUNA RELACIÓN CON LA CERCANA MUERTE QUE DEBÍA PADECER NUESTRO DIVINO SALVADOR

Sermón del Domingo de Pasión - P. Ariel Damin



sábado, 28 de marzo de 2020

DOMINGO DE PASIÓN (Con sus Nocturnos)


DOMINGO DE PASIÓN - VELACIÓN DEL ALTAR
"Si oís, hoy, la voz del Señor, no endurezcáis vuestros corazones."
ENSEÑANZA DE LA LITURGIA. — La Iglesia da comienzo hoy en el oficio de la noche por estas graves palabras del Rey profeta. Antiguamente, los fieles consideraban un deber el asistir a los oficios nocturnos al menos los domingos y días festivos; tenían en mucho el no perder las enseñanzas que encierra la Liturgia. Pero los siglos pasaron y la casa de Dios no era frecuentada con la asiduidad que constituía el gozo de nuestros padres. Poco a poco se fueron perdiendo las costumbres y el clero dejó' de celebrar públicamente los oficios que no eran concurridos. Fuera de los cabildos y monasterios no se oye ya el conjunto tan armonioso de la alabanza divina, y las maravillas de la Liturgia sólo son conocidas de una manera incompleta.
LLANTO DEL SEÑOR. — Por esta razón nos hemos movido a poner ante la consideración de nuestros lectores ciertos rasgos de algunos oficios que de otro modo quedarían para ellos como si 110 existiesen. ¿Qué más propio hoy para movernos que este aviso, tomado de David, que la Iglesia nos dirige y que repetirá en todos los maitines hasta el día de la Cena del Señor? Pecadores, nos dice, este día en que se deja oír la voz lastimera del Redentor, no seáis enemigos de vosotros mismos, dejando vuestros corazones endurecidos. El Hijo de Dios os da la última y la más viva muestra del amor por el cual descendió del cielo; su muerte está cercana; ya se prepara el madero en el que será inmolado el nuevo Isaac; entrad en vosotros mismos y no permitáis, que vuestro corazón conmovido, tal vez, un momento, vuelva a su dureza ordinaria. Habría en ello el mayor de los peligros. Estos aniversarios tienen la virtud de renovar a las almas cuya fidelidad coopera a la gracia que les ha sido ofrecida; mas acrecienta la insensibilidad en aquellos que los pasan sin arrepentirse. "Si, pues, oís hoy la voz del Señor no endurezcáis vuestros corazones."
ULTIMOS DÍAS DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS. — Durante las semanas precedentes hemos visto crecer cada día la malicia de los enemigos del Salvador. Su presencia, su vista les irrita y se siente que este odio reprimido aguarda el momento propicio para estallar. La bondad, la dulzura de Jesús continúa seduciendo las almas puras y rectas; al mismo tiempo la humildad de su vida y la inflexible pureza de doctrina humilla más y más al judío soberbio que sueña con un Mesías conquistador, y al fariseo que no tiene escrúpulos en traspasar las leyes para hacer de ellas un instrumento de sus pasiones. Sin embargo, Jesús continúa el curso de sus milagros; sus discursos están llenos de energía desconocida; sus profecías amenazan a la ciudad y al templo famoso de los que no quedarán piedra sobre piedra. Los doctores de la ley deberían, al menos reflexionar, examinar sus obras maravillosas que dan testimonio al Hijo de David, y releer tantos oráculos divinos cumplidos hasta ahora con la más absoluta fidelidad. ¡Ay! estos oráculos se deben cumplir hasta la última tilde. David e Isaías no hicieron sino predecir las humillaciones y los dolores del Mesías, que estos hombres ciegos no durarán en realizar.
