viernes, 28 de febrero de 2020

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA


SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA - Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger
La Estación está señalada en S. Trifón mártir; mas esta Iglesia del siglo IX fue destruida en 1736, y motivó la traslación a la Iglesia de S. Agustín, construida en el siglo XV, y situada muy cerca del lugar que ocupaba antiguamente S. Trifón.
COLECTA
Escucha, Señor, nuestras súplicas, y haz que celebremos con sincero afecto este solemne ayuno, instituido saludablemente para curar las almas y los cuerpos. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Isaías.
Esto dice el Señor: Si quitares de en medio de ti la cadena, y dejares de extender el dedo, y de hablar lo que no aprovecha; si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, nacerá en las tinieblas tu luz, y tus tinieblas serán como el mediodía. Y el Señor te dará descanso para siempre, y llenará tu alma de resplandores, y librará tus huesos, y serás como huerto regado, y como fuente a la que nunca falta antiguos: levantarás los cimientos de generaciones y generaciones: y serás llamado edificador de vallados, reparador de sendas de paz. Si apartares del sábado tu pie, si hicieres tu voluntad en mi santo día, y llamares al sábado día delicioso, santo y glorioso del Señor, y lo respetares, no haciendo tus caminos, no buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: entonces te deleitarás en el Señor, y yo te elevaré sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con la heredad de tu padre Jacob. Lo ha dicho la boca del Señor.

BUENAS OBRAS

Es el sábado un día lleno de misterios; es el día del descanso del Señor; es símbolo de la paz eterna que saborearemos en el cielo después de los trabajos de la vida presente. Al leernos este paso de Isaías quiere enseñarnos la Iglesia bajo qué condiciones nos cabrá la suerte de tomar parte en el Sábado de la eternidad. Apenas empezamos la penitencia, ya se llega a nosotros la Iglesia, tierna Madre, con palabras llenas de consuelo. Si tachonamos de buenas obras esta santa Cuaresma durante la cual se suspenden las preocupaciones mundanas, la luz de la gracia relumbrará en medio de las tinieblas de nuestra alma. Esta alma sobrado tiempo oscurecida por el pecado, por el amor del mundo y de nosotros mismos, llegará, a resplandecer con resplandores meridianos, la gloria de Cristo resucitado será nuestra propia gloria; y si somos constantes, la Pascua del tiempo nos llevará de la mano a la Pascua de la eternidad. Edifiquemos, pues, lo que en nosotros estaba por los suelos, levantemos los fundamentos, reparemos los portillos; tengamos a raya nuestros pasos, para no quebrantar las santas observancias; no sigamos más nuestros torcidos senderos, no vayamos más de boca en pos de nuestras veleidades opuestas a los preceptos del Señor, y nos otorgará descanso eterno y llenará nuestra alma de sus propios resplandores.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Marcos.
En aquel tiempo, como fuese tarde, estaba la nave en medio del mar, y Jesús estaba solo en tierra. Y, viendo que sus discípulos remaban con gran trabajo (porque les era el viento contrario), fué a ellos, hacia la cuarta vigilia de la noche, caminando sobre el mar: y quería sobrepasarles. Pero ellos, cuando le vieron caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma, y gritaron. Porque todos le vieron, y se asustaron. Y al punto habló con ellos, y les dijo: Confiad: soy yo; no temáis. Y subió a ellos en la nave, y cesó el viento. Y ellos se admiraban aún más en su interior: porque no habían entendido lo de los panes, pues estaba obcecado su corazón. Y, habiendo cruzado el lago, fueron a la tierra de Genesareth, y desembarcaron. Y, tan pronto como salieron de la nave, le conocieron: y, al recorrer toda aquella región, comenzaron a llevarle en sus camillas a los enfermos, donde oían que El se hallaba. Y, por donde quiera que pasaba—villas, aldeas o ciudades—, ponían en las plazas los enfermos, y le rogaban permitiera le tocasen al menos la orla de su vestido: y, todos cuantos le tocaban, sanaban.

LA CUARESMA CON JESÚS

La barca de la Santa Madre Iglesia es botada a alta mar; la travesía durará cuarenta días. Los discípulos de Cristo reman contra el viento y se apodera ya de ellos la inquietud; temen no poder llegar al puerto. Pero Jesús se llega a ellos sobre las olas; sube con ellos a la barca; su travesía será feliz en adelante. Los intérpretes antiguos de la Liturgia nos explanan como sigue la intención de la Iglesia al escoger este paso del Evangelio. Cuarenta días de penitencia son poquísima cosa, coreada con una vida que demasiado frecuentemente se desentiende de Dios; y todavía serían muy pesados a nuestra debilidad si el mismo Salvador no acudiera a recorrerlos con nosotros. Tranquilicémonos: es Jesús. Durante este período salutífero, ruega El con nosotros, ayuna con nosotros y con nosotros ejerce las obras de misericordia. ¿No inauguró, por ventura, El la Cuaresma de las expiaciones? Fijemos nuestra mente en ello y cobremos ánimo. Y si todavía nos sentimos desfallecer, acerquémonos a El como esos enfermos de que nos acaba de hablar el Evangelio. El contacto de sus vestidos bastaba a dar la salud a los que la habían pedido; vayamos a El en el Sacramento de su amor; y la vida divina cuyo germen está asentada en nosotros, se desarrollará más y más, y la energía que comenzaba ya a languidecer en nuestros corazones; surgirá siempre en aumento.
Humillad vuestras cabezas ante Dios.

ORACIÓN
Haz, oh Dios, que tus fieles se fortalezcan con tus dones: para que, recibiéndolos, los busquen y, buscándolos, los reciban sin fin. Por el Señor.

