Escultura de Santa Marciana, Carlo Pessina 1865,
Duomo de Santa Maria Nascente, Milán
(C. 303 p.c.) Marciana,
originaria de "Rusuccur" (actualmente Tigzirt), en Mauritania,
abandonó valientemente todas las ventajas que procura el mundo para ir a
encerrarse en una celda en Cesárea y guardar intacta su virginidad, bajo la
mirada de Dios.
Sin embargo, ella creyó
que era su deber declarar la guerra a la idolatría que entonces reinaba en
África. Un día, al atravesar la plaza pública, no pudo soportar ver expuesta
una estatua de Diana y le rompió la cabeza.
La apresaron, la
golpearon con varas, y después la condenaron a morir en el anfiteatro,
desgarrada por los dientes de las fieras. Cuando esperaba este último suplicio,
la entregaron a los gladiadores para que violaran su castidad, pero Dios no
permitió esta infamia.
Al llegarse la fecha del
suplicio, Marciana fue expuesta primero a un león que no le hizo daño alguno;
después, un toro se lanzó sobre ella y le hundió los cuernos en el pecho, con
lo que cayó de bruces sobre el suelo, casi sin sentido. Por último, un leopardo
la destrozó y en este tormento expiró.
Los manuscritos de las
Actas no están de acuerdo sobre la fecha del martirio, 9 de enero, 9 ó 12 de
julio. Baronio, en sus notas al Martirologio Romano, estima que el 12 de julio
marca una traslación de reliquias y el 9 de enero, el aniversario del martirio.
El 12 de julio el Martirologio menciona una santa Marciana, virgen y mártir, en
Toledo. Baronio piensa que se trata de santa Marciana de Mauritania, venerada
en Toledo. En el breviario mozárabe se encuentra un bello himno en su honor.
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