OBSTINACIÓN DE LA SINAGOGA Y DEL PECADOR. — En ellos se cumple esta palabra: "al que blasfema contra el Espíritu Santo, no se le perdonará el pecado ni en esta vida ni en la otra'". La Sinagoga corre a la maldición. Obstinada en su error, no quiere escuchar, ni ver nada; ha torcido su juicio a su gusto; ha apagado en sí misma la luz del Espíritu Santo y vamos a verla descender por todos los grados de la aberración hasta el abismo. Triste espectáculo que se encuentra todavía, con mucha frecuencia, en nuestros días, en los pecadores que a fuerza de resistir a la luz de Dios, ¡acaban por encontrar reposo en las tinieblas! Y no nos extrañemos de encontrar en otros hombres la conducta que observamos en los actores del drama que se va a cumplir. La historia de la Pasión del Hijo de Dios nos proporcionará más de una lección sobre los secretos del corazón humano y sus pasiones. No puede ser de otra manera; porque lo que ocurre en Jerusalén se renueva en el corazón del pecador. Este corazón es un Calvario, sobre el que según el Apóstol, Jesucristo es sacrificado con frecuencia. La misma ingratitud, la misma ceguera, el mismo furor; con la diferencia de que el pecador, cuando es iluminado por la fe, conoce a quien crucifica, mientras que los judíos, como dice San Pablo, no conocían como nosotros al Rey de la gloria 1 a quien clavamos en la Cruz. Siguiendo los relatos evangélicos que de día en día, van a ponerse ante nuestros ojos, deben indicarnos que nuestra indignación contra los judíos debe tornarse también contra nosotros y nuestros pecados. Lloremos los dolores de nuestra víctima, a la que nuestros pecados han obligado a soportar, tal sacrificio.
LA OCULTACIÓN DE JESÚS. — En este momento todo convida al duelo. Sobre el altar, ha desaparecido hasta la Cruz bajo un velo y las imágenes de los santos están cubiertas; la Iglesia está a la expectativa de la más grande desgracia. Sólo nos recuerda en este tiempo la penitencia del Hombre-Dios; y tiembla pensando en los peligros de que está rodeado. Muy pronto leeremos en el Evangelio que el Hijo de Dios ha estado apunto de ser lapidado como un blasfemo; pero su hora no había llegado aún. Tuvo que huir y esconderse. ¡Todo un Dios se esconde para huir de la cólera de los hombres
¡Qué contraste! ¿Será por debilidad o poi miedo a la muerte? Sólo pensarlo sería una blasfemia; no tardaremos en verle presentarse ante sus enemigos. Si ahora evita el furor de los judíos es por no haberse cumplido aún lo que dijeron los profetas sobre El. Por otra parte no debe morir a pedradas sino sobre el madero maldito que, en adelante, se convertirá en el árbol de la vida.
ADÁN Y JESÚS. — Humillémonos, al ver que el Creador del cielo y de la tierra tiene que substraerse a las miradas de los hombres, para huir de su cólera. Pensemos en el día del primer crimen en el que Adán y Eva, pecadores, se escondieron también por que se vieron desnudos. Jesús ha venido para darles la seguridad del perdón: y he aquí que se oculta; no por que esté desnudo, El que es para sus Santos el vestido de santidad y de inmortalidad, sino por que se ha hecho débil, para darnos fortaleza. Nuestros primeros padres quisieron esconderse de la mirada de Dios; Jesús se oculta ante los hombres; pero no será siempre así. Día vendrá en que los pecadores, ante quienes parece que huye hoy, suplicarán a las rocas y montañas, que caigan sobre ellos y les sustraigan de su vista; pero su petición será estéril. "Verán al Hijo del hombre sentado sobre las nubes del cielo, con poderosa y soberana majestad".
Este Domingo se llama Domingo de Pasión porque la Iglesia comienza hoy a ocuparse especialmente de los sufrimientos del Redentor. Se le llama también Domingo Júdica, por comenzar con esta palabra el Introito de la Misa; finalmente Domingo de la Neomenia es decir de la luna nueva pascual por que siempre cae después de la luna nueva que sirve para fijar la fiesta de la Pascua.
En la iglesia griega, este Domingo, no tiene otro nombre que el Domingo V de los Santos Ayunos.
MISA
En Roma la estación se celebra en la basílica de S. Pedro. La importancia de este Domingo, que no cede su puesto a ninguna otra fiesta, por solemne que sea, exigía que la reunión de los fieles tuviese lugar en uno de los más augustos santuarios de la ciudad eterna.
El Introito está compuesto del Salmo XLII. El Mesías implora el juicio de Dios y protesta contra la sentencia que los hombres van a dictar contra él. Demuestra al mismo tiempo su esperanza en el socorro de su Padre, que después de la prueba le admitirá triunfante en su gloria.
INTROITO
Júzgame tú, oh Dios, y separa mi causa de la de un pueblo no santo: líbrame del hombre inicuo y falaz: porque tú eres mi Dios y mi fortaleza.-—Salmo: Envía tu luz, y tu verdad: ellas me guiarán, y conducirán hasta tu santo monte, y hasta tus abernáculos.— Júzgame tú...