Fuente: Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger 

29 de Febrero 2020: SAN HILARIO, Papa y Confesor

SAN HILARIO, PAPA Y CONFESOR
   
SAN HILARIO, Papa y Confesor

San Hilario nació en Cerdeña. Siendo diácono de Roma fue enviado en 449 por el Papa San León I al concilio de Éfeso en calidad de legado pontificio. Aquí se negó a firmar la deposición de San Flaviano, patriarca de Constantinopla. Temiendo las iras de sus adversarios, Hilario partió ocultamente, llevando consigo la apelación que Flaviano dirigía a San León, texto hallado en 1882 por Amelli en la Biblioteca Capitular de Novara. Ya en Italia, el enviado pontificio escribió a la emperatriz Pulqueria, informándole de lo ocurrido. Todavía diácono, despliega otra actividad muy distinta, de carácter litúrgico: encarga a un tal Victorio de Aquitania la composición de un Ciclo Pascual, donde se intenta fijar la verdadera fecha de la Pascua, punto sobre el que aún no estaban de acuerdo griegos y latinos. El mismo Hilario estudió previamente la cuestión; pero, para informarse de los escritos de aquellos, se valió de traducciones latinas, pues, según parece, no conocía bien el griego. Por lo demás, el cómputo de Victorio fue ley en la Galia hasta el siglo VIII.
   Hilario sucedió a San León en la Sede de San Pedro a fines de 461. Durante sus siete años de pontificado no ocurrieron acontecimientos de gran importancia para la Iglesia universal. El mérito del Santo consiste principalmente en la firme defensa de los derechos de la Iglesia en materia de disciplina y jurisdicción. Ya al año escaso de su consagración, como Pastor Supremo, tuvo que dirigirse a Leoncio, arzobispo de Arlés, pidiendo informes sobre la usurpación del episcopado narbonense, llevada a cabo por Hermes: el Papa se extraña de que, siendo el asunto de la incumbencia de Leoncio, éste no le haya escrito antes sobre el conflicto. Poco después, presente "numeroso concurso de obispos" reúne en Roma un concilio donde, por bien de la paz, se consiente dejar a Hermes en la sede narbonense, pero, para prevenir futuros abusos, se le priva del derecho de ordenar obispos, derecho que pasa a Constancio, prelado de Uzés. La resolución conciliar fue enviada el 3 de diciembre, año 462, a los obispos de la Galia meridional en una carta donde también se prescribe que, convocados por Leoncio, se reúnan cada año, a ser posible, todos los titulares de las provincias eclesiásticas a quienes se dirige el documento, o sea de Viena, Lyon, dos de Narbona y la Alpina: en tales asambleas se han de examinar costumbres y ordenaciones de obispos y eclesiásticos; si ocurren causas más importantes que no puedan "terminar", consulten a Roma.
   Asimismo tuvo que atender Hilario al asunto del arzobispo de Viena, Mamerto, que había consagrado ilegalmente a Marcelo como obispo de Díe. El Papa, manteniendo los principios legales y renunciando a imponer penas (supuesta la sumisión del acusado), remite la cuestión a Leoncio, a quien pertenecía en este caso el derecho de consagrar.
   Abusos semejantes, cometidos en España, fueron considerados en un concilio de 48 obispos que congregó el Papa en Santa María la Mayor (nov. del 465). En la carta referente a este sínodo, enviaba a los prelados de la provincia de Tarragona, que previamente habían consultado a Hilario, manda el Pontífice, entre otras cosas: 1.º Sin consentimiento del metropolitano tarraconense, Ascanio, no sea consagrado ningún obispo. 2.º Ningún prelado, dejando su propia iglesia, pase a otra. 3.º En cuanto a Ireneo, sea separado de la iglesia de Barcelona y retorne a la suya. 4.º A los obispos ya ordenados, los confirma el Papa, con tal que no tengan las irregularidades señaladas en el concilio.
Otro mérito de San Hilario fue el haber impedido la propaganda herética en Roma al macedoniano Filoteo, y esto a pesar del apoyo que encontró el hereje en el nuevo emperador de Occidente, Antemio. 
   Tal rectitud de Hilario en lo tocante a la disciplina y a la fe, brota de lo que podríamos llamar norma de su vida y su gobierno: "En pro de la universal concordia de los sacerdotes del Señor, procuraré que nadie se atreva a buscar su propio interés, sino que todos se esfuercen en promover la causa de Cristo" (epist. Dilectioni meae, a Leoncio, ed. Thiel, 1,139).
   En cuanto a lo referente a la piedad personal y fomento del culto, señalemos que Hilario edificó, entre otros, dos oratorios en la basílica constantiniana de Letrán: el de San Juan Bautista y el de San Juan Evangelista. Otro, dedicado a la Santa Cruz, con ocho capillas, se alzaba al noroeste de aquél. El Papa profesaba especial devoción al santo Evangelista, pues a él atribuía el haberse salvado de los peligros que corrió en el Latrocinio de Éfeso: en señal de gratitud hizo grabar a la entrada del oratorio la siguiente inscripción: "A su libertador, el Beato Juan Evangelista, Hilario obispo, siervo de Dios". A este mismo Papa atribuye el Liber Pontificalis la construcción de un servicio de altar completo, destinado a las misas estacionales: un cáliz de oro para el Papa; 25 cálices de plata para los sacerdotes titulares que celebraban con él; 25 grandes vasos para recibir las oblaciones de vino presentadas por los fieles y 50 cálices ministeriales para distribuir la comunión. El servicio se depositaba en la iglesia de Letrán o en Santa María la Mayor, y el día de estación se transportaban los vasos sagrados a la iglesia donde iba a celebrarse la asamblea litúrgica. También levantó Hilario un monasterio dedicado a San Lorenzo, y cerca de él una casa de campo, probablemente residencia o "villa" papal con dos bibliotecas.
   Murió el Santo el 9 de febrero de 468. Fue enterrado en San Lorenzo extra muros. Largo tiempo se celebró su aniversario el 10 de septiembre, conforme a ciertos manuscritos jeronimianos; pero ya desde la edición de 1922 del Martirologio Romano, se trasladó su memoria al 28 de febrero.  

ORACIÓN
Haced, Señor, que la intercesión de San Hilario, nos haga agradables a Vuestra Majestad, y que obtengamos por sus oraciones las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.

28 de Febrero 2020: SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, Confesor



 SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA
Confesor

El 1 de marzo de 1838 nació en el pueblecito de Asís (Italia) un niño llamado Francisco que, como el famoso fundador de los franciscanos, llegó a ser santo. Era el undécimo de trece hermanos y quedó huérfano de madre a los cuatro años. Francisco (que tomó mas tarde como nombre religioso Gabriel de la Dolorosa) tenía un “temperamento suave, jovial, insinuante, decidido y generoso, poseía también un corazón sensible y lleno de afectividad… Era de palabra fácil apropiada, inteligente, amena y llena de una gracia que sorprendía…”.

De estatura más bien alta (medía 1,70 metros), tenía “buena voz, era ágil y bien formado”.

Con su familia se trasladó a Spoleto donde, como el otro Francisco, era un líder de los jóvenes. Allí fue a la escuela de los hermanos de las Escuelas Cristianas, y al liceo clásico con los jesuitas. Le agradaba mucho el canto, y consiguió premios en poesía latina y en las veladas teatrales. Era un joven dinámico, con una gran pasión por su fe cristiana. En su habitación había colocado una escultura de la Piedad para su veneración íntima.

Cuando iba al teatro Meliso con su padre, muchas veces salía a escondidas para ir a rezar bajo el pórtico de la catedral, que estaba muy cerca; después regresaba antes de que concluyera la función para salir con los demás espectadores. Algunas veces usaba cilicio y se sabe que en una ocasión rechazó las proposiciones deshonestas de un libertino, amenazándole con una navaja.
Aunque no hay razones para creer que haya perdido la inocencia bautismal, ni quebrantado gravemente la ley de Dios, lo cierto es que durante su vida de religioso, el santo no veía con buenos ojos esa primera parte de su vida. Más tarde escribió a un amigo:

Querido Felipe, si realmente amas a tu alma, apártate de las malas compañías y no frecuentes el teatro. Yo sé por experiencia, cuán difícil es salir de él en estado de gracia; por lo menos constituye un grave peligro. Evita las reuniones mundanas y las malas lecturas. Creo, te lo aseguro, que, si hubiese permanecido en el mundo, no habría conseguido la salvación de mi alma. Dime: ¿No crees que yo me divertí bastante? Pues bien, el resultado de todo ello no es más que la amargura y el temor. No te rías de mí, Felipe, porque te estoy hablando con el corazón en la mano. Te ruego que me perdones, si alguna vez te escandalicé. Y retiro todo el mal que pueda haber dicho de otros delante de ti. Perdóname y pide que Dios me perdone también.
Probablemente el tono de autoacusación de esta carta se debe a la sensibilidad de conciencia que el santo desarrolló durante el noviciado

El 22 de agosto de 1856 estaba asistiendo a la procesión de la “Santa Icone”, una imagen mariana venerada en Spoleto, cuando la Virgen María le habló al corazón para invitarle con apremio: “Tú no estás llamado a seguir en el mundo. ¿Qué haces, pues, en él? Entra en la vida religiosa” (Fuentes, p. 208). El 10 de septiembre de 1856 entró en el noviciado pasionista de Morrovalle (Macerata) y tomó el nombre religioso de Gabriel. Tenía solo 18 años. Su entrega fue con todo su corazón y en la vida religiosa encontró su felicidad: “La alegría y el gozo que disfruto dentro de estas paredes son indecibles” (Escritos, p. 185). Sus mayores amores eran Jesús Crucificado, la Eucaristía y la Virgen María.

