Filippo Pascuali, Visión de S. Romualdo,
1675-96 Pinacoteca Civica, Forli
Filippo Pascuali,
Visión de San Romualdo,
1675-96 Pinacoteca Civica, Forli
UN HÉROE DE LA
PENITENCIA. — Festejamos hoy a uno de los héroes de la penitencia: San Romualdo.
Es uno de los hijos del gran Patriarca Benito, Padre, después de él, de una
larga posteridad. La filiación benedictina se prosigue, directa, hasta el fin
de los siglos; pero del tronco de este robusto árbol salen, en línea colateral,
cuatro ramas siempre unidas, a las que el Espíritu Santo ha dado vida y
fecundidad durante muchos siglos; tales son: La camáldula fundada por Romualdo,
Cluny por Odón, Vallumbrosa por Juan Gualberto y el Cister por Roberto de
Molesmes. Hoy día, Romualdo reclama nuestros homenajes; y si los mártires que
encontramos en el camino de la expiación Cuaresmal, nos ofrecen una preciosa
enseñanza por su desprecio de la vida, los santos penitentes, como el gran abad
de Camaldoli, nos dan una lección más práctica aún. "Los que son de
Jesucristo, dice el Apóstol, han crucificado su carne con sus vicios y
concupiscencias"; ésta es, pues, la condición común de todo cristiano;
pero qué gran valor nos infunden estos generosos ascetas, que han santificado
los desiertos con las obras de su penitencia, suprimiendo así toda excusa a
nuestra tibieza, que se horroriza de las leves satisfacciones que Dios exige, a
fin de comunicarnos sus gracias. Aprendamos la lección y ofrezcamos de buena
gana al Señor el tributo de nuestro arrepentimiento, con las obras que
purifican el alma.
Vida. — Romualdo nació
en Rávena en 957. A los 20 años, se retiró durante cuarenta días al monasterio
de Classis, con el fin de expiar un crimen de su padre. Dos apariciones de San
Apolinar le decidieron a hacerse monje. Tres años después, se formó, bajo la
dirección de un santo anacoreta llamado Marín, en la vida eremítica. En
seguida, renovó el fervor religioso agrupando a los ermitaños en monasterios,
aunque sin hacerlos cenobitas. Así fue como llegó a hacerse, en Camaldoli,
padre de una nueva familia religiosa. Su contemplación, su austeridad, su don
de profecías y el de milagros le hicieron célebre en toda la Iglesia. Murió en
1027. Sus discípulos pudieron festejarle cinco años después; el Papa Clemente
VIII extendió su culto a toda la Iglesia, en 1595.
EL PENSAMIENTO DE
DIOS. — ¡Oh amigo de Dios, Romualdo, cuán diferente es nuestra vida de lo
que fue la tuya! Nosotros amamos el mundo y sus agitaciones; apenas el
pensamiento de Dios cruza por nuestra mente durante el día, y menos aun es Él
el móvil de nuestras acciones. Sin embargo, cada hora que pasa nos acerca más y
más a aquel momento en que nos hallaremos en presencia de Dios, cargados de
nuestras obras, así buenas como malas, sin que nada pueda modificar ya la
sentencia que nosotros mismos nos hemos preparado. ¡Tú no comprendiste así la
vida, oh Romualdo! Viste que un solo pensamiento la debía llenar enteramente,
que un solo interés debía preocuparla, y tú caminaste constantemente en
presencia de Dios. Para no distraerte de este grande y querido objeto, buscaste
el desierto; allí, bajo la regla del Santo Patriarca de los monjes, luchaste
contra el demonio y la carne; tus lágrimas lavaron tus pecados, tan leves en
comparación de los nuestros; tu corazón regenerado en la penitencia, tomó el
vuelo hacia el Salvador de los hombres a quien hubieras deseado ofrecerle hasta
tu sangre. Tus méritos son nuestros bienes hoy a causa de esa admirable
comunión, que el Señor se ha dignado establecer entre las almas más santas y
nosotros pecadores. Ayúdanos, pues, en el período de penitencia que pronto va a
comenzar; ¡tenemos tanta necesidad de poner nuestras débiles obras con la
plenitud de las tuyas! Desde el fondo de tu soledad, en las sombras de
Camaldoli, amabas a los hombres tus hermanos, y jamás se acercaron a ti sin que
fuesen cautivados por tu amable y dulce caridad; muéstrales que aún les amas.
Acuérdate también de la Orden de los Camaldulenses que fundaste, y haz que sea
siempre, para las almas llamadas por Dios a ella, una escalera segura para
subir hasta Él.
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