En adelante sólo se dice Gloria Patri en las Misas de las fiestas; pero se repite el Introito. En la Colecta, la Iglesia pide para sus fieles la completa reforma que el santo tiempo de Cuaresma está llamado a reproducir, y que debe someter a la vez los sentidos al espíritu y preservar a éste de las ilusiones y seducciones a que ha estado muy sujeto hasta ahora.
COLECTA
Suplicámoste, oh Dios omnipotente, mires propicio a tu Familia: para que, con tu ayuda, sea regida en el cuerpo y, con tu protección sea custodiada en el alma. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Hebreos.
Hermanos: Cristo el es Pontífice de los bienes futuros, el cual penetró una vez en el santuario a través de un tabernáculo más amplio y perfecto, no hecho a mano, es decir, no de creación humana, y no con la sangre de cabritos y toros, sino por medio de su propia sangre, después de haber obrado la Redención eterna. Si, pues, la sangre de cabritos y de toros, y la aspersión de la ceniza de la ternera (sacrificada) santifican con la limpieza de la carne a los manchados: ¿cuánto más la Sangre de Cristo, que se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios, por medio del Espíritu Santo, purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios viviente? Por eso es El el Mediador del Nuevo Testamento: a fin de que, por su muerte, ofrecida en redención de las prevaricaciones cometidas bajo el Viejo Testamento, reciban los llamados la prometida y eterna herencia en* Jesucristo. Nuestro Señor.
LA SALVACIÓN EN LA SANGRE DE UN DIOS. — El hombre sólo puede ser rescatado, por la sangre. La divina majestad ultrajada sólo se aplacará por el exterminio de la criatura rebelde cuya sangre derramada sobre la tierra con su vida dará testimonio de su arrepentimiento y de su completa sumisión ante aquel contra quien se rebeló. De otro modo la justicia de Dios se compensará por el suplicio eterno del pecador. Todos los pueblos así lo han entendido, desde la sangre de los corderos de Abel hasta la que corría a torrentes en las hecatombes de Grecia, y en las innumerables inmolaciones con que Salomón inauguró la dedicación del templo. Sin embargo, dice Dios: "Escucha, Israel, yo soy tu Dios. No te reprendo por tus sacrificios: pues tengo siempre ante mí tus holocaustos; yo no tomo de tu casa el recental, ni de tus rebaños tus carneros. ¿Acaso no son míos todos estos animales? Si tuviere hambre no acudiría a ti, porque mío es el mundo y todo lo que contiene. ¿Es que tengo que comer carne de tus toros, o tendré que beber sangre de tus cabritos?'." Así Dios ordena los sacrificios sangrientos, y declara que no son nada a sus ojos. ¿Hay contradicción? No: Dios quiere a la vez que el hombre entienda que no puede ser rescatado más que por la sangre, y que la sangre de los animales es muy grosera para obrar este rescate. ¿Será la sangre del hombre la que aplaque la justicia divina? De ningún modo : la sangre del hombre es impura y está manchada; además es incapaz de compensar el ultraje hecho a Dios. Es necesaria la sangre de un Dios. Y Jesús se ofrece a derramar la suya.
En El va a cumplirse la mayor figura de la ley antigua. Una vez al año, el sumo Sacerdote entraba en el Santa-Santorum, a orar por el pueblo. Se ponía detrás del velo, de cara al Arca Santa; se le otorgaba este favor con la condición de que entrase en este sagrado recinto llevando en sus manos la sangre de la víctima que acababa de inmolar. Estos días, el Hijo de Dios Sumo Sacerdote por antonomasia, va a hacer su entrada en el cielo, y nosotros iremos en pos de El; mas se necesita para esto que se presente con sangre, y esta sangre no puede ser otra que la suya. Vamos a ver cumplir esta prescripción divina. Abramos pues, nuestros corazones, a fin de que "los purifique de las obras muertas, como nos acaba de decir el Apóstol, y sirvamos en lo sucesivo al Dios vivo."
El Gradual está tomado del Salterio; el Salvador pide verse libre de sus enemigos y apartado de la rabia de un pueblo amotinado contra El; pero al mismo tiempo acepta cumplir la voluntad de su Padre, por quien será vengado.
GRADUAL
Líbrame, Señor, de mis enemigos: enséñame a cumplir tu voluntad. J. Tú, Señor, que me has librado de las gentes iracundas, me exaltarás sobre los que se levanten contra mí: me librarás del hombre inicuo.
