SAN CLAUDIO,
Obispo y Confesor
Los que quieren llegar a ser
ricos caen en tentación
y en los lazos del demonio.
(1 Timoteo, 6, 9).
San Claudio, que nació cerca de Salins de padres ilustres,
renunció al mundo a la edad de veinte años. Obtenido el estado eclesiástico, se
convirtió en el modelo y oráculo del clero de Besanzón. Después de la
muerte del arzobispo, debió, a pesar de la resistencia que opuso su humildad,
aceptar la carga episcopal. Después de haber gobernado a su diócesis durante
siete años, se retiró a la abadía que hoy lleva su nombre, y la rigió algún
tiempo en calidad de abad. Varios miembros de la nobleza y eclesiásticos le siguieron
a esta soledad, donde murió en las postrimerías del siglo VII, después de
haberse preparado para la muerte, durante cuarenta años, mediante una oración
casi continua.
SOBRE LA VIDA
DE SAN CLAUDIO
I. Éste llevó en medio del mundo una vida retirada. Desde hace ya tiempo
conoces tú la falsía del mundo; no ignoras que sus honores no son sino humo,
que sus placeres pasan en un momento, que las riquezas son los instrumentos de
todos los crímenes, la fuente de todas tus penas, y que si no tienes cuidado,
el apego que tienes a los bienes terrenales será la causa de tu condenación; ¡y
sin embargo amas a este mundo cuyas imposturas conoces!
II. Sólo el temor a resistir la voluntad de Dios pudo determinar a
San Claudio a aceptar el episcopado. Nunca busques ninguna alta posición, a menos
que Dios te llame a ella. Dios tiene sus designios sobre ti; si turbas el orden
que su Providencia ha determinado, te arrepentirás de ello. Estarás contento de
tu estado, si estás seguro que Dios quiere que estés en él. Adopta esta regla
de conducta, aun para todas tus acciones particulares: realízalas después de
haber consultado a Dios.
III. San Claudio dejó su mitra para retirarse a un desierto, y
pensar allí seriamente en la muerte. "Es menester -decía un gran general a
su emperador- poner un intervalo entre los negocios de la vida y la hora de la
muerte, a fin de prepararnos a comparecer ante Dios". Pon manos a la obra
desde ahora; muchos años diste ya a tu cuerpo, ¿qué esperas, pues, para
trabajar en la salvación de tu alma? Demos a Dios algún tiempo de nuestra vida,
no sea que la vanidad y los afanes miserables de aquí abajo la absorban por
entero. (San Juan Crisóstomo).
El amor a la soledad
Orad por vuestra Patria.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de alegría
con la fiesta de San Claudio, vuestro confesor pontífice, haced, por vuestra
bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos
también la que él vivió en la tierra. Por J. N. S.
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