(450
P.C.) San Pedro nació en Imola, en la Emilia oriental. Estudió las ciencias
sagradas, y recibió el diaconado de manos de Cornelio, obispo de Imola, de
quien habla con la mayor veneración y gratitud. Cornelio formó a Pedro en la
virtud desde sus primeros años y le hizo comprender que en el dominio de las
pasiones y de sí mismo residía la verdadera grandeza y que era éste el único
medio de alcanzar el espíritu de Cristo. Según la historia, San Pedro fue
elevado a la dignidad episcopal de la manera siguiente: Juan, el arzobispo de
Ravena, murió hacia el año 433. El clero y el pueblo de la ciudad eligieron a
su sucesor y pidieron a Cornelio de Imola que encabezase la embajada que iba a
Roma a pedir al Papa San Sixto III que confirmase la elección. Cornelio llevó
consigo a su diácono Pedro. Según se cuenta, el Papa había tenido la noche
anterior una visión de San Pedro y San Apolinar (primer obispo de Ravena, que
había muerto por la fe), quienes le ordenaron que no confirmase la elección.
Así pues, Sixto III propuso para el cargo a San Pedro Crisólogo, siguiendo las
instrucciones del cielo. Los embajadores acabaron por doblegarse. El nuevo
obispo recibió la consagración y se trasladó a Ravena, donde el pueblo le
recibió con cierta frialdad. El emperador Valentiniano III y su madre, Gala
Placidia, residían entonces en Ravena. San Pedro gozó de su estima y confianza,
así como de las del sucesor de Sixto III, San León Magno. Cuando San Pedro
llegó a Ravena, aún había muchos paganos en su diócesis y abundaban los abusos
entre los fieles. El celo infatigable del santo consiguió extirpar el paganismo
y corregir los abusos. En la ciudad de Classis, que era entonces el puerto de
Ravena, San Pedro construyó un bautisterio y una iglesia dedicadas a San
Andrés. Se distinguió por la inmensa caridad e incansable vigilancia con que
atendió a su grey, a la que alimentó constantemente con el pan de vida, que es
la palabra de Dios. Se conservan todavía muchos sermones del santo que son
siempre muy cortos, pues temía fatigar a sus oyentes.
En el
siglo IX, se escribió una biografía de Pedro que da muy pocos datos sobre él.
Alban Butler llenó esa laguna con citas de los sermones del santo. En ellos se
encuentran largas exposiciones doctrinales y pocas exhortaciones y afectos. No
se puede considerar a esos sermones como modelo de elocuencia, por más que la
fama del santo como predicador le haya valido el título de Crisólogo, es decir,
orador áureo o excelente." Sin embargo, aunque el estilo oratorio de San
Pedro no es perfecto (bien que Butler afirma en otra parte que su vocabulario
es "exacto, sencillo y natural"), el contenido de sus sermones movió
a Benedicto XIII a declarar al santo doctor de la Iglesia, en 1729. Butler
omitió este dato. Se cuenta que San Pedro predicaba con tal vehemencia que a
veces la emoción le impedía seguir hablando. Predicó en favor de la comunión
frecuente y exhortó a los cristianos a convertir la Eucaristía en su alimento
cotidiano. El heresiarca Eutiques, que fue condenado por San Flavio el año 448,
escribió una circular a los prelados más distinguidos para justificarse. En su
respuesta, San Pedro le decía que había leído su carta con la pena más profunda,
porque así como la pacífica unión de la Iglesia alegra a los cielos, así las
divisiones los entristecen. Y añade que, por inexplicable que sea el ministerio
de la Encarnación, nos ha sido revelado por Dios y debemos creerlo con
sencillez. En seguida, exhorta a Eutiques a someterse sin discusión. Ese mismo
año, San Pedro Crisólogo recibió con grandes honores en Ravena a San Germán de
Auxerre; el 31 de julio, ofició en los funerales del santo francés, y conservó
como reliquias su capucha y su camisa de pelo. San Pedro Crisólogo no
sobrevivió largo tiempo a San Germán. Habiendo tenido una revelación sobre su
muerte próxima, volvió a su ciudad natal de Imola, donde regaló a la iglesia de
San Casiano varios cálices preciosos. Después de aconsejar que se procediese
con diligencia a elegir a su sucesor, murió en Imola el 2 de diciembre,
probablemente el año 450, y fue sepultado en la iglesia de San Casiano.
La biografía latina, que es nuestra única fuente de información
sobre la vida personal de este Doctor de la Iglesia, fue escrita por el abad
Agnellus el año 836. En Migne, PL., hay dos textos: vol. LII, cc. 13-20, y vol.
CVI, cc. 533-559. Pero la mejor edición es, sin duda, la de Testi
Rasponi, Codex
pontificalis ecclesiae Ravennatis, vol. I (1924). Vale la pena leer
la semblanza biográfica de D. L. Baldisserri, San Pier Crisólogo (1920), asi como las
monografías alemanas de H. Dapper (1867) y G. Bohmer (1919). Se ha discutido
mucho sobre los sermones que se atribuyen a San Pedro. Véase Mons. Lanzoni, I sermoni di S. Pier Crisólogo (1909);
F. J. Peters, Petrus
Chrysologus ais Homilet (1918); Baxter, en Journal oj Theol. Studies,
vol. XXIX (1928), pp. 362-368; también C. Jenkins en Churck Quarterly Review, vol. CIII
(1927), pp. 233-259. En Revue
Bénédictine, vol. XXIII (1906), pp. 486-500, el abad Cabrol enumera
las razones que hay para atribuir al santo el "Rotulus" de Ravena;
pero la cosa no es clara. Los sermones atribuidos a San Pedro Crisólogo pueden
verse en Migne, PL., vol. III; en la obra de F. Liverani, Spicilegium Liberianum (1863),
pp. 125-203, hay otros sermones y se aprovechan otros manuscritos. Véase
también Bardenhtwer,
Geschichte der altkinhliihcri Literatur, vol. IV, pp. 604-610.
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