En el Tracto, sacado del mismo texto, el Mesías, con el nombre de Israel, se queja del furor de los judíos que le han perseguido desde su juventud, y se apresuran a hacerle sufrir cruel flagelación. Anuncia a la vez los castigos que el deicidio atraerá sobre ellos.
TRACTO
Mucho me han angustiado desde mi juventud. J. Dígalo ahora Israel: mucho me han angustiado desde mi juventud. J. Mas no prevalecieron contra mí: sobre mis espaldas araron los pecadores. J. Prolongaron sus iniquidades: pero el Señor cortó las cervices de los pecadores.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio Según S. Juan. 

En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas de los judíos: ¿Quién de vosotros me argüirá de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, oye las palabras de Dios. Pero vosotros no las oís, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y dijéronle: ¿No decimos con razón que eres un samaritano, y que tienes el demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo el demonio, sino que glorifico a mi Padre, y vosotros le deshonráis. Pero yo no busco mi gloria: hay quien la busque, y la juzgue. En verdad, en verdad os digo: Si alguien observare mis palabras, no morirá eternamente. Dijéronle entonces los judíos: Ahora conocemos que tienes el demonio. Abraham murió, y también los Profetas: y tú dices: Si alguien observare mis palabras, no morirá eternamente. ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió? Y los profetas también murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada: es mi Padre quien me glorifica, el que vosotros llamáis Dios vuestro, y no le habéis conocido: pero yo le he conocido: y, si dijera que no le he conocido, sería semejante a vosotros, mentiroso. Pero yo le conozco, y observo sus palabras. Abraham, vuestro Padre, anheló ver mi día: viólo, y se alegró. Dijéronle entonces los judíos: ¿Aun no tienes cincuenta años, y viste a Abraham? Díjoles Jesús: En verdad, en verdad os digo: Antes de que Abraham existiera, ya existía yo. Tomaron entonces piedras, para lanzarlas contra El: pero Jesús se escondió, y salió del templo.
ENDURECIMIENTO DE LOS JUDÍOS. — El furor de los judíos ha llegado al colmo, y Jesús se ve obligado a huir ante ellos. Pronto le matarán; mas ¡qué diferente es su suerte de la suya! Por obediencia a los decretos de su Padre celestial, por amor a los hombres, se entregará en sus manos, y le darán muerte, pero saldrá victorioso del sepulcro; subirá a los cielos, e irá a sentarse a la diestra de su Padre. Ellos, por el contrario, después de saciar su furor dormirán sin remordimientos hasta el terrible despertar que les está preparado. Se palpa que la reprobación de estos hombres será eterna. Ved con qué severidad les habla el Salvador: "Vosotros no escucháis la palabra de Dios porque no sois de Dios." No obstante esto hubo un tiempo en que fueron de Dios: porque el Señor da a todos su gracia; pero ellos han hecho estéril esta gracia; se agitan en las tinieblas y ya no verán la luz que han rechazado. "Decís que Dios es vuestro Padre; pero no le conocéis." A fuerza de desconocer al Mesías, la Sinagoga ha llegado a no conocer también al mismo Dios único y soberano, cuyo culto la enorgullece; en efecto, si conociese al Padre, no rechazaría al Hijo. Moisés, los Salmos, los Profetas, son para ella letra muerta, y estos libros divinos pasarán muy pronto entre las manos de los pueblos, que sabrán leerlos y comprenderlos. "Si yo dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros." Por la dureza del lenguaje de Jesús se adivina ya la cólera del juez que bajará el último día para estrellar contra la tierra la cabeza de los pecadores. "Jerusalén no conoció el tiempo de su visita; el Hijo de Dios salió a su encuentro y tiene ella la desvergüenza de decirle que está poseído del demonio." Echa en cara al Hijo de Dios al Verbo eterno, que prueba su origen por los prodigios más evidentes, que Abrahán y los Profetas son mayores que El. ¡Extraña ceguera que procede del orgullo y de la dureza de corazón! La Pascua está próxima; estos hombres comerán religiosamente el cordero simbólico; saben que este cordero es una figura que debe realizarse. El cordero verdadero será inmolado por sus manos sacrilegas y no lo reconocerán. La sangre derramada por ellos no les salvará. Su desgracia nos lleva a pensar en tantos pecadores endurecidos para los cuales la Pascua de este año será tan estéril de conversión como los años precedentes; redoblemos nuestras oraciones por ellos, y pidamos que la sangre divina que pisan con los pies no clame contra ellos delante del trono del Padre celestial.
