martes, 29 de diciembre de 2020

SANTOS SABINO Y SUS COMPAÑEROS, MÁRTIRES

 





(¿303? p. c.) De acuerdo con la historia, Sabino, a quien reclaman como su obispo diversas ciudades italianas, fue detenido junto con varios miembros de su clero durante la persecución de Diocleciano. Todos los aprehendidos comparecieron ante Venustiano, el gobernador de Etruria, quien mandó traer una estatuilla de Júpiter para que Sabino la adorase. Pero el obispo arrojó al suelo la imagen de un manotazo y la hizo pedazos, por lo cual el gobernador mandó que le cortasen las dos manos. Dos de sus diáconos, llamados Marcelo y Exuperancio, hicieron también una valiente confesión de fe, lo que les valió ser colgados por las muñecas a las estacas y azotados ahí hasta que murieron. El obispo Sabino fue devuelto a la prisión, y los cuerpos de los dos diáconos quedaron sepultados en Asís.

Una viuda, llamada Serena, entró a la cárcel con el último de sus hijos, un niño ciego, para que Sabino lo tocase. El mártir le bendijo con el muñón de su brazo derecho y, al punto, la criatura recuperó la vista. Después de aquel prodigio, muchos de los que estaban presos junto con el obispo, pidieron el bautismo. Se afirma que no pasó mucho tiempo sin que, incluso el gobernador Venustiano, quien padecía una enfermedad en los ojos, se convirtiese al cristianismo y, más tarde tanto él como su esposa y sus hijos sacrificaron sus vidas por Cristo.

San Sabino fue trasladado a Espoleta y ahí le apalearon hasta matarlo. Sus restos fueron enterrados a poco más de un kilómetro de aquella ciudad. San Gregorio el Grande habla de una capilla construida en honor de este mártir, cerca de Fermo, y pide a Crisanto, obispo de Espoleta, que le envíe algunas reliquias de San Sabino para su iglesia. Este mártir y sus compañeros se conmemoran en la fecha de hoy en el Martirologio Romano, el cual menciona también el 11 de diciembre a otro San Sabino, obispo de Piaeenzu durante el siglo cuarto. Este fue un hombre de tanta sabiduría y tan grande virtud, que San Ambrosio acostumbraba enviarle sus escritos para que los criticase y aprobase, antes de publicarlos.

La historia que relatamos arriba, depende de una pasión legendaria sin valor histórico, inventada en el siglo quinto o en el sexto. No hay prueba concreta alguna de que Sabino haya sido obispo de Asís, de Espoleto o de cualquier otra ciudad. Su pasión fue publicada, primero, en la Miscellanea de Baluze-Mansi, vol. i, pp. 12-14. Véanse además, el Origines du culte des martyrs de Delehaye, p. 317, donde se admite la posibilidad de que haya existido un mártir de ese nombre que fue sepultado a corta distancia de Espoleto, pero cuya historia se ignora por completo. Consultar también a Lanzoni en Le Diócesi d'Italia, vol.I, pp. 439-440 y 461-463, así como a G. Gristofani, Storia di Assisi, vol. III, pp. 21-23.


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