Onésimo era esclavo de Filemón, personaje importante de Colosa
de Frigia, convertido por San Pablo. Cuando huía de la justicia, después de
haber robado a su amo, Onésimo entró en contacto con San Pablo, quien se
hallaba entonces prisionero en Roma. El Apóstol le convirtió y bautizó y le
envió a la casa de Filemón con una carta de recomendación. Según parece,
Filemón perdonó y puso en libertad a su esclavo arrepentido y le mandó reunirse
de nuevo con San Pablo. San Jerónimo y otros autores, dicen que Onésimo
y Tiquio, el portador de la epístola a los colosenses, llegaron bajo
la dirección del Apóstol, a ser predicadores del Evangelio y obispos. Baronio y
algunos otros confunden a este Onésimo con el que fue obispo de Éfeso, poco
después de San Timoteo, a quien San Ignacio alabó mucho por la caridad que le
había mostrado a su paso para Roma el año 107.
El Martirologio Romano identifica a Onésimo con dicho
obispo de Éfeso, consagrado por San Pablo después del episcopado de
Timoteo, y afirma que el antiguo esclavo fue llevado prisionero a Roma,
donde murió lapidado, y que sus reliquias fueron más
tarde trasladadas a Éfeso. El nombre de Onésimo era muy común,
especialmente entre los esclavos, y existía una tendencia muy clara a
identificar a cualquier Onésimo que se distinguía un poco, con el esclavo
convertido por San Pablo.
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