(471 p.c.) Marciano nació en Constantinopla, donde pasó toda
su vida, en el seno de una familia emparentada con el emperador Teodosio. Se
entregó al servicio de Dios desde su niñez, y a escondidas repartía grandes sumas
de dinero entre los pobres. Hacia el año 455, el patriarca Anatolio, sin hacer
caso de las protestas que su humildad dictaba a Marciano, le ordenó sacerdote.
Marciano se sintió con ello más obligado todavía a buscar la perfección; así
pues, sin abandonar su ocupación favorita que consistía en instruir a los
pobres, redobló sus esfuerzos en socorrerlos en sus necesidades materiales y se
impuso enormes penitencias. Quienes veían en su ejemplo una constante censura,
tomaron pretexto de su austeridad para acusarle de novacianismo (Movimiento
religioso de la antigüedad, seguidores de Novaciano, presbítero de la Iglesia
de Roma en el siglo III, quien declaró ilegítima la elección de Cornelio como
obispo de Roma y se hizo consagrar por tres obispos. Rechazaba el poder de la
iglesia para perdonar la apostasía de los llamados «lapsi». Los novacianos se
llamaron a sí mismos cátaros o puros. Su rigorismo doctrinal fue condenado por
un concilio en Roma en 251); pero la mansedumbre del santo triunfó a la larga
de todas las críticas y la persecución sirvió para purificar aún más su alma. Cuando
la tempestad se disipó, su virtud brilló esplendorosamente, y el patriarca
Genadio lo elevó a la dignidad de "Oikonomos", con gran aplauso del
clero y del pueblo. San Marciano construyó y restauró muchas iglesias de
Constantinopla, en particular la de Anástasis. Los milagros que realizó antes y
después de su muerte, le hicieron famoso. Murió probablemente el año 471.
Algunos autores le consideran como escritor de himnos litúrgicos.
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