SAN BASILIO MAGNO,
Obispo y Confesor
No tenemos aquí ciudad
permanente, sino que vamos
en busca de la que ha de venir.
(Hebreos, 13, 14).
San Basilio, vástago de una familia de santos, tuvo por padre a
San Basilio el Antiguo, y por madre a Santa Emilia. Su educación fue confiada a
Santa Macrina su abuela, que lo formó en la práctica de todas las virtudes
cristianas. Se cuentan entre sus hermanos y hermanas: a San Gregorio Niceno, a
San Pedro de Sebaste y a Santa Macrina la Joven, que era la mayor de diez
hermanos, notables todos por su eminente santidad. San Basilio, habiendo sido
elevado al arzobispado de Cesárea, se atrajo, por su adhesión a la fe, las
persecuciones de Juliano el Apóstata y de Valente, emperador arriano. A este
último, que lo amenazaba con el destierro, le contestó: Échame a donde quieras,
el mundo entero es un lugar de exilio para mí: no tengo otra patria fuera del
cielo. Murió en el año 379.
MEDITACIÓN: EL MUNDO ES UN EXILIO
I. El mundo es un destierro y el cielo nuestra patria. De esta
verdad saco tres conclusiones: la primera es que debemos tener gran deseo de ir
al cielo. Los exilados emplean sus riquezas, su influencia y el crédito de sus
amigos para volver a su patria; imítalos, emplea todos los bienes que poseas,
tu espíritu y tu salud, para llegar a la casa de tu bienaventurada eternidad:
allí está Dios tu Padre, Jesucristo tu Hermano mayor, Maria tu bondadosa Madre,
con incontables santos, acaso con muchos de tus parientes y amigos. Dirijamos
todos nuestros esfuerzos en esa dirección. Miremos al cielo y no podremos menos
que exclamar: ¿Cuándo llegaré y apareceré ante la Faz del Señor? (Salmo XL, 3).
II. Puesto que el mundo entero es un exilio, debe serte
indiferente habitar en un lugar más bien que en otro. Tu patria debe estar allí
donde la gloria de Dios y el bien de tu alma te reclaman. Por todas partes
encontrarás la tierra que te sostiene y alimenta, por todas el sol que te
alumbra. No te afanes, pues, por el lugar donde habrás de habitar; esta
inquietud podría justificarse, dice San Agustín, si se te pudiese enviar a
algún lado donde Dios no estuviera. No puede ser exilado quien a Dios tiene en
su corazón (San Cipriano).
III. Si en este mundo, que es un lugar de destierro, hay tantas
cosas que agradan, ¿qué no será en el paraíso? Si los bienes, que Dios ha
otorgado indistintamente tanto a sus amigos como a sus enemigos, tienen ya
tanto atractivo, ¿qué no será de los bienes que Él ha preparado a sus amigos e
hijos? Por el contrario, si los elegidos y amigos de Dios deben sufrir tanto en
este mundo, ¿cuáles no serán los tormentos que el Señor reserva en el infierno
para sus enemigos?
El pensamiento del paraíso
Orad por la conversión de los
infieles.
ORACIÓN
Os suplicamos, Señor, escuchéis las oraciones que os dirigimos en
la solemnidad de vuestro confesor pontífice, el bienaventurado Basilio, a fin
de que la intercesión y los méritos de quien tan dignamente os ha servido, nos
obtengan el perdón de nuestros pecados. Por J. C. N. S. Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario