(1851
p.C.) - El padre del beato, que se llamaba también Edmundo Campion, tenía una
tienda de libros en Londres. Tanto él como su esposa fueron católicos hasta la
época de la reina Isabel. Edmundo nació hacia 1540. Era un muchacho
extraordinariamente inteligente. A los quince años, se le otorgó una beca en el
Colegio de San Juan de Oxford, que Sir Thomas White acababa de fundar. Dos años
más tarde, Edmundo ingresó en la sociedad de alumnos jóvenes. Pronto se ganó la
fama de brillante orador y fue escogido para hablar en el entierro de Lady Amy Dudley
(Robsart), en los funerales de Sir Thomas White y ante la reina Isabel, cuando
ésta visitó la Universidad en 1566. Trece años antes, cuando estaba en la
escuela gratuita de Londres, había sido elegido para pronunciar el discurso de
bienvenida al predecesor de Isabel. El talento y la personalidad del joven le
ganaron la buena voluntad y el patrocinio de la reina, de Cecil y de Leicester.
A este último dedicó Edmundo su "Historia de Irlanda". Cecil le llamó
más tarde "uno de los diamantes de Inglaterra". Edmundo prestó
juramento de fidelidad. Aunque la lectura de los Santos Padres quebrantó su fe
en el protestantismo, se dejó convencer por el Dr. Cheney, obispo de
Gloucester, y recibió el diaconado de la Iglesia anglicana. El Dr. Gregorio
Martin, de quien era muy buen amigo, le escribió desde Roma previniéndole
contra la ambición. En efecto, Edmundo era extraordinariamente popular en
Oxford y tenía un grupo de discípulos personales, más o menos como el grupo que
Newman habría de tener 250 años más tarde. Pero el hecho de haber recibido las
órdenes en una Iglesia sobre la que tenía muchas dudas, empezó a inquietar su
mente y su conciencia. En 1569, terminó su período de prefecto de jóvenes en la
Universidad. Por otra parte, como la sociedad que le había sostenido durante
sus estudios se mostraba reticente a causa de sus tendencias papistas, Edmundo
partió a Berlín, donde se estaba tratando de resucitar la Universidad.
Hallándose ahí, escribió una breve historia del país.
Al salir de
Oxford, Campion "estaba lleno de remordimientos de conciencia y angustia
de espíritu por haber aceptado las órdenes anglicanas y no hizo ningún esfuerzo
por ocultarlo. Por ello, después de la publicación de la bula de San Pío V
contra Isabel, su actitud provocó peligrosas sospechas. En 1571, Campion volvió
a Inglaterra disfrazado, asistió al juicio del Beato Juan Storey en Westminster
Hall y en seguida se trasladó a Douai. En el camino fue arrestado por no llevar
pasaporte, pero consiguió cohechar a los guardias dándoles dinero y dejándoles
su equipaje. Una de las primeras cosas que hizo en Douai fue escribir una
"carta muy valiente" al Dr. Cheney, quien se sentía inclinado al
catolicismo. Campion se licenció en teología y recibió el sub-diaconado en
Douai. En 1573, se trasladó a Roma e ingresó en la Compañía de Jesús. Como no
existía aún la provincia inglesa, fue enviado a la de Bohemia. Hizo su
noviciado en Brno y fue a enseñar en el colegio de Bohemia.
En vista
del éxito con que los jesuitas trabajaban entre los protestantes en Alemania, Bohemia
y Polonia, el Dr. Allen persuadió a Gregorio XIII que enviase a algunos a Inglaterra. A fines de
1579, los PP. Edmundo Campion y Roberto Persons fueron elegidos para inaugurar
la nueva misión. La víspera de la salida del P. Campion de Praga, uno de los
padres, movido por un impulso
irresistible, escribió sobre la puerta del cuarto del beato lo siguiente:
"P. Edmundo Campion, Mártir". El P. Campion partió de Roma en la
primavera de 1580. El Beato Rodolfo Sherwin describió muy vivamente en una
carta a Adolfo Bickley las peripecias del viaje. Cuando llegaron a
Ginebra, que era uno de los bastiones del protestantismo, Campion se hizo pasar
por un criado irlandés llamado Patrick. Según parece, todos los miembros del
grupo se portaron con esa alegría un tanto desbocada que mueve a las gentes
serias a imaginar que todos los ingleses están locos. Poco antes de salir de
Ginebra, después de haber discutido con Beza, Campion se enfrentó con un
ministro protestante y puso al "pobre diablo" en ridículo delante de
todos sus correligionarios. Persons partió de Saint-Omer a Inglaterra
disfrazado de soldado, como si volviese de los Países Bajos. Campion se hizo
pasar por mercader de joyas. Su criado era el hermano coadjutor Rodolfo
Emerson.
