(¿154? p.c.) Su historia
se encuentra en las Actas de los bolandistas. En ellas, se presenta a Potito
como originario de Cerdeña, convertido al cristianismo, siendo aún niño, y sin
que su padre -que era idólatra- lo supiera. Al enterarse éste de la conversión
de su hijo, lo metió en la cárcel. Pero Potito, con sus oraciones y enseñanzas
consiguió convertirlo. En seguida, no pudiendo resolverse a vivir entre paganos,
se refugió en una ciudad que no se ha podido identificar (Valeria o Gárgara).
Allí curó la lepra a una mujer de un senador llamado Agatón, y convirtió a toda
su familia.
La fama de esta
conversión llegó hasta Roma. Se mandó traer a Potito, quien libró de un demonio
a la hija del emperador; pero esta curación se atribuyó a la magia. Quisieron
obligar al joven a que adorara a los dioses del imperio, pero él se rehusó y
murió en los tormentos en Roma, o en una ciudad del sur de Italia.
Los bolandistas no
tienen mejor información sobre la suerte que cupo a las reliquias del mártir.
Se dice que habrían sido trasladas de Asculum a Cerdeña con las de San Efisio,
cuya fiesta se celebra el día 15 de enero.
Todavía se honra a San Potito en Nápoles, donde le han dedicado una iglesia.
Los benedictinos, que celebran su oficio en esta iglesia, obtuvieron del Papa
Clemente XII un oficio especial en su honor. Los himnos de este oficio han sido
editados por los bolandistas.
La fiesta del
santo mártir no está señalada más que en los martirologios relativamente
nuevos, y en diversas fechas del mes de enero. El Martirologio Romano la ha
situado el día 13 de enero.
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