En el convento de Isola, cuando los primeros rayos del sol entraban por la ventana de su celda en la mañana del 27 de febrero de 1862, Gabriel, sumido en éxtasis de amor y rodeado por los religiosos que lloraban junto a su lecho, abandonó la tierra y fue al cielo, invitado por la Virgen María.
Treinta años más tarde, El 17 de octubre de 1892, se iniciaron lo trámites para inscribirlo entre los santos ya que la devoción de los fieles y los milagros que realizaba eran muchos.
Fue canonizado por Benedicto XV en 1920.

Declarado copatrón de la juventud católica Italiana, 1926. Santa Gemma al leer la vida de San Gabriel de la Dolorosa quedó profundamente vinculada espiritualmente con él y este se le apareció en muchas ocasiones para guiarla y consolarla.

Fuente.: eltestigofiel.org

28 de Febrero: SAN LEANDRO, Obispo y Confesor



SAN LEANDRO,
Obispo y Confesor

n. hacia el año 534 en Cartagena, España;
† hacia el año 596 en Sevilla, España

Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (Mateo 22, 37)

+ En ísola del Abruzzo, san Gabriel de la Virgen Dolorosa, Clérigo de la Congregación llamada de la Cruz y Pasión del Señor, y Confesor; el cual, esclarecido con grandes méritos en el breve curso de su vida, y con milagros después de la muerte, fue puesto en el catálogo de los santos por el Papa Benedicto XV.

+ En Roma, el triunfo de los santos Mártires Alejandro, Abundio, Antígono y Fortunato.

+ En Alejandría, el suplicio de san Julián, Mártir, que, padeciendo de gota hasta el punto de no poder andar ni mantenerse en pie, fue presentado al Juez con dos criados suyos, que le llevaban en una silla; de éstos, el uno negó la fe; el otro, llamado Euno, perseveró con su amo en la confesión de Cristo. Ambos, Julián y Euno, puestos en sendos camellos, fueron paseados por toda la ciudad, cruelmente azotados, y por último, encendida una hoguera, quemados en medio del pueblo, que lo contemplaba.

+ En el mismo lugar, san Besa, soldado, el cual, como refrenase a los que insultaban a dichos Mártires, llevado al Juez y confesando constantemente la fe, fue decapitado.

+ En Sevilla de España, el tránsito de san Leandro, Obispo de la misma ciudad, hermano de los santos Isidoro Obispo y Florentina Virgen; el cual, con su predicación e industria, y con la ayuda del Rey Recaredo, convirtió a la nación Visigoda, de la impiedad Arriana a la fe católica.

+ En Constantinopla, los santos Confesores Basilio y Procopio, que en tiempo del Emperador León combatieron valerosamente por el culto de las sagradas Imágenes.

+ En Lyon de Francia, san Baldomero, Subdiácono, varón consagrado a Dios, cuyo sepulcro resplandece con frecuentes milagros.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SAN LEANDRO,
Obispo y Confesor

De ordinario se representa a San Leandro teniendo en la mano un corazón envuelto en llamas, símbolo de su amor por Dios. Nombrado obispo de Sevilla, comunicó a su rebaño los ardores celestiales que consumían su alma e ilustró a los arrianos con sus sabios escritos. Sus elocuentes predicaciones convirtieron a la fe a Recaredo, que fue el primer rey católico de España. Murió en el año 596.

MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR DE DIOS

I. Debes amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente; es decir, tus pensamientos, tus palabras, tus acciones deben ser para Él; has de pensar sólo en Él, vivir sólo por Él, desearlo sólo a Él. Si lo posees, posees todo; si lo pierdes, pierdes todo. ¿Qué has amado hasta este momento? No lo podrías pensar sin avergonzarte. ¡Oh Jesús! hazte conocer de los hombres y te amarán. Porque te conozco poco es que te amo poco (San Agustín).

II. Ama a Dios más que a todas las cosas del mundo, pues Él excede infinitamente a todo lo que existe en el universo. Entra un poco en ti mismo; ¿tienes más amor por Dios que el que tienes por tus parientes, tus amigos, tus placeres, tus riquezas, tu felicidad? ¿Estás presto a perder todos esos bienes y la vida misma antes que perder su amistad? Si no te hallas en esta disposición, no amas a Dios; y aunque digas cien veces al día que lo amas de todo tu corazón, tus acciones desmentirían tus palabras. Ama al que es para ti todo lo que existe de amable y de deseable (San Bernardo).

III. ¿Quieres saber si amas a Dios? Mira si observas sus mandamientos. Jesucristo mismo nos dice: Aquél que conoce mis mandamientos y los observa, ése me ama. Quien obre de otro modo, injustamente se lisonjea de amar a Dios; ¡Jesucristo promete y da tan grandes recompensas a los que lo aman y obedecen, y uno ni siquiera se inquieta por ello!

El amor de Dios.

Orad por la paz entre las naciones cristianas.

ORACIÓN
Oh Dios todopoderoso, haced que esta augusta solemnidad del bienaventurado Leandro, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación.
Por J. C. N. S.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.