En el Ofertorio, el cristiano, lleno de confianza en los méritos de la sangre que le ha rescatado hace suyas las palabras de David para alabar a Dios, y para reconocerle como autor de la vid a nueva cuya fuente inagotable es el sacrificio de Jesucristo.
OFERTORIO
Te alabaré, Señor, con todo mi corazón: retribuye a tu siervo: viva yo, y guarde tus palabras: vivifícame, según tu palabra, Señor. El sacrificio del Cordero sin mancilla ha producido en el pecador dos efectos; ha roto sus cadenas y le ha hecho objeto de las complacencias del Padre celestial. La Iglesia pide en la secreta, que el sacrificio que va a ofrecer para reproducir el de la Cruz, obtenga en nosotros los mismos resultados.
SECRETA
Suplicármoste, Señor hagas que estos presentes nos libren de los vínculos de nuestra depravación y nos grangeen los dones de tu misericordia. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén. La antífona de la comunión está formada de las mismas palabras con que Jesucristo instituyó el sacrificio que se acaba de celebrar en el cual el sacerdote y los fieles participan en memoria de la Pasión cuyo recuerdo y mérito infinito ha renovado.
COMUNIÓN
Este es el Cuerpo que será entregado por vosotros; este Cáliz es el Nuevo Testamento en mi Sangre, dice el Señor: haced esto en memoria mía cuantas veces lo tomareis. En la poscomunión, la Iglesia pide a Dios conserve en los fieles los frutos de la visita que se ha dignado hacerle, entrando en ellos por la participación en los sagrados misterios.
POSCOMUNIÓN
Asístenos, Señor, Dios nuestro; y, a los que has recreado con tus Misterios, defiéndelos con tu perpetuo patrocinio. Por el Señor.

Fuente: Católicos Alerta





28 de Marzo: SAN JUAN DE CAPISTRANO, CONFESOR (Con sus Nocturnos)



EL HONOR DEBIDO A LOS SANTOS. — Cuanto más la Iglesia parece acercarse a su término tanto más desea enriquecerse con nuevas fiestas que la traigan a la memoria su glorioso pasado. Tened en la mente los días antiguos, recordad la historia de las generaciones pretéritas, decía ya Dios en la alianza del Sinaí, y en Israel los padres consideraban como una ley el dar a conocer a sus descendientes los relatos del pasado. También la Iglesia tiene sus anales llenos de recuerdos de las manifestaciones obradas por el poder del Esposo; mejor que los descendientes de Judá los hijos de la nueva Sión pueden exclamar mientras contemplan la serie de los siglos pasados: Tú eres mi Rey, Tú eres mi Dios. Tú que siempre has salvado a Jacob
1. EL PELIGRO MUSULMÁN. — Mientras que en Oriente tenía lugar la caída definitiva de los iconoclastas, en Occidente comenzaba una guerra más terrible en la que éste debía luchar por la misma civilización cristiana. Como un torrente, el Islán había arrojado desde Asia hasta el centro de las Galias sus huestes feroces; durante más de mil años iba a disputar palmo a palmo el suelo ocupado por las razas latinas a Cristo y su Iglesia. Las expediciones enviadas en los siglos XII y XIII para atacarla en el centro mismo de su poder sólo consiguieron inmovilizarle por algún tiempo. Con excepción de España donde el combate debía acabar con el triunfo absoluto de la Cruz, viose a los príncipes, olvidados de las tradiciones de Carlomagno y de San Luis, abandonar, en provecho de sus ambiciones privadas, la guerra santa hasta que la media luna, desafiando de nuevo a la cristiandad, concibió una vez más el proyecto de conquista universal.
En 1453, Bizancio, la capital del imperio de Oriente, caía en un asalto de los jenízaros turcos; tres años más tarde Mahomet II, su vencedor, ponía sitio a Belgrado, baluarte del imperio de Occidente. Parecía que Europa entera no dejaría de acudir en socorro de la plaza sitiada ya que la destrucción de este último dique significaría la devastación inmediata de Hungría, Austria e Italia; para todos los países del Oeste sobrevendría en breve una servidumbre mortal y una irremediable esterilidad del suelo y de las inteligencias.