No todos los católicos recibieron bien a los jesuitas, pues muchos temían que
la llegada de los primeros miembros de la "terrible" Compañía de Jesús
atrajese sobre ellos nuevos peligros. Los dos jesuitas tuvieron que jurar que
"su misión era puramente apostólica, que habían ido simplemente a ocuparse
de la religión y a luchar por las almas y que no tenían ni conocimiento ni
pretensiones en materias de política." El gobierno se enteró pronto de su
llegada, de suerte que los dos jesuitas tuvieron que salir de Londres. Campion
trabajó en Berkshire, Oxfordshire y Northamptonshire, donde convirtió a algunos
personajes de importancia. En una carta al P. General, decía: "Todos los
días recorro una parte de la región. La cosecha es maravillosamente
abundante... No podré escapar por mucho tiempo de las manos de los
perseguidores... Encuentro mis disfraces perfectamente ridículos; con
frecuencia cambio de disfraz y de nombre. Algunas veces he leído cartas en las
que se anuncia que Campion ha sido arrestado. Esa noticia provoca tal alboroto en
los sitios a los que voy, que no oigo hablar de otra cosa. Este clima de temor
en el que vivo ha acabado por curarme del miedo." El P. Campion se
entrevistó con el P. Persons en Londres, donde la persecución era especialmente
tenaz. En seguida se dirigió a Lancashire, donde predicó casi diariamente con
gran éxito Los espías le seguían muy de cerca y, en varias ocasiones, estuvo a
punto caer en sus manos. Cincuenta años más tarde, aquellos que habían oído sus
sermones los recordaban todavía. Por entonces escribió Campion una obra en
latín a la que dio por título "Las
Diez Razones", porque en ella exponía los argumentos por los
que estaba dispuesto a demostrar a los protestantes más eruditos la falsedad de
su doctrina. Naturalmente, era muy difícil dar esa obra a la imprenta; sin
embargo, a fin de cuentas se imprimió en secreto en la casa de Doña Cecilia
Stonor, en Stonor Park, Berkshire. El 27 de junio de 1581, aparecieron sobre
las bancas de la iglesia de la Universidad de Oxford ejemplares de dicha obra. Eso,
como era de esperarse, provocó un escándalo mayúsculo y los perseguidores
redoblaron sus esfuerzos por capturar al autor. Lo consiguieron tres semanas
más tarde.
Después de
la publicación de "Las Diez Razones", el P. Campion juzgó prudente
retirarse a Norfolk. En el camino se detuvo en Lyford, en casa de la señora
Yate. El domingo 16 de julio acudieron unas cuarenta personas a oírle predicar
durante la misa; una de ellas era espía. En el curso de las doce horas
siguientes, la casa fue registrada tres veces. Los perseguidores descubrieron
finalmente al P. Campion y a otros dos sacerdotes, ocultos dentro de un nicho
que había sobre la gran puerta de entrada. Inmediatamente, fueron conducidos a
la Torre de Londres. Los guardias los maniataron a partir de Colnbrook, y
colocaron a la espalda del beato un letrero que decía: "Campion el jesuita
sedicioso." Después de tres días de tortura, el mártir fue interrogado por
los condes de Bedford y Leicester (según algunos, también por la reina),
quienes trataron de sobornarlo para que apostatase. Como fallasen ése y otros
intentos del mismo género, se le torturó en el potro. Poco después, fueron
arrestadas varias personas en cuya casa había estado el P. Campion; aunque el
gobierno había averiguado los nombres de aquellos cómplices por otro conducto,
difundió la falsa noticia de que el mártir los había denunciado. Antes de que
pudiese reponerse de la tortura, se obligó al P. Campion a comparecer cuatro
veces ante diversos prelados protestantes; el mártir respondió con agilidad y
mucho tino a sus preguntas, objeciones e insultos. Después, fue nuevamente
torturado en el potro con tal violencia que, al día siguiente, cuando le
preguntaron cómo se sentía, respondió: "No puedo sentirme mal, puesto que