28 de Febrero 2020: Viernes después de Ceniza

VIERNES DESPUÉS DE CENIZA - Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger
La Estación de hoy se celebra en la iglesia de los santos Mártires Juan y Pablo.
COLECTA
Suplicámoste, Señor, prosigas con tu benigno favor los ayunos comenzados: para que la penitencia, que practicamos corporalmente, podamos observarla también con corazones sinceros. Por el Señor.
EPISTOLA
Lección del Profeta Isaías.
Esto dice el Señor, Dios: Clama, no ceses, levanta tu voz como una trompeta, y anuncia a mi pueblo sus crímenes, y sus pecados a la Casa de Jacob. Porque me buscan de día en día, y quieren saber mis caminos: como gente que hubiese obrado la justicia, y no hubiese abandonado la ley de su Dios: pídenme derechos de justicia: quieren acercarse a Dios. ¿Por qué hemos ayunado, y no nos has mirado? ¿Por qué humillamos nuestras almas, y lo ignoraste? Porque en el día de vuestro ayuno se encuentra vuestra voluntad, y porque demandáis a todos vuestros deudores. Porque ayunáis para seguir pleitos y contiendas, y para herir con el puño sin piedad. No ayunéis como hasta este día, para que vuestro clamor sea oído en lo alto. ¿Acaso consiste el ayuno, que yo he elegido, en que el hombre aflija su alma durante el día; en que encorve su cabeza como un junco y se cubra de saco y ceniza? ¿Llamáis a esto ayuno y día agradable a Dios? ¿Acaso el ayuno que yo he elegido no consiste más bien en desatar los lazos de la impiedad, en deshacer los haces de opresión, en dejar libres a los quebrantados y en que rompáis todo yugo? Parte tu pan con el hambriento, y mete en tu casa a todos los pobres y errantes. Cuando veas un desnudo, cúbrele, y no desprecies tu carne. Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se verá muy presto, y tu justicia irá delante de tu cara, y la gloria del Señor te protegerá. Entonces invocarás, y el Señor te oirá: clamarás, y El dirá: Aquí estoy. Porque yo, el Señor, tu Dios, soy misericordioso.
AYUNO AGRADABLE A DIOS
El objeto de la lectura precedente es señalar las disposiciones requeridas para llevar a cabo felizmente el ayuno. El Señor había prescrito el ayuno a su pueblo. Declara que el ayuno de alimentos materiales, no es nada si los que lo practican, no ponen limite a sus iniquidades. Dios exige el sacrificio del alma. Dios vivo no puede consentir le traten como a los dioses de madera y piedra que adoraban los Gentiles. Bastábales homenajes exteriores, pues eran dioses ciegos e insensibles. No venga el hereje, a echar en cara a la Iglesia, estas prácticas que osa censurar de materiales; es él quien, al pretender desligar al cuerpo de todo yugo, sé precipitó en la materia. Los hijos de la Iglesia ayunan porque el antiguo y Nuevo Testamento recomiendan el ayuno a cada paso, porque el mismo Jesucristo ayunó cuarenta días. Pero no aprecian esta práctica que se les impera de tan arriba, más que en la medida que la ven autorizada y completada por el homenaje de un corazón resuelto a reformar sus aviesas inclinaciones. El cuerpo es el culpable de la perversidad del alma. Sería justo que se someta al sufrimiento mientras que ella continuara imperturbable el curso de sus malvadas obras. Además, los que por salud delicada se sienten impedidos en este santo tiempo a someterse a las satisfacciones exigidas del cuerpo, no están descartados de la obligación en que están de imponer a su alma ese ayuno espiritual que estriba en la enmienda de la vida, huida de cuanto trascienda al mal y esmero en darse a todo género de buenas obras.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien: y orad por los que os persiguen y calumnian: para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre los buenos y los malos, y llueve sobre los justos y los injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también eso los publicanos? Y, si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen también eso los paganos? Sed, pues, perfectos, como también es perfecto vuestro Padre celestial. Cuidad no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos: porque, si así fuere, no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Cuando des, pues, limosna, no toques la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas, y en las plazas, para ser honrados por los hombres. En verdad os digo: Ya han recibido su recompensa. Mas, cuando tú des limosna, sea de modo que tu izquierda ignore lo que haga tu diestra: para que tu limosna sea oculta, y tu Padre, que ve en lo oculto, te lo recompensará.
LIMOSNA
Hermana de la oración y del ayuno es la limosna, tercera de las obras fundamentales de penitencia cristiana. La Iglesia nos propone hoy las enseñanzas del Salvador sobre el modo de llevar a cabo las obras de misericordia. Jesucristo nos manda amar a nuestros semejantes, sin distinción de amigos y enemigos. Dios les ha creado a todos, a todos ama; ser misericordioso para con todos nos obliga por tanto a nosotros. Si viven de continuo en el mal se digna soportarlos y aguarda su vuelta hasta el fin de sus días; ni uno solo se pierde si no es por su propia culpa. ¿Cuál ha de ser nuestra actitud para con ellos? Somos pecadores y ellos nuestros hermanos, sacados, como nosotros, de la nada. Es pues honra para Dios le sirvamos, le asistamos, en los hombres de quien es Padre. La Caridad, reina de las virtudes, encierra en sí el amor al prójimo, como secuela necesaria del amor a Dios mismo. Es deber sagrado para los miembros de la gran familia humana; pero es, así-mismo, a los ojos de Dios, en los actos que la caridad inspira, una obra de penitencia, teniendo en cuenta las privaciones que impone y repugnancias que supera al llevarla a cabo. Notemos, también, cómo reitera el Señor respecto a la limosna, el consejo que nos da sobre el ayuno: Hemos de evitar todo aparato y ostentación. La penitencia es humilde y callada, no desea las miradas de los hombres; búscale como testigo, el ojo que escudriña en el secreto.
Humillad vuestras cabezas ante Dios.
ORACION
Protege, Señor, a tu pueblo, y purifícalo clemente de todos sus pecados: porque no le dañará ninguna adversidad, si no le dominare ninguna iniquidad. Por el Señor.

FuenteAño Litúrgico - Dom Prospero Gueranger (Tomado de Católicos Alerta)