LLAMAMIENTO DEL PAPADO. — La inminencia del peligro no había tenido otro resultado que acentuar la lamentable división que hacía del mundo cristiano juguete de algunos millares de infieles. Se diría que la derrota de uno hubiera sido para muchos la compensasión de la suya propia, tanto más cuanto que de esta derrota más de uno esperaría obtener alguna indemnización como precio de la deserción de su puesto en el combate. Sólo contra todos estos egoísmos, en medio de las perfidias que se tramaban a la sombra o que se hacían públicas, el papado se mantuvo firme. Verdaderamente católico en su pensamiento y en su acción, en sus horas tristes o en sus momentos de alegría y de triunfo, tomó bajo su protección la causa común traicionada por los reyes. Desoído su llamamiento a los poderosos, se volvió a los humildes y más confiada en sus plegarias al Dios de los ejércitos que en la destreza bélica, reclutó entre ellos los soldados que hablan de llevar a cabo la liberación.
UN CRUZADO. — Entonces el héroe de este día, S. Juan Capistrano, temible ya desde hacía tiempo para el infierno, consumó a la vez su gloria y su santidad. A la cabeza de otros pobres y desvalidos como él, pero de buena voluntad, paisanos y gente humilde reunida por él y sus hermanos de la Observancia, el pobre de Cristo no desesperó de triunfar del ejército más fuerte y mejor dirigido, que se había visto en la tierra desde hacía mucho tiempo. En una primera tentativa, el 14 de julio de 1456, rompiendo las líneas otomanas en compañía de Juan Hunyade, el único noble húngaro que quiso compartir su suerte, se lanzó a Belgrado con el fin de poder avituallarla. Ocho días más tarde, el 22 de julio, no satisfecho con mantenerse en actitud defensiva, ante los ojos Hunyade estupefacto de esta nueva estrategia, arrojaba entre las trincheras enemigas su tropa armada de palos y horcas con la consigna de gritar el nombre de Jesús a los cuatro vientos. Era la palabra de victoria que Juan de Capistrano había heredado de su maestro Bernardino de Sena. "Que el adversario ponga la confianza en sus caballos y en sus carros de combate; por nuestra parte invocaremos el nombre del Señor'". Y en efecto, el nombre perennemente santo y terrible salvaba una vez más a su pueblo. En la tarde de esta memorable jornada veinticuatro mil turcos cubrían el suelo con sus cadáveres; trescientos cañones, todas las armas y riquezas de los infieles estaban en manos de los cristianos; Mahomet II herido huía precipitadamente tratando de ocultar su vergüenza y poner a salvo los restos de su ejército.
El 6 de agosto llegaba a Roma la noticia de una victoria que necesariamente traía a la memoria la de Gedeón sobre los madianitas. El Soberano Pontífice Calisto III ordenó entonces que todos los años la Iglesia festejaría la Transfiguración del Señor. "Porque no era ni su espada la que había libertado la tierra ni su brazo el que los había salvado sino tu diestra y poder de tu brazo, oh Dios, y el resplandor de tu rostro porque te complaciste en ellos como en el Tabor en vuestro muy amado.
Vida. — Juan nació en Capistrano, en los Abruzos, en 1386. Después de haber gobernado muchas ciudades abrazó la Regla de San Francisco de Asís y se esforzó en continuar la obra de San Bernardino propagando el culto de los santos nombres de Jesús y de María. Inquisidor y después Nuncio en Alemania, convirtió a muchos sarracenos y herejes. Promotor de la cruzada, se le debe la victoria de Belgrado en 1456. Murió poco después en Illok y el Papa Alejandro VIII le colocó en el catálogo de los santos en 1620.
