Natural de Laudun al norte de Poitiers (Francia) a principios del siglo
XI, siguió la carrera de las armas hasta la muerte de sus padres. Entró en
serias reflexiones, y ambicionando aventajarse en la milicia de Cristo, se
desprendió de sus cuantiosos bienes en provecho de los menesterosos y voló a
pasos agigantados por los senderos de la perfección evangélica. Se hizo monje
en Casa Dei de donde fue nombrado Abad, agraciándole el Señor con el don de
milagros.
Le solicitaron de varias provincias, hasta de Inglaterra, para que fuera
alivio de los desahuciados, hasta que viniendo a España como esposa de Alfonso
VI, Constancia, de estirpe real francesa, quiso tener como capellán asiduo suyo
a su compaisano Lesmes, y en Burgos le dio la Capilla de San Juan Evangelista y
el adjunto Hospital de peregrinos santiagueses. Alfonso VI levantó al lado un
Monasterio benedictino poniendo al frente de él a Lesmes, quien administraba
asimismo el Hospital y se deshacía en obras benéficas de todo género, obrando
señaladas maravillas.
Era muy insana y pantanosa aquella parte de la ciudad, y el santo se
ingenió en sanearla por medio de acueductos, calzadas y pontones, de modo que
mereció ser considerado como el bienhechor más insigne de Burgos capital de
Castilla.
Alfonso VI le llevó consigo a la conquista de Toledo, y Lesmes
entusiasmó a la caballería amedrentada ante la imponente crecida e inundación
del Tajo, pasando valiente el vado montado en un asnillo. Fue enterrado ante la
Capilla de San Juan de Burgos y posteriormente se erigió sobre su sepulcro la
esbelta Parroquia de San Lesmes, declarándole por Patrono y protector suyo la
noble y leal ciudad de Burgos que festeja su memoria el 30 de enero, con
grandes regocijos.
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