La Estación se celebra hoy en la Iglesia de San Lorenzo in Panisperna,
una de las que la piedad romana erigió en honor del más célebre mártir de la
Ciudad Eterna.
COLECTA
Te suplicamos, Señor, mires benigno la devoción de tu pueblo; para que
los que maceran el cuerpo con la abstinencia, alimenten el espíritu con el
fruto de las buenas obras. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Ezequiel.
En aquellos días me habló el Señor, diciendo: ¿Por qué entre vosotros,
en la tierra de Israel, habéis convertido en proverbio aquel dicho: "Los
padres comieron las uvas agraces, y sus hijos sufren la dentera?" Vivo yo,
dice el Señor, que nunca más será para vosotros ese dicho un proverbio en
Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el
alma del hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá. Y el hombre que fuere
justo, e hiciere juicio y justicia, y no comiere en los montes, y no alzare sus
ojos a los ídolos de la casa de Israel; y no violare la mujer de su prójimo, y
no se acercare a la mujer menstruosa; y no contristare a nadie; y devolviere al
deudor su fianza; y no arrebatare nada por fuerza; y diere su pan al
hambriento, y vistiere al desnudo; y no fuere usurero, y no recibiere más de lo
justo: y apartare su mano de la iniquidad, e hiciere verdadero juicio entre
hombre y hombre; y caminare en mis preceptos, y guardare mis mandamientos, para
obrar la verdad; éste es justo, y vivirá, dice el Señor omnipotente.
CONVERSIÓN DE LOS
PUEBLOS. — El paso del profeta que acabamos de leer nos hace apreciar la
misericordia de Dios para con los gentiles que pronto van a pasar de las
tinieblas a la luz, por la gracia del santo bautismo. En vano pretende el
proverbio judío afirmar que "los dientes de los hijos sufren dentera
porque los padres comieron uvas agraces". Dios ya en el Antiguo Testamento
declara que los pecados son personales, y que el hijo del impío, si quiere
vivir justamente, hallará misericordia y vida. La predicación del Evangelio por
los Apóstoles y varones apostólicos fue un pregón que resonó en toda la
gentilidad; presto se vieron los hijos de razas idólatras acudir presurosos
cabe la piscina de salvación, abjurar las malas obras de sus padres y atraerse
las complacencias del Señor. Idéntica maravilla aconteció en la conversión de
los bárbaros de occidente; la misma se perpetúa hoy en el seno de pueblos
infieles y numerosos catecúmenos recibirán este mismo año la regeneración
espiritual en el día de Pascua.
LA JUSTICIA DE
DIOS. — Castiga a menudo Dios en el orden temporal la maldad de los
padres en los hijos; esta disposición de su Providencia es útil para aleccionar
a los hombres que reciben por esa vía saludables instrucciones; en el orden
moral, empero, cada quien es tratado conforme a sus méritos; y así como no
imputa Dios al hijo virtuoso la maldad del padre, tampoco la virtud del padre
resarcirá la maldad del hijo. San Luis fue abuelo de Felipe el Hermoso y Luis
XVI era nieto de Luis XV; tales contrastes se hallan en muchas familias.
"Dios ha dejado al hombre a disposición de su albedrío y el hombre tiene
ante sí la vida y la muerte, el bien y el mal; se le dará lo que prefiera".
Pero tal es la misericordia del Señor, Dios nuestro, que tras haber hecho el
hombre fatal elección, si llega a rechazar el mal que por de pronto escogió y
se vuelve hacia el bien, también él vivirá la vida y la penitencia le
restituirá lo que había perdido.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio
según San Mateo.
En aquel tiempo, saliendo Jesús, se retiró a las regiones de Tiro y
Sidón. Y he aquí que una mujer cananea, venida de aquellas tierras, clamó,
diciéndole: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es muy atormentada
por el demonio. Pero Él no le respondió palabra. Y acercándose sus discípulos,
le rogaban diciendo: Despídela, porque grita detrás de nosotros. Y Él,
respondiendo, dijo: No he sido enviado más que a las ovejas que perecieron de
la casa de Israel. Pero ella se acercó, y le adoró, diciendo: Señor, ayúdame. Él,
respondiendo, dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos, y darlo a los
perros. Y ella dijo: Cierto Señor; pero también los perritos comen las migas
que caen de la mesa de sus amos. Entonces Jesús, respondiendo, le dijo: ¡Oh
mujer, grande es tu fe! Hágase como lo quieres. Y sanó su hija en aquel
instante.
LA ORACIÓN INTENSA
Y PERSEVERANTE. — Jesús admira la fe
de esta mujer, la alaba y recomienda que la imitemos. Con todo era de raza
pagana y acaso hasta entonces había adorado a los ídolos; pero se llegó al
Señor; el amor maternal le guía a los pies de Jesús; alcanza la curación de su
hija y sin duda también la de su alma. Es la aplicación de la verdad
consoladora que hallamos antes en el profeta: los elegidos salen de toda raza,
aún de la maldita de Canaán. Trata el Señor a esta mujer con aparente dureza,
aunque tiene resuelto favorecerla; quiere se eleve su fe y sea digna de ser
atendida, recompensada. Roguemos, pues, instantemente en estos días de
misericordia. La hija de la cananea era atormentada por el demonio en su
cuerpo; ¡Cuántas almas en la Iglesia entera son presa de ese infernal espíritu
por el pecado mortal que en ellos mora! ¿Sienten ellas por ventura su mal?
¿Piensan clamar a su libertador? Y si de intento se hace esperar la gracia del
perdón, ¿saben humillarse, como la mujer del evangelio, que con tanta sencillez
acepta el menosprecio que el Salvador aparenta tener de ella? Ovejas
descarriadas de la casa de Israel, aprovechad el tiempo en que con vosotras
está todavía el Pastor. Antes de cuarenta días le darán muerte y "el
pueblo que le habrá negado no será ya su pueblo". También antes de
cuarenta días celebraremos el aniversario de ese gran sacrificio; y todo
pecador que no se haya llegado a Jesús con la humildad de la Cananea, habrá
merecido ser desechado sin remedio. Apresurémonos, pues, a hacernos dignos de
la reconciliación. La mesa de los hijos de Dios está ya puesta; y tal y tan
grande es la generosidad del padre de familia, que si queremos volver a Él
desde el fondo de nuestro corazón, nos permitirá recoger, no ya tan sólo las
migajas caídas de la mesa, sino que nos dará a Jesús, Pan de vida, en prenda de
reconciliación eterna.
ORACIÓN
Humillad vuestras cabezas a Dios.
Te suplicamos, Señor, concedas a los pueblos cristianos la gracia de
conocer lo que profesan y de amar el celeste don que frecuentan. Por el Señor.
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