jueves, 27 de febrero de 2020

27 de Febrero 2020: Jueves después de Ceniza

JUEVES DESPUES DE CENIZA - Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger
La ley del ayuno nos obliga desde ayer; no entramos, sin embargo, todavía en la Cuaresma propiamente dicha. La solemnidad se iniciará el próximo sábado a Vísperas. Para distinguir precisamente estos cuatro días" añadidos del resto de la santa Cuaresma, continúa la Iglesia cantando las Vísperas a la hora ordinaria y permite a sus ministros rompan el ayuno antes de haber cumplido con el rezo de este Oficio. Desde el sábado ya será otra cosa; cada día, a excepción del domingo que no admite ayuno, las Vísperas de feria y fiestas serán anticipadas de manera que, a la hora en que los fieles toman la refección ordinaria, se haya celebrado ya el Oficio vespertino. Es un recuerdo de la Iglesia primitiva. Entonces los fieles no interrumpían el ayuno antes de la puesta del sol, hora a que corresponde el Oficio de Vísperas.
La Santa Madre Iglesia ha distinguido estos tres días que siguen al miércoles de Ceniza, señalando para cada uno de ellos una lectura del Antiguo Testamento y otra del santo Evangelio, para que se lean en la misa; las daremos aquí acompañadas de algunas reflexiones y precedidas de la Colecta propia de cada día.
La Estación en Roma se celebra en S. Jorge in Velabro. Posee la cabeza de este mártir que el Papa Zacarías (741-752) llevó de Letrán.
COLECTA
Oh Dios, que te ofendes con la culpa y te aplacas con la penitencia: escucha propicio las preces de tu pueblo suplicante, y aleja de nosotros los castigos de tu ira, que merecemos por nuestros pecados. Por el Señor.
EPISTOLA
Lección del Profeta Isaías.
En aquellos días enfermó de muerte el rey Ezequías: y entró a él Isaías, hijo del Profeta Amos, y le dijo: Esto dice el Señor: Dispon de tu casa, porque morirás, y no vivirás. Y volvió Ezequías su rostro hacia la pared, y oró al Señor, y dijo: Suplicóte, Señor, te acuerdes de cómo he caminado delante de ti en verdad, y con corazón perfecto, y de cómo he obrado el bien ante tus ojos. Y lloró Ezequías con grande llanto. Y habló el Señor a Isaías, diciendo: Vete, y di a Ezequías: Esto dice el ¡Señor, Dios de tu padre David: He oído tu oración, y he visto tus lágrimas: he aquí que añadiré quince años a tus días: y te libraré de la manó del rey de los Asirios, y también a tu ciudad, y la protegeré dice el Señor omnipotente.
PREPARACIÓN A LA MUERTE
Ayer nos ponía la Iglesia ante nuestros ojos la certeza de la muerte. Moriremos; está empeñada en ello la palabra de Dios y no puede figurarse ningún hombre razonable, que puede él sólo objeto de privilegiada excepción. Mas si el hecho de que hemos de morir es indudable, no estamos cierto del día preciso en que dejaremos de existir. Juzga Dios oportuno ocultárnoslo, en los designios de su sabiduría; es nuestro asunto el vivir de modo que no nos sorprenda desprevenidos. Por ventura esta tarde vendrá a decirnos como a Ezequías: "Arregla los negocios de tu casa porque vas a morir." Hemos de vivir en espera de esta nueva, y si Dios nos otorgara prolongación de vida como al Rey de Judá, forzoso es llegar pronto o tarde al último trance; más allá ya no hay tiempo, sino eternidad. Al disponer la Iglesia que buceemos en la vanidad de nuestra existencia, quiere fortalecernos contra las seducciones del presente, a fin de que nos entreguemos de lleno a esa obra de regeneración para la que nos viene preparando casi desde hace tres semanas. ¡Cuántos cristianos, que ayer recibieron la ceniza, no presenciarán en la tierra las alegrías de la Pascua! ¿Seremos nosotros, por ventura, del número de víctimas destinadas a muerte tan cercana? ¿Quién de nosotros osará afirmar lo contrario? En tal certidumbre aceptemos con agradecimiento la sentencia del Señor: "Haced penitencia, porque el reino de Dios está cerca'".
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaum, se acercó a El un centurión, rogándole y diciendo: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, y es muy atormentado. Y le dijo Jesús: Iré yo, y le curaré. Y, respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo: dilo sólo de palabra, y sanará mi siervo. Porque también yo soy un hombre, constituido bajo potestad, que tengo soldados a mis órdenes. Y le digo a éste: Vete, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírle Jesús, se admiró, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo: No he hallado una fe tan grande en Israel. Y también ós digo que vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se sentarán, con Abrahán e Isaac y Jacob, en el reino de los cielos: mas los hijos del reino serán arrojados en las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el crujir de dientes. Y dijo Jesús al centurión: Vete; y, como has creído, te suceda. Y sanó su siervo en aquel instante.
LA ORACIÓN.
Las Sagradas Escrituras, los Santos Padres y los teólogos católicos distinguen tres clases de obras penitenciales: oración, limosna y ayuno. En las lecturas que nos proporciona la Iglesia los primeros días de la Cuaresma, pretende adoctrinarnos sobre el modo de cumplir estas tres obras; hoy, nos recomienda la oración. El centurión viene a implorar del Señor la curación del criado. Su oración es humilde: de lo íntimo de su corazón se considera indigno de recibir la visita de Jesús. Aparece henchida de fe; no duda un instante que el Señor podrá seguramente otorgarle lo que pide. ¡Con qué ingenioso ardor exhibe la demanda! La fe de este pagano sobrepasa la de los hijos de Israel y merece la admiración del Hijo de Dios. Así debe ser nuestra oración, cuando imploramos el remedio de nuestras almas. Reconozcamos que somos indignos de hablar a Dios; insistamos, sin embargo, con fe inquebrantable; su poder y su bondad exigen de nosotros la oración para galardonarla con la efusión a manos llenas de sus misericordias. El tiempo en que estamos es tiempo de oración. Reitera la Iglesia sus plegarias apremiantes; las ofrenda por nosotros; no consintamos dejarla rogar sola. Depongamos nuestra tibieza, y acordémonos que si todos los días pecamos, la oración repara nuestras faltas y nos preservará de cometer otras de nuevo.
OFERTORIO
Salmo 24, 1-3 — A Tí, Señor, levanto mi alma: Dios mío en Tí confío; no quede yo avergonzado, ni se burlen de mi mis enemigos; pues nadie que espera en Ti quedará confundido.
SECRETA
Rogámoste Señor, mires con agrado el sacrificio presente a fin de que aproveche para nuestra devoción y Salud. Por N. S. J.
COMUNIÓN
Salmo 50, 21 — Aceptarás, Señor, el sacrificio de justicia, las ofrendas y holocaustos sobre tu altar.
POSCOMUNIÓN
Recibida la bendición del don celestial, te rogamos humildemente, Dios todopoderoso, que así como nos es sacramento, nos sea también causa de nuestra salud.
ORACION SOBRE EL PUEBLO
Oremos: Humillad vuestras cabezas ante Dios. — Perdona, Señor, perdona a tu pueblo: para que, castigado con justas flagelaciones, respire por tu misericordia. 

Por el Señor. Fuente: Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger (Tomado de Católicos Alerta)


27 de Febrero: SAN NÉSTOR, Obispo y Mártir



SAN NÉSTOR,
Obispo y Mártir

† crucificado hacia el año 251

Si es preciso gloriarme de alguna cosa, me gloriaré de aquéllas que son propias de mi flaqueza. (2 Corintios 11, 30)

+ En Perga de Panfilia, el triunfo de san Néstor, Obispo; el cual, en la persecución de Decio, suplicando insistentemente a Cristo día y noche que custodiase su grey, fue preso, y luego, por confesar con admirable libertad y alegría el nombre del Señor, fue atormentado cruelmente en el potro, de orden del Presidente Folión, y, por último, protestando constantemente que estaría siempre unido a Cristo, colgado de una cruz voló vencedor al cielo.

+ En la misma ciudad, el suplicio de los santos Papías, Diodoro, Conón y Claudiano, que precedieron a san Néstor en el martirio.
También los santos Mártires Fortunato, Félix y otros veintisiete.

+ En Alejandría, san Alejandro, Obispo, glorioso anciano, sucesor de san Pedro, Obispo de la misma ciudad, que, inflamado en el celo de la fe, arrojó de la Iglesia a su Presbítero Arrio, contaminado con la herética impiedad y convencido con la verdad divina; después, entre los trescientos dieciocho Padres del Concilio Niceno, condenó a dicho heresiarca.

+ En Bolonia, san Faustiniano, Obispo; el cual, con la virtud de su predicación, confirmó y acrecentó aquella Iglesia, vejada por la persecución de Dioclecianó.

+ En Gaza de Palestina, san Porfirio, Obispo, que, imperando Arcadio, echó por tierra el ídolo Marna y su templo, y, después de muchos tormentos, descansó en el Señor.

+ En Florencia, san Andrés, Obispo y Confesor.

+ En territorio de Arcis, en Francia, san Víctor, Confesor, cuyas alabanzas escribió san Bernardo.

+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SAN NÉSTOR,
Obispo y Mártir

Como supiese San Néstor que se le buscaba para ser martirizado, dijo adiós a todos sus servidores y se presentó a los soldados que iban a prenderlo. Le prometieron hacerle sumo sacerdote de los ídolos, si quería renunciar a la fe. Mas prefirió el oprobio de la cruz a todos los honores de la gentilidad. Se le extendió en el potro y se le puso en una cruz; en todas partes alababa a Dios, e invitaba a los demás a que lo reconocieran y lo adoraran con él.

