sábado, 30 de enero de 2021

30 de enero SANTA BATILDE, REINA DE FRANCIA

 



Jean-Auguste-Dominique Ingres, Santa Batilde, siglo XIX

Al lado de Santa Paula se presenta hoy otra viuda, una piadosa reina de Francia. Dejó su puesto de honor como soberana, para seguir a Jesús en la humildad de su vida oculta. Madre de tres reyes, después de haber dado sabias leyes como regente, y haber refrenado la insumisión de los grandes, abolido la esclavitud y hecho florecer la religión, se sustrae al amor de su pueblo para encerrarse en la Abadía de Chelles, durante los quince últimos años de su vida. Como los Reyes Magos del Oriente, ve la estrella que la llama a Belén; y tiene para ella más atractivo la contemplación del divino Infante en el pesebre, que las comodidades de aquel palacio que supo llenar con el ejemplo de su piedad y el mérito de sus virtudes.

Buscando a Dios con fidelidad hasta la muerte, acude a refugiarse en el monasterio que ella misma había fundado, pero acude no para ser servida sino para servir. Quiere ser en él la última de todas, y se ejercita en todos los oficios donde mejor puede imitar la humildad de su Salvador.

De este modo se pone de manifiesto una vez más el poder de Jesús; desde su cuna seduce los corazones y atrae las almas, hasta hacerlas olvidar todo lo que no es Él mismo.

Felicitamos a Santa Batilde y a Santa Paula por haber sido admitidas en la compañía de las Vírgenes que rodean al recién nacido. No desdeña el Emmanuel a la esposa del hombre, cuando guarda para Él su supremo amor, y aun cuando es justo que los primeros honores de su corte sean para las Vírgenes que le dedicaron todo su corazón, también se complace en colmar de felicidad a los demás corazones, deseosos de agradarle.

VIDA. —Nació Santa Batilde en Inglaterra. La vendieron unos piratas en 641 al cortesano Erquinoaldo, cuya mano rehusó ella. Pronto, no obstante eso, tuvo que contraer matrimonio con Clodoveo II. A la muerte del rey, ocurrida en 657 fue encargada de la tutela de los príncipes Clotario, Childerico y Teodorico hijos suyos. Le ayudaron con sus consejos, en su regencia, San Crodberto y San Uano. Suprimió las ordenaciones simoníacas, la esclavitud y venta de los cristianos, animó a los Obispos y a los Abades a restablecer la disciplina en los monasterios, y construyó las abadías de Corvey y Chelles. Por fin, dejando en el gobierno a su hijo Clotario, el año 673, se hizo simple religiosa en Chelles, en donde murió en 680. Sus reliquias se guardan hoy en la iglesia parroquial de Chelles.


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