sábado, 27 de junio de 2020

27 de junio NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO - Vidas de los Santos de A. Butler


La devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se extendió mucho por el año de 1870, gracias al celo de la Congregación del Santísimo Redentor. En las iglesias y en los hogares cristianos se expuso a la veneración la imagen popular de la Virgen del Socorro, con su Hijo, como fruto de las misiones predicadas por los valientes padres redentoristas.
Los hijos de San Alfonso de Ligorio (1696-1787) formaron una congregación muy devota de la Santísima Virgen. Adoptaron como emblema de esta devoción, la imagen de Nuestra Señora del Buen consejo, a quien también tributaron especial honor los ermitaños de San Agustín. En 1866, la Virgen confió a los redentoristas el tesoro de una de sus imágenes milagrosas: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Era una pintura en madera, de estilo bizantino (siglo XIII o poco después), de cincuenta y dos centímetros de largo por cuarenta y uno de ancho. La Virgen lleva en su brazo izquierdo al Niño con expresión azorada porque el arcángel Gabriel le presenta cuatro clavos y una cruz. El tema tiene cierta analogía con el poema de Goethe, "El rey de los Aulnes", en el que un padre abraza a su hijo, asustado por una aparición misteriosa.
Esta pintura había sido llevada a Roma, hacia el fin del siglo XV, por un mercader de Creta y colocada en la iglesia de San Mateo in Merulana, en 1499. Allí fue honrada hasta 1812. En esa fecha fue demolido el viejo santuario, por lo que la imagen gloriosa permaneció en la penumbra y el secreto de un oratorio de padres agustinos. En 1866, bajo el generalato del reverendísimo padre Mauron, los redentoristas obtuvieron de Pío IX la imagen venerable que colocaron en su iglesia dedicada a San Alfonso, sobre el Esquilino, entre San Juan de Letrán y Santa María la Mayor. Innumerables han sido las gracias obtenidas por la mediación de esta santa imagen.
La figura de la Virgen tiene una expresión grave y melancólica. Parece decir a los que la contemplan: "Ved cómo mi Jesús tiene miedo: es por vosotros ... y yo también tengo miedo por vosotros ... ¿ Por qué no me pedís con todo vuestro corazón que os socorra?"
¿No es ella el auxilio de los cristianos, el "socorro de los cristianos", como dicen las letanías mañanas? Nuestra Madre del Cielo no demanda sino venir en nuestra ayuda, en todo tiempo, en todo lugar.

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