ni siquiera siento". Como los perseguidores no encontrasen ningún motivo
válido para condenarle, le acusaron falsamente, junto con Rodolfo Sherwin,
Tomás Cottam, Lucas Kirby y otros, de haber proyectado en Roma y en Reims una
revolución en Inglaterra y de haber vuelto al país para provocarla. El juicio
tuvo lugar en Westminster Hall, el 14 de noviembre. Cuando los jueces le
ordenaron que jurase decir la verdad, el beato estaba tan débil, que ni
siquiera podía mover los brazos; entonces, uno de sus compañeros le besó la
mano y le ayudó a levantarla. Campion dirigió su defensa y la de sus compañeros
con suma habilidad: protestó de su lealtad a la reina, demolió las acusaciones,
demostró la mala fe de los testigos y probó claramente que el verdadero motivo
por el que se los juzgaba era la religión. El jurado los declaró culpables,
pero no sin haber deliberado antes durante una hora. Después de oír la
sentencia de muerte, el beato dirigió la palabra a los jueces: " ...Al condenarnos, habéis
condenado a todos vuestros antepasados y, para nosotros, el haber sido
condenados junto con todos los hombres ilustres -no sólo de Inglaterra, sino
del mundo entero- que lo fueron por vosotros, descastados descendientes de
aquellos antepasados, es motivo de gozo y de gloria. Dios vive. La posteridad hablará. El
juicio de ambos no estará sujeto a la venta como el de los que acaban de
condenarnos a muerte".
La hermana
de Campion fue a verle con un mensaje de Hopton, en el que se le ofrecía un
pingüe beneficio a cambio de la apostasía. También fue a visitarle Eliot, el
traidor que le había delatado y dado testimonio contra él, quien temía ahora
por su vida. El beato le perdonó generosamente y le dio una carta de
recomendación para un noble de Alemania, donde podría vivir en paz. El 1º de
diciembre fue un día lluvioso y triste. Campion, Sherwin y Briant fueron
conducidos juntos a Tyburn, donde se los ejecutó con el lujo de barbarie
acostumbrado. En el cadalso, el P. Campion se negó por última vez a dar su
opinión sobre la bula del Papa contra Isabel y oró públicamente por
"vuestra reina y mi reina, a la que deseo un largo y próspero
reinado". Unas gotas de la sangre de ese hombre "admirable, sutil,
preciso y amable" cayeron sobre un joven de la nobleza, llamado Enrique
Walpole, que se hallaba presente. Walpole ingresó en la Compañía de Jesús,
murió mártir y está beatificado.
No sólo la
compañía de Jesús, sino también la diócesis de Northampton, Portsmouth, Brno y
Praga, celebran la fiesta del Beato Edmundo Campion.
Estamos perfectamente informados sobre la misión de los PP.
Campion y Persons, pero las fuentes son demasiado numerosas para que podamos
enumerarlas aquí. Se encon trará una documentación muy suficiente en los
artículos que Richard Simpson publicó The Rambler (1856-1858), así como en la biografía que escribió el mismo
autor en 1867. Para completarla, véanse las páginas que Camm consagra a Campion
en LEM., vol. 11, pp. 266-357. Merecen, además, especial mención, la Vita et
martyrium Edmundi Campialli de P. Piombino
(Amberes, 1618); el relato del viaje a Inglaterra escrito por el P. PersoM,
en Publications de la
Catholic Record Society (1906), pp. 186-201; Cardenal Allen, Martyrdom of
Father Campion... (ed. Pollen, 1908); J.
H. Pollen, quien publicó numero sos artículos en The
Month (sobre todo sept. 1897, enero y dic. 1905,
y enero 1910). Evelyn Waugh publicó en 1935 una bella biografía del Beato
Edmundo, libre de los "prejuicios trasalpinos" que ensombrecen la
biografía de Ricardo Simpson. En las pp. 224.225 de la obra de Waugh, hay una
buena bibliografía sobre el tema; añádase a ella la obra de A. C.
Southern, Elizabethan Recusant Prose (1950), c. III. Acerca de las reliquias de Campion cf. Beda
Camm, Forgotten Shrines (1911), pp-
377-378.
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