La Fiesta de la
"Inventio", es decir, del descubrimiento de la Santa Cruz, que se
celebra el día de hoy con rito doble de segunda clase, podría parecer más
importante que la fiesta de la "Exaltatio", que se celebra en
septiembre con rito doble simplemente. Sin embargo, existen muchas pruebas de que
la fiesta del mes de septiembre es más antigua y de que hubo muchas confusiones
sobre los dos incidentes de la historia de la Santa Cruz, que dieron origen a
las respectivas celebraciones. A decir verdad, ninguna de las dos fiestas
estaba originalmente relacionada con el descubrimiento de la Cruz. La de
septiembre conmemoraba la solemne dedicación, que tuvo lugar el año 335, de las
iglesias que Santa Elena indujo a Constantino a construir en el sitio del Santo
Sepulcro. Por lo demás, no podemos asegurar que la dedicación se haya
celebrado, precisamente, el 14 de septiembre. Es cierto que el acontecimiento
tuvo lugar en septiembre; pero, dado que cincuenta años después, en tiempos de
la peregrina Eteria, la conmemoración anual duraba una semana, no hay razón
para preferir un día determinado a otro. Eteria dice lo siguiente: "Así
pues, la dedicación de esas santas iglesias se celebra muy solemnemente, sobre
todo, porque la Cruz del Señor fue descubierta el mismo día. Por eso
precisamente, las susodichas santas iglesias fueron consagradas el día del
descubrimiento de la Santa Cruz para que la celebración de ambos
acontecimientos tuviese lugar er la misma fecha." De aquí parece deducirse
que en Jerusalén se celebraba en septiembre el descubrimiento de la Cruz; de
hecho, un peregrino llamado Teodosio lo afirmaba así, en el año 530.
Pero en la actualidad, la
Iglesia celebra el 14 de septiembre un acontecimiento muy diferente, a saber:
la hazaña del emperador Heraclio, quien, el año 629, recuperó las reliquias de
la Cruz que el rey Cosroes II, de Persia, se había llevado de Jerusalén unos
años antes. El Martirologio Romano y las lecciones del Breviario lo dicen
claramente. Sin embargo, hay razones para pensar que el título de
"Exaltación de la Cruz" aluda al acto físico de levantar la sagrada
reliquia para presentarla a la veneración del pueblo y es también probable que
la fiesta se haya llamado así desde una época anterior a la de Heraclio.
Por lo que se refiere a los
hechos reales del descubrimiento de la Cruz, que son los que aquí interesan,
debemos confesar que carecemos de noticias de la época. El "Peregrino de
Burdeos" no habla de la Cruz el año 333. El historiador Eusebio,
contemporáneo de los hechos, de quien podríamos esperar abundantes detalles, no
menciona el descubrimiento, aunque parece no ignorar que había tres santuarios
en el sitio del Santo Sepulcro. Así pues, cuando afirma que Constantino
"adornó un santuario consagrado al emblema de salvación", podemos
suponer que se refiere a la capilla "Gólgota", en la que, según
Eteria, se conservaban las reliquias de la Cruz. San Cirilo, obispo de
Jerusalén, en las instrucciones catequéticas que dio en el año 346, en el sitio
en que fue crucificado el Salvador, menciona varias veces el madero de la Cruz,
"que fue cortado en minúsculos fragmentos, en este sitio, que fueron
distribuidos por todo el mundo." Además, en su carta a Constancio, afirma
expresamente que "el madero salvador de la Cruz fue descubierto en
Jerusalén, en tiempos de Constantino". En ninguno de estos documentos se
habla de Santa Elena, que murió el año 330. Tal vez el primero que relaciona a
la santa con el descubrimiento de la Cruz sea San Ambrosio, en el sermón
"De ObituTheodosii", que predicó el año 395; pero, por la misma época
y un poco más tarde, encontramos ya numerosos testigos, como San Juan
Crisóstomo, Rufino, Paulino de Ñola, Casiodoro y los historiadores de la
Iglesia, Sócrates, Sozomeno y Teodoreto. San Jerónimo, que vivía en Jerusalén,
se hacía eco de la tradición, al relacionar a Santa Elena con el descubrimiento
de la Cruz, aunque los testigos no están de acuerdo sobre los detalles. San
Ambrosio y San Juan Crisóstomo nos informan que las excavaciones comenzaron por
iniciativa de Santa Elena y dieron por resultado el descubrimiento de tres
cruces; los mismos autores añaden que la Cruz del Señor, que estaba entre las
otras dos, fue identificada gracias al letrero que había en ella. Por otra
parte, Rufino, a quien sigue Sócrates, dice que Santa Elena ordenó que se
hiciesen excavaciones en un sitio determinado por divina inspiración y que ahí,
se encontraron tres cruces y una inscripción. Como era imposible saber a cuál
de las cruces pertenecía la inscripción, Macario, el obispo de Jerusalén,
ordenó que llevasen al sitio del descubrimiento a una mujer agonizante. La
mujer tocó las tres cruces y quedó curada al contacto de la tercera, con lo
cual se pudo identificar la Cruz del Salvador. En otros documentos de la misma
época aparecen versiones diferentes sobre la curación de la mujer, el
descubrimiento de la Cruz y la disposición de los clavos, etc.
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