PLEGARIA. — ¡El Señor está contigo, oh el más fuerte de los hombres! Ve con esa tu fuerza, que es tu fuerza, y libra a Israel y triunfa de Madián; sabe que soy yo quien te ha enviado. Así saludaba el ángel del Señor a Gedeón a quien escogía entre los menores de su pueblo para altos destinos Así podemos saludarte también nosotros, hijo de Francisco de Asís, mientras te pedimos que continúes protegiéndonos siempre. El enemigo que venciste en los campos de batalla no es ya temible para nuestro Occidente; el peligro está más bien donde Moisés lo señalaba a su pueblo: Guardaos bien de olvidar al Señor vuestro Dios... no vaya a ser que después de haberos satisfecho, después de haber levantado hermosas casas, multiplicado vuestros rebaños, vuestro dinero y vuestro oro; después de haber gustado, la abundancia de todas las cosas, vuestro corazón no se eleve y no vuelva a acordarse de quien os ha libertado de la servidumbre. Si el turco hubiera triunfado en la lucha cuyo héroe fuiste, ¿dónde estaría esta civilización de la que estamos tan orgullosos? Después de ti, la Iglesia debió tomar sobre sí la obra de la defensa social que los jefes de las naciones no quisieron asumir. ¡Que el reconocimiento que la es debida preserve a los hijos de la Madre común de este mal del olvido que es el azote de la generación presente! Así mismo agradecemos al cielo el gran recuerdo que por ti hoy nos trae al calendario litúrgico, memorial de las bondades del Señor y de los hechos heroicos de los Santos. Haz que en la lucha, cuyo campo de batalla somos nosotros mismos, el nombre de Jesús ponga siempre en retirada al demonio, al mundo y a la carne; que su Cruz sea nuestro estandarte y que por ella y la muerte a nosotros mismos logremos llegar al triunfo de la resurrección.


SÁBADO DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA (Con Evangelio Comentado)



Este día recibe desde muy antiguo el hombre de Sábado Sitientes por comenzar el Introito de la Misa con esta palabra; la Iglesia con estas palabras de Isaías invita, a los aspirantes al Bautismo a venir a apagar su sed en la fuente de la salvación. En Roma la estación se celebró primero en la Basílica de S, Lorenzo extra-muros; mas como esta iglesia resultaba incómoda, por estar muy apartada, para que se pudiesen reunir los fieles, se designó con buen acuerdo para reemplazarla la iglesia de S. Nicolás in carcere situada en el interior de la ciudad.
COLECTA
Suplicámoste, Señor, hagas que, con tu gracia, sea fructífero el sentimiento de nuestra devoción: porque entonces nos aprovecharán nuestros ayunos, cuando fueren gratos a tu piedad. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del libro de Isaías.
Esto dice el Señor: Te oí en el tiempo propicio, y te auxilié en el día de la salud: y te conservé, y te di en alianza del pueblo, para que resucitaras la tierra, y poseyeras las heredades devastadas: para que dijeras a los que están presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos. Serán apacentados en los caminos, y su pasto estará en todas las llanadas. No tendrán hambre, ni sed, y no les molestarán el calor y el sol: porque les regirá el que tiene piedad de ellos, y les abrevará en las fuentes de las aguas. Y tornaré camino todos mis montes, y serán exaltadas mis sendas. He aquí que éstos vendrán de lejos, y aquéllos del Aquilón, y del mar, y los otros de la tierra austral. Alabad, cielos, y alégrate, tierra; montes, entonad jubilosas alabanzas: porque el Señor ha consolado a su pueblo, y tendrá piedad de sus pobres. Y dijo Sión: Me ha abandonado el Señor, y el Señor se ha olvidado de mí. ¿Acaso puede una mujer olvidarse de su niño, y no compadecerse de su hijo? Y, si ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti: lo dice el Señor omnipotente.
TERNURA DEL PADRE CELESTIAL. — ¡Qué dulces debían ser estas palabras al corazón de los Catecúmenos! ¿Acaso nunca se ha hablado tan elocuentemente del amor del Padre Celestial como lo ha hecho su profeta con estas palabras? Hace entrega a su Hijo Encarnado de toda la tierra, no para juzgarla ni condenarla como se lo merece, sino para salvarla 1. Este divino enviado convoca a todos los que gimen en las mazmorras y languidecen en las tinieblas, para darles la libertad y la luz. Su hambre será aplacada y su sed apagada. Los que poco ha se hallaban jadeantes bajo los rayos de un sol ardiente, ahora encontrarán la más deliciosa frescura a la orilla de las aguas a las que el mismo pastor les conduce. Vienen de lejos; de todos los puntos del cielo; esta fuente inagotable es el lugar de cita de todo el género humano. La gentilidad se llamará en adelante Sión y el Señor "Ama las puertas de esta nueva ciudad más que las tiendas de Jacob"2. No; no la ha olvidado durante los siglos que ha estado adorando a los ídolos; el amor del Señor es tan grande como el de una madre; y si el corazón de la madre estuviere cerrado para siempre a su hijo, el Señor dice que el suyo permanecerá continuamente abierto para Sión.