MEDITACIÓN SOBRE LA VERDADERA GLORIA

I. Cristiano, ¿en qué haces consistir la verdadera gloria? Si tienes el espíritu del mundo, me responderás: “La verdadera gloria consiste en las riquezas, en las dignidades, en los honores, en el saber”. Para adquirir esta falsa reputación, expónense los bienes, la salud, la vida, el alma. ¿Para qué te servirá esta gloria después de la muerte? ¿Qué importa a los condenados que los alaben donde ya no están, si son torturados donde están? (San Agustín).

II. La verdadera gloria procede de Dios; servir a un tan grande Señor es ya ser rey. ¡Qué dicha contar con la aprobación de Dios y de la corte celestial y esto por toda una eternidad! Además, ¿qué gloria humana puede compararse con la que los santos reciben aquí abajo durante su vida y después de su muerte y con la que gozan en el cielo? Ambicioso, he aquí algo con qué contentarte: el mundo no tiene sino un falso esplendor, Jesucristo tiene para ti honores y recompensas sólidas y eternas; búscalos, si amas la gloria. Si nos seducen las riquezas y los honores, que sean las verdaderas riquezas y los verdaderos honores (San Euquerio).

III. Para adquirir esta gloria es preciso despreciar la del mundo, es menester hacer grandes cosas y soportar grandes sufrimientos por Jesucristo. He ahí los tres grados por donde se ha de subir a la gloria. ¿Has despreciado tú la gloria del mundo? ¿Qué cosa grande has emprendido por Jesucristo? ¿Qué has sufrido? Comienza por las cosas pequeñas: no te faltarán ocasiones, no faltes tú mismo en las ocasiones.

La humildad.

Orad por el acrecentamiento de esta virtud.

ORACIÓN
Dios todopoderoso, mirad nuestra flaqueza; ved cuán agobiados estamos bajo el peso de nuestros pecados, y fortificadnos por la intercesión del bienaventurado Néstor, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S.

Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Sermones del Miércoles de Ceniza - P. Ariel Damin - 2020







Aclaración:

El Padre Ariel Damin ha predicado dos sermones penitenciales el Miércoles de Ceniza. El Primero a primera hora en Apostolado en Buenos Aires; en el Oratorio Nuestra Señora del Rosario de Fátima; el Segundo en Nuestra Misión en San Martín, Mendoza; en la Capilla Nuestra Señora de Lourdes; siendo celebrada la Santa Misa por otro sacerdote.

martes, 25 de febrero de 2020

Miércoles de Ceniza



MIÉRCOLES DE CENIZA

Exposición Dogmática

Invitación del Profeta
Hervía ayer el mundo en los placeres, y los mismos cristianos se entregaban a expansiones permitidas; mas ya de madrugada ha resonado a nuestros oídos la trompeta sagrada de que nos habla el Profeta (1). Anuncia la solemne apertura del ayuno cuaresmal, el tiempo de expiación, la proximidad más inminente de los grandes aniversarios de nuestra Redención. Arriba, pues, cristianos, preparémonos a combatir las batallas del Señor.
Armadura Espiritual
En esta lucha, empero, del espíritu contra la carne, hemos de estar armados, y he aquí que la Iglesia nos convoca en sus templos para adiestrarnos en los ejercicios, en la esgrima de la milicia espiritual. S. Pablo nos ha dado ya a conocer al pormenor las partes de nuestra defensa: "Ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies prontos para anunciar el Evangelio de la paz. Embrazad en todo momento el escudo de la fe y la esperanza de salvaros por yelmo que proteja la cabeza'"(2). El Príncipe de los Apóstoles viene por su parte a decirnos: "Cristo padeció en la carne, armáos también vosotros del mismo pensamiento"(3). La Iglesia nos recuerda hoy estas enseñanzas apostólicas, pero añade por su parte otra no menos elocuente, haciéndonos subir hasta el día de la prevaricación, que hizo necesarios los combates a que nos vamos a entregar, las expiaciones que hemos de pasar.
Enemigos con quienes hemos de luchar
Dos clases de enemigos se nos enfrentan decididos: las pasiones en nuestro corazón y los demonios por de fuera. El orgullo ha acarreado este desorden. El hombre se negó a obedecer a Dios. Dios le ha perdonado, con la dura condición de que ha de morir. Le dijo, pues: "Polvo eres, hombre, y en polvo te volverás"(4). ¡Ay! ¿cómo olvidamos este saludable aviso? Hubiera bastado sólo él para fortalecernos contra nosotros mismos persuadidos de nuestra nada, no nos hubiéramos atrevido a quebrantar la ley de Dios. Si ahora queremos perseverar en el bien, en que la gracia de Dios nos restableció, humillémonos, aceptemos la sentencia y consideremos la vida como sendero más o menos corto que acaba en la tumba. Con esta perspectiva, se renueva todo, todo se explica. La bondad inmensa de Dios que se dignó amar a seres condenados a la muerte se nos presenta todavía más admirable; nuestra insolencia y nuestra ingratitud contra quien desafiamos en los breves instantes de nuestra existencia nos parece cada vez más para sentida, y la reparación que podemos hacer y que Dios se digna aceptar, más puesta en razón y salutífera.
Imposición de la Ceniza
Este es el motivo que decidió a la Iglesia, cuando juzgó oportuno anticipar de cuatro días el ayuno cuaresmal, a iniciar este santo tiempo, señalando con ceniza la frente culpable de sus hijos y repitiendo a cada uno las palabras del, Señor que nos condenan a muerte. El uso, sin embargo, como signo de humillación y penitencia, es muy anterior a la presente institución y la vemos practicada en la antigua alianza. Job mismo, en el seno de la gentilidad, cubría de ceniza su carne herida por la mano de Dios, e imploraba de este modo su misericordia (5). Más tarde el salmista en la contrición viva de su corazón, mezclaba ceniza con el pan que comía (6) y análogos ejemplos abundan en los Libros históricos y en los Profetas del Antiguo Testamento. Y es que vivamente sentían entonces ya la relación que hay entre ese polvo de un ser materialmente quemado y el hombre pecador, cuyo cuerpo ha de ser reducido a polvo al fuego de la divina justicia. Para salvar por de pronto al alma, acudía el pecador a la ceniza y reconociendo su triste fraternidad con ella, se sentía más a resguardo de la cólera de Aquel que resiste a los soberbios y tiene a gala perdonar a los humildes.
Penitentes Públicos
El uso litúrgico de la ceniza el miércoles de Quincuagésima, no parece haberse dado en los comienzos a todos los fieles, sino tan sólo a los culpables de los pecados cometidos a la penitencia pública de la Iglesia. Antes de Misa se presentaban en el templo donde todo el pueblo se hallaba congregado. Los sacerdotes oían la confesión de sus pecados, y después los cubrían de cilicios y derramaban ceniza en sus cabezas. Después de esta ceremonia clero y pueblo se postraban en tierra y rezaban en voz alta los siete salmos penitenciales. Tenía lugar después la procesión en la que los penitentes iban descalzos; a la vuelta eran arrojados solemnemente de la Iglesia por el Obispo que les decía: "Os arrojamos del recinto de la Iglesia por vuestros pecados y crímenes, como Adán, el primer hombre fué arrojado del paraíso por su desobediencia." Cantaba a continuación el clero algunos responsorios sacados del Génesis, en los que se recordaban las palabras del Señor, que condenaban al hombre al sudor y trabajo en esta tierra ya maldita. Cerraba en seguida las puertas de la Iglesia. Y los pecadores no debían pasar sus umbrales hasta volver Jueves Santo, a recibir con solemnidad la absolución.
Extensión del Rito Litúrgico
Después del siglo XI empezó a caer en desuso la penitencia pública; en cambio, la costumbre de imponer la ceniza a todos los fieles este día, llegó a generalizarse y se ha clasificado entre las ceremonias esenciales de la Liturgia romana (7). Antiguamente se acercaban descalzos a recibir este aviso de la nada del hombre, y aun en pleno siglo XII el mismo Papa salía de Santa Anastasia a Santa Sabina donde se celebraba la Estación y hacía el recorrido descalzo, lo mismo que los Cardenales de su cortejo. La Iglesia ha cedido en esta severidad exterior, sin dejar de tener estima grande de los sentimientos que tan imponente rito debe producir en nuestras almas.
Como acabamos de insinuar, la estación en Roma se celebra hoy en Santa Sabina, sobre el Monte Aventino. Bajo los auspicios de esta santa mártir se inicia la penitencia cuaresmal.
Empiezan las sagradas ceremonias por la bendición de la ceniza. Proceden de los ramos benditos el año anterior el, domingo antes de Pascua.

