domingo, 13 de diciembre de 2020

13 de diciembre SANTA LUCÍA, VIRGEN Y MÁRTIR

 

Quirizio de Murano,S. Lucía e historia de su
vida, Pinacoteca de la Academia Concordi, Rovigo

(304 p.c.) De acuerdo con las actas de la Santa, Lucía, cuyos padres eran nobles y ricos, había nacido en Siracusa de Sicilia. La niña fue educada en la fe cristiana. Perdió a su padre durante la infancia y se consagró a Dios siendo muy joven. Sin embargo, mantuvo en secreto su voto de virginidad, de suerte que su madre, que se llamaba Eutiquia, la exhortó a contraer matrimonio con un joven pagano. Lucía persuadió a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Ágata para obtener la curación de unas hemorragias. Ella misma acompañó a su madre, y Dios escuchó sus oraciones. Entonces, la santa dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Llena de gratitud por el favor del cielo, Eutiquia le dio permiso de hacer lo que quisiese. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el gobernador. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor. Como Lucía no cediese, el gobernador la condenó a perder la virginidad en una casa de prostitución; pero Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Finalmente, la decapitaron.

Está fuera de duda que, desde antiguo, se tributaba culto a la santa en Siracusa. En el siglo VI, se le veneraba ya también en Roma entre las vírgenes y mártires más ilustres. El nombre de Santa Lucía figura en el canon de la misa romana y en la de Milán. En la Edad Media se invocaba a la santa contra las enfermedades de los ojos, probablemente porque su nombre está relacionado con la luz. Ello dio origen a varias tradiciones, como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y la de que ella misma se los arrancó para entregarlos a un pretendiente importuno que estaba prendado de su belleza. En ambos casos, cuenta la historia que Lucía recobró la vista y que sus ojos eran más hermosos que antes.

En el cementerio de San Juan de Siracusa se descubrió una inscripción sobre Santa Lucía, que data del siglo IV o de principios del V; véase sobre esto P. Orsi, en Rómische Quartalschrift, vol. IX (1895), pp. 299-308. Por una carta de San Gregorio Magno, sabemos que en su época se dedicaron a Santa Lucía varias iglesias en Roma. Véase también CMH., p. 647; DAC, vol. IX, cc. 2616-2618; y G. Goyau, Sainte Lucie (1921). Hay muchas costumbres folklóricas relacionadas con la fiesta de la santa; véase Bachtold-Staubli, Handwórterbuch des deutschen Aberglaubens, vol. V, cc. 1442-1446. Suele representarse a la santa llevando sus ojos en una bandeja. Véase Künstle, Ikonographie, vol. II, y Drake, Saints and their Emblems; Dunbar, A Dictionary of Saintly Wornen, vol. I, pp. 469-470. Un testimonio curioso sobre la popularidad de Santa Lucía es el del poema latino de Sigeberto de Gembloux (1400); dicho poema fue publicado por E. Dümmler en 1893. La obra de San Aldelmo se titula De laudibus virginitatis; véase Aldhelmi Opera, ed. R. Ehwald, en MGH., Auct. antiquiss., vol. XV (1919), pp. 293-294 (en prosa), y líneas 1779-1841 (en verso).

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