CONFIANZA. — Tened una confianza sin límites vosotros cristianos que habéis sido admitidos en el seno de la Iglesia, mediante el Bautismo, desde vuestro nacimiento y que, después habéis tenido la desgracia de ofender a Dios. Sí; en este momento en que estáis llenos de la gracia divina, fortalecidos con las santas mortificaciones de la Cuaresma y las oraciones de la Iglesia que intercede por vosotros continuamente, preparáis vuestro retorno al Señor, cumplid las palabras de Dios. Ya veis; nos ha dado a su propio Hijo; le ha encomendado vuestra salvación. ¿Estáis amarrados por las cadenas del pecado? Jesús es poderoso para romperlas. ¿Os halláis en medio de las tinieblas del mundo? El es la Luz. ¿Tenéis hambre? El es Pan de vida ¿Tenéis sed? El es la Fuente de aguas vivas. ¿Os consumen y desfiguran los ardores de la codicia? Arrojaos en la fuente purificadora; no ciertamente a esta primera fuente que os dió la vida tan tristemente perdida; sino a esta otra fuente, es decir, al sacramento de la reconciliación, de donde vuestras almas saldrán renovadas.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo habló Jesús a las turbas de los judíos, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue a mí, no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Dijéronle entonces los judíos: Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no es verdadero. Respondió Jesús, y díjoles: Aunque doy yo testimonio de mi mismo, mi testimonio es verdadero: porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne: yo no juzgo a nadie: y, si juzgo yo, mi juicio es verdadero, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo: y también da testimonio de mí el Padre que me ha enviado. Dijéronle entonces los judíos: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: No me conocéis ni a mí, ni a mi Padre: si me conociéseis a mí, quizás conociérais también a mi Padre. Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el templo: y nadie le prendió, porque aun no había llegado su hora.
HUIR DEL ORGULLO.— ¡Qué contraste se nota entre el lenguaje de Dios que invita a los hombres a recibir a su Hijo como a un libertador y la dureza de corazón de los judíos en el recibimiento que hicieron a este enviado del cielo! Jesús se llama Hijo de Dios y para probar su origen divino, durante tres años está obrando constantemente los prodigios más portentosos. Muchos judíos creyeron en El, porque pensaron que Dios no podría confirmar el error con milagros y aceptaron la doctrina de Jesús como venida del cielo. Los fariseos odian la cruz y aman las tinieblas; su orgullo no se humilla ante la evidencia de los hechos. Unas veces niegan que los prodigios de Jesús sean verdaderos; y otras quieren explicarlos por medio de una intervención diabólica; mas otras intentarán con sus preguntas capciosas tomar un pretexto para hacer comparecer ante el juez al Justo, como un blasfemo o como un violador de la ley. Hoy se atreve desvergonzadamente a objetar a Jesús, el cual, declarándose el enviado de Dios, ha dado testimonio de sí mismo. El Salvador que conoce la maldad de su corazón, se digna aún responder a su impío sarcasmo; mas evita darles una explicación completa. Poco a poco la luz se va alejando de Jerusalén para iluminar otras regiones. Terrible abandono del alma; ha abusado de la verdad y la ha rechazado llevado de su instinto de odio. Es el pecado contra el Espíritu Santo que no se perdona ni en este mundo ni en el otro.
AMAR LA VERDAD. — Dichoso aquel que ama la verdad aunque contrarié sus inclinaciones y perturbe sus ideas. Por que, de este modo, honra la sabiduría de Dios; y aunque la verdad no le guie completamente en todo, al menos no le ha abandonado. Pero aún es mucho más dichoso aquel que entregándose por completo a la verdad sigue a Jesús como su humilde discípulo. Este nos dice el Salvador "No caminará entre tinieblas, sino que posee la luz de la vida." Apresurémonos, pues, a entrar en esta senda abierta por aquel que es nuestra luz y nuestra vida. Siguiendo sus huellas hemos subido la áspera montaña de la Cuaresma, y hemos sido testigos de los rigores de su ayuno; en adelante, en estos días consagrados a la Pasión, nos conviene seguirle en otra montaña, en el Calvario, donde vamos a contemplar sus dolores y su muerte. Seamos ñeles a la cita y obtendremos "la luz de la vida".
ORACIÓN
Humillad vuestras cabezas a Dios.
Concédenos, te rogamos, Dios omnipotente que, pues conocedores de nuestra flaqueza confiamos en tu poder, nos regocijemos siempre de tu piedad. Por el Señor.

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