La bendición que reciben en este nuevo estado tiene por finalidad hacernos más dignos del misterio de contrición y humildad que ha de significar.
Canta el coro en primer lugar esta antífona que implora la misericordia divina.
ANTÍFONA
Escúchanos, Señor, porque tu misericordia es benigna: míranos, Señor, según la muchedumbre de tus misericordias.-—Salmo: Sálvame, oh Dios, porque las aguas han penetrado hasta mi alma. Y. Gloria al Padre. Escúchanos...
El sacerdote teniendo en el altar la ceniza, pide a Dios las haga instrumento de santificación en favor nuestro.
ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, perdona a los penitentes, sé propicio con los suplicantes: y dígnate enviar desde el cielo a tu Ángel, el cual ben † diga, y santi † fique estas cenizas, para que sean saludable remedio a todos los que imploren humildemente tu santo nombre, a los que se confiesen de sus pecados y a los que lloren sus crímenes delante de tu majestad o invoquen rendida y porfiadamente tu serenísima piedad; y haz que, por la invocación de tu santísimo nombre, todos los que fueren signados con ellas, para redención de sus pecados, alcancen la salud del cuerpo y la tutela del alma. Por Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.

ORACIÓN
Oh Dios, que no deseas la muerte, sino la penitencia de los pecadores: contempla benignísimo la fragilidad de la condición humana; y dígnate, por tu piedad, ben t decir estas cenizas, que vamos a imponer sobre nuestras cabezas, para profesar humildad y alcanzar el perdón: a fin de que, puesto que nos reconocemos ceniza y que, por causa de nuestra depravación, nos hemos de convertir en polvo, merezcamos alcanzar misericordiosamente el perdón de todos los pecados y los premios prometidos a los penitentes. Por Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.
ORACIÓN
Oh Dios, que te doblegas con la humillación y te aplacas con la satisfacción: inclina a nuestras preces el oído de tu piedad; y derrama propicio la gracia de tu bendición sobre las cabezas de tus siervos, signadas con la unción de estas cenizas: para que los llenes del espíritu de compunción, y les concedas eficazmente lo que justamente te pidieren, y les conserves perpetuamente firme e intacto lo que les hubieres concedido. Por Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.
ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, que concediste los remedios de tu perdón a los Ninivitas, que hicieron penitencia con ceniza y cilicio: haz que los imitemos de tal modo en el hábito, que consigamos también el perdón. Por el Señor.
Después de las oraciones, aspergea el sacerdote con agua bendita la ceniza y la inciensa.
Acabada la incensación recibe él mismo la ceniza en la cabeza de manos del sacerdote más digno; este la recibe a su vez del celebrante, quien después de haberla impuesto a los ministros del altar y demás clero, la distribuye sucesivamente al pueblo.

Cuando se acerque el sacerdote a señalaros con el sello de la penitencia, acepta sumiso la
sentencia de muerte que Dios mismo pronunciará sobre ti al decirte: "Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te volverás." Humíllate y recuerda que por haber querido ser como dioses, prefiriendo tu capricho al querer de tu Señor, has sido condenado a morir. Pensemos en la inacabable secuela de pecados que añadimos al de Adán, y admiremos la clemencia de Dios que se contentará con una sola muerte por tantas rebeldías.

Mientras se distribuye la ceniza canta el coro las dos antífonas y responsorios siguientes:
ANTÍFONAS
Mudemos el vestido en ceniza y cilicio: ayunemos, y lloremos ante el Señor: porque nuestro Dios es muy misericordioso para perdonar nuestros pecados.
Entre el vestíbulo y el altar llorarán los sacerdotes, ministros del Señor, y dirán: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo: y no cierres, Señor, las bocas de los que te cantan.
RESPONSORIO
R. Mejoremos lo que pecamos por ignorancia: no sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos espacio para la penitencia, y no podamos hallarlo. * Atiende, Señor, y ten compasión: porque hemos pecado contra ti.
V . Ayúdanos, oh Dios, Salvador nuestro: y, por el honor de tu nombre, líbranos, Señor. * Atiende, Señor. Y. Gloria al Padre. Atiende, Señor.
Terminada la distribución de la ceniza canta el preste la oración siguiente:
ORACIÓN
Concédenos, Señor, la gracia de comenzar con santos ayunos la carrera de la milicia cristiana: para que, al luchar contra los espíritus malignos, seamos protegidos con los auxilios de la continencia. Por Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.
MISA
Alentada por el acto de humildad que acaba de realizar, el alma cristiana se llena de ingenua confianza hacia Dios misericordioso; se atreve a recordarle su amor para con los hombres que ha creado, y la longanimidad con que se dignó esperar su vuelta a El. Estos sentimientos son tema del Introito cuyas palabras están sacadas del libro de la Sabiduría.
INTROITO
Te compadeces, Señor, de todos, y no odias nada de lo que has hecho, disimulando los pecados de los hombres por su penitencia, y perdonándoles: porque tú eres el Señor, nuestro Dios. — Salmo: Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí: porque en ti confía mi alma. J . Gloria al Padre. 

Pide en la colecta la Iglesia a favor de sus hijos, que la saludable práctica del ayuno sea acogida por ellos con sincera complacencia y que en ella perseveren para bien de sus almas.

