SANTA JULlANA
DE FALCONIERI,
Virgen
Quien come mi carne, y bebe mi
sangre,
en Mí mora y Yo en él.
(Juan, 6, 57).
Juliana apenas si sabía balbucear, cuando ya se la oía en su cuna
pronunciar distintamente los santos nombres de Jesús y María. Tanta era su
modestia, que nunca miró la cara de un hombre; tanto su fervor por la oración,
que pasaba días enteros orando; tanta su caridad por el prójimo, que nada era
capaz de detenerla cuando se presentaba la ocasión de hacer un servicio.
Soportó con rostro siempre alegre una larga y dolorosa enfermedad. Una sola
cosa la afligía: no poder, a causa de sus vómitos continuos, recibir el cuerpo
de Nuestro Señor. En su lecho de muerte, pidió que por lo menos se le acercase
al pecho la Santa Hostia. Accedió el sacerdote a su pedido; pero la Hostia
desapareció y, al mismo tiempo, sonriendo, expiró Juliana. Cuando se la
envolvió en el sudario, se encontró impresa en su pecho, como un sello, la
sagrada Forma. Su muerte acaeció en 1341.
MEDITACIÓN SOBRE
LA COMUNIÓN FRECUENTE
I. La frecuente recepción del Sacramento del altar avivará tu fe.
Es el misterio de fe por excelencia: las delicias inefables que experimentarás
después de una comunión bien hecha serán para ti una prueba sensible de la
presencia de Dios. La Comunión fortificará tu esperanza, porque la Eucaristía
es la prenda del amor que Dios te profesa. En fin, perfeccionará tu caridad
para con Dios y el prójimo; Jesús, en efecto, quiso darse a nosotros por amor;
ha querido darse a los pobres como a los ricos, para enseñamos a amar igualmente
a todos los hombres en su Persona.
II. Muy grandes mercedes recibirás por la virtud de este
Sacramento, todas las veces que te acerques a él dignamente. Dios te colmará de
gracias especiales proporcionadas a la preparación que para ello pongas.
Además, este pan de ángeles, este vino que engendra vírgenes, es todopoderoso
para someter la carne al espíritu y reprimir los movimientos de la sensualidad.
Quien ame el pan de los ángeles será enemigo de su propia carne. (San Gregorio
de Niza).
III. Recibe, pues, a Jesucristo; si tu amor es tibio, se inflamará
mediante la recepción de este Sacramento, porque es la fuente del fervor y de
la devoción. No temas que la familiaridad engendre el menosprecio; por el
contrario, ella te hará descubrir en Jesús nuevas hermosuras y acrecentará así
tu amor por Él. Si te acercas a él con estas disposiciones, encontrarás allí
remedio para todas las enfermedades de tu alma. (San Juan Crisóstomo).
La devoción al Santísimo Sacramento
Orad por los enfermos en peligro de
muerte.
ORACIÓN
Oh Dios, que consolasteis en su lecho de muerte a la
bienaventurada Juliana, vuestra virgen, alimentándola milagrosamente con el
precioso cuerpo de vuestro Hijo, haced, os lo suplicamos en nombre de sus
méritos, que, alimentados y fortificados en nuestra última hora por el divino
Viático, logremos llegar a la patria celestial. Por J. C. N. S. Amén.
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