COLECTA
Concede, Señor, a tus fieles la gracia de comenzar con sincera piedad la veneranda solemnidad de estos ayunos y de continuarla con segura devoción. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Joel.
Esto dice el Señor: Convertios a mí de todo vuestro corazón, en ayuno, y en lloro, y en llanto. Y rasgad vuestros corazones, y no vuestros vestidos, y convertios al Señor, vuestro Dios: porque es benigno y misericordioso, paciente y de mucha misericordia, y superior a toda malicia. ¿Quién sabe si se volverá, y perdonará, y dejará en pos de sí bendición, sacrificio y libación al Señor, Dios vuestro? Tocad la trompeta en Sión, santificad el ayuno, llamad a concilio, congregad el pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos, juntad a los niños y a los que maman: salga el esposo de su lecho, y la esposa de su tálamo. Entre el vestíbulo y el altar llorarán los sacerdotes, ministros del Señor, y dirán: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo: y no des tu herencia al oprobio, para que les dominen las naciones. ¿Por qué dicen en los pueblos: Dónde está su Dios? El Señor amó su tierra, y perdonó a su pueblo. Y respondió el Señor y dijo a su pueblo: He aquí que yo os daré trigo, y vino, y aceite, y os llenaréis de ellos: y no os haré ya más el oprobio de las gentes: lo dice el Señor omnipotente.
EFICACIA DEL AYUNO
Este magnífico paso del Profeta nos descubre la importancia que el Señor da a la expiación por el ayuno. Cuando el hombre contrito por sus pecados mortifica su carne, Dios se aplaca. El ejemplo de Nínive lo demuestra; perdona el Señor a una ciudad infiel por el solo hecho de que sus habitantes imploraban su compasión bajo la librea de la penitencia; pues, ¿qué no hará a favor de su pueblo, si acierta a juntar a la inmolación del cuerpo el sacrificio del corazón? Entremos, pues, animosos en el sendero de la penitencia; y si la mengua de los sentimientos de fe y temor de Dios amenazan, al parecer, acabar en derredor nuestro prácticas tan antiguas como el cristianismo, Dios nos libre de entrar por las veredas del relajamiento tan pernicioso al conjunto de las costumbres cristianas. Recapacitemos, sobre todo, en nuestros compromisos personales con la divina justicia; ella nos condonará los deslices y castigos que merecen en la medida que pongamos solícito empeño en ofrendarle la satisfacción a que tiene pleno derecho.
Continúa la Iglesia desahogando en el Gradual los vivos sentimientos de confianza en Dios
bondadosísimo, y cuenta en la felicidad de sus hijos que sabrán aprovechar los medios con que los brinda para desarmar su enojo. El Tracto es una hermosa plegaria de David; repítela la Iglesia tres veces por semana durante la Cuaresma, y de ella se sirve para apaciguar la cólera de Dios en tiempos calamitosos.

GRADUAL
Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí: porque en ti confía mi alma. Y. Vino del cielo, y me libró: llenó de oprobio a los que me pisoteaban.
TRACTO
Señor, no nos pagues según los pecados que hemos cometido: ni según nuestras iniquidades. Y. Señor, no te acuerdes de nuestras antiguas iniquidades, antes anticípense pronto tus misericordias: porque somos muy pobres. (Aquí se arrodilla.) Y. Ayúdanos, oh Dios, Salvador nuestro: y, por la gloria de tu nombre, líbranos, Señor: y sé propicio con nuestros pecados, por tu nombre.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo dijo Jésús a sus discípulos: Cuando ayunéis, no os pongáis, como los hipócritas, tristes. Porque ellos maceran sus rostros, para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo: ya han recibido su galardón. Tú, en cambio, cuando ayunes, unge tu cabeza, y lava tu cara, para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está oculto: y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo premiará. No atesoréis tesoros en la tierra: donde el orín y la polilla los destruyen, y donde los ladrones los minan, y roban. Atesorad, en cambio, tesoros en el cielo, donde ni el orín ni la polilla los destruyen, y donde los ladrones no los minan, ni roban. Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón.

ALEGRÍA DE CUARESMA
No quiere Nuestro Señor recibamos el anuncio del ayuno expiatorio como triste y mortificante nueva. El cristiano entiende lo suficiente cuán arriesgado es para él el vivir en déficit con la divina justicia; ve, por consiguiente, llegarse el tiempo de Cuaresma con gozo y consuelo; de antemano sabe que, si es fiel a las prescripciones de la Iglesia, aliviará su carga. Estas satisfacciones, hoy tan suavizadas por la indulgencia de la Iglesia, ofrecidas a Dios con las del mismo Redentor y fecundadas por esta comunicación en haz común de propiación las obras santas de todos los miembros de la Iglesia militante, purificarán nuestras almas y las harán dignas de participar de las inefables alegrías de la Pascua. No estemos, por tanto, tristes porque ayunamos, ni lo estemos por haber hecho necesario nuestro ayuno por el pecado. Otro consejo nos da el Señor que la Iglesia recalcará a menudo en el decurso de la santa Cuaresma; añadamos la limosna a las privaciones corporales. Nos exhorta atesoremos, pero sólo para el cielo. Tenemos necesidad de intercesores; busquémosles entre los pobres.
Canta la Iglesia en el Ofertorio nuestra libertad. Se regocija al ver curadas ya las heridas de nuestra alma porque cuenta con nuestra perseverancia.
OFERTORIO
Te exaltaré, Señor, porque me recibiste, y no alegraste a mis enemigos sobre mí: Señor, clamé a ti, y me sanaste.
SECRETA
Suplicárnoste, Señor, hagas que nos adaptemos convenientemente a estos dones que te ofrecemos, y con los cuales celebramos el comienzo de este mismo venerable Sacramento. Por el Señor.
PREFACIO
Es verdaderamente digno y justo, equitativo y saludable que, siempre y en todas partes, te demos gracias a ti, Señor santo, Padre omnipotente, eterno Dios: Que, con el ayuno corporal, reprimes los vicios, elevas la mente, das la virtud y los premios: por Cristo, nuestro Señor. Por quien a tu Majestad alaban los Ángeles, la adoran las Dominaciones, la temen las Potestades. Los cielos, y las Virtudes de los cielos, y los santos Serafines, la celebran con igual exultación. Con los cuales, te suplicamos, admitas también nuestras voces, diciendo con humilde confesión:
Santo, Santo, Santo, etc.

Las palabras de la antífona de la Comunión encierran importantísimo consejo. Necesitamos
mantenernos firmes durante la Cuaresma. Meditemos la ley del Señor y sus misterios. Si saboreamos la palabra de Dios que la Iglesia nos propone cada día, la luz y el amor se acrecentarán en nuestros corazones sin cesar, y cuando el Señor salga de las sombras del sepulcro, reverberarán sobre nosotros sus divinos resplandores.

COMUNIÓN
El que meditare en la Ley del Señor día y noche, dará su fruto a su tiempo.
POSCOMUNIÓN
Haz Señor, que los Sacramentos recibidos nos aprovechen: para que nuestros ayunos te sean gratos a ti, y a nosotros nos sirvan de alivio. Por el Señor.
Todos los días de Cuaresma, a excepción de los domingos, antes de despedir a la asamblea de los fieles, el Preste pronuncia sobre ellos una oración particular (7), precedida siempre de esta advertencia del diácono:
Humillad vuestras cabezas ante Dios.
ORACIÓN
Señor, contempla propicio a los que se inclinan ante tu majestad: para que, los que han sido alimentados con tu don divino, se sientan siempre alimentados por este socorro celestial.
Notas
1. Véanse las reflexiones que siguen a la Epístola.
2. Eph, VI, 16.
3. IS. Pedro, IV, 1.
4. Gen., III, 19.
5. Job, XVI, 16.
6. Ps. Cl, 10.
7. Es una fórmula de bendición pidiendo a Dios que los fieles puedan volver a sus ocupaciones ordinarias, llevando consigo prenda segura de la protección del cielo. (Callewaert, Sacris erudirL 694).

Fuente: 
"El Año Litúrgico" Dom Gueranger

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