EL ORIGINAL ESTÁ EN LA IGLESIA DE
SAN ALFONSO, EN ROMA |
NUESTRA SEÑORA DEL
PERPETUO SOCORRO
Pocos casos hay en la historia de la Iglesia de difusión tan
rápida y universal de una devoción mariana como es la del culto al famoso
cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Era el día 23 de junio del año 1867, domínica infraoctava del Corpus,
cuando, en la iglesia de padres redentoristas de Roma, el decano del Capítulo
Vaticano, patriarca de Constantinopla (después cardenal), daba comienzo a la
ceremonia de coronación de la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Con anterioridad, el día 12 de mayo del mismo año, habían aprobado por
unanimidad los capitulares el proyecto de coronación, declarando en público
decreto que dicho cuadro reunía todas las condiciones para tal honor:
antiquísimo culto de más de tres siglos y fama de muy milagroso. Se señaló para
la litúrgica conmemoración de aquélla fiesta la domínica que precede a la
Natividad de San Juan Bautista. Hoy se celebra trasladada al 27 de junio en el
calendario universal de la Iglesia.
¿Cuál es la historia de este cuadro, desde entonces tan celebrado
en las cinco partes del mundo?
Precisamente uno de los diputados por el Cabildo Vaticano para la
coronación era Pedro Wenzel, subprefecto después del Archivo Secreto Vaticano,
quien, años andando, en 1903 comunicó a un padre redentorista, investigador del
origen de este cuadro por Bibliotecas y Archivos vaticanos, un interesante
documento manuscrito que constituía la fuente primaria para la historia de la
venerada imagen. Se hallaba el documento en un códice manuscrito de Franciscus
Turrigius (s. XVI), También se hallaron dos relaciones del mismo en la obra
manuscrita en veintiséis grandes volúmenes de Antonius Brusius (siglo XVII)
sobre antigüedades sacras de Roma. El documento primitivo, escrito en
pergamino, fijo en una tabla, estaba colocado en el cancel que cerraba el altar
mayor de la iglesia de San Mateo in Merulana. Ambos autores copiaron el
original, que, por ser largo, lo resumiremos aquí.
Un comerciante de Creta robó de una iglesia el cuadro milagroso y
se dio a la mar, ocultando el cuadro entre las mercancías. Sobrevino una
tempestad y todos, sin saber del cuadro, invocaban a la Virgen. Se serenó el
mar y tomaron puerto. Un año después el comerciante, con el cuadro, llegaba a
Roma. Enfermó el cretense y un amigo romano se lo llevó a su casa. En el trance
de la muerte el cretense contó al romano el robo del cuadro, conservado sin
honor entre sus mercancías, rogándole que lo colocase en una iglesia donde se
le diera culto. Lo prometió el romano. Muerto el mercader, hallaron, en efecto,
el cuadro, mas la mujer del piadoso amigo persuadió a su marido a quedarse con
el cuadro, reteniéndolo nueve meses. La Virgen, en una visión, dijo al romano
que no hiciera tal, sino que lo colocara en lugar más decente. No obedeció.
Volvió la Virgen segunda y tercera vez, amenazándole entonces con una mala
muerte si no lo ponía en una iglesia. Temió el romano y rogó a su mujer que
regalara el cuadro a alguna iglesia. Se negó ella con muchas razones y el
marido se conformó. La Virgen volvió a hablar al romano: "Te avisé, te
amenacé, no has querido obedecer. Tendrás que salir tú primero, para salir yo
después en busca de lugar más honorable”. Y se murió el romano. Se apareció la
Virgen a una hija suya de seis años y le dijo: "Avisa a tu madre y a tu
tío, y diles que Santa María del Perpetuo Socorro quiere que la saquéis de casa
si no queréis morir todos muy pronto". Contó la niña, temió la madre, que
había tenido la misma visión, y se determinó a obedecer. Pero en esto una
vecina, enterada de lo ocurrido, la decide con muchas y poco piadosas razones a
que no lo haga. Volvió la vecina a casa, pero enfermó de peste. Entonces invocó
a la Virgen y se curó. Volvió la Virgen a la niña para que dijese a su madre:
que quería ser llevada a cierta iglesia llamada de San Mateo, entre Santa María
la Mayor y San Juan de Letrán. Obedeció la madre y, avisando a los frailes
agustinos que llevaban aquella iglesia, con acompañamiento de todo el clero y
pueblo fue trasladado el cuadro y el mismo día de la traslación hizo el primer
milagro.
La fecha de la traslación fue el 27 de marzo de 1499, reinando
Alejandro VI, y la data del documento fue entre la fecha anterior y el año
1503, en que murió dicho Papa. Brutius decía que la letra y el color
denunciaban la fecha.
Quedó allí la imagen durante tres siglos (1499-1798). Las tropas
de Napoleón ocuparon Roma y, entre otras iglesias, derribaron la de San Mateo.
Los agustinos irlandeses que la regentaban se pasaron con el cuadro a la
próxima iglesia de San Eusebio y, de allí, a la de Santa María in Posterula. En
el año 1855 tomaba el hábito de redentorista el joven Miguel Marchi. De niño
había sido monaguillo en la casi extinta comunidad de agustinos, custodios del
cuadro que ignoraban. Pero un lego, fray Agustín Orsetti, muy viejo, que había
conocido el culto y los milagros de la Virgen olvidada, decía con frecuencia al
monaguillo: "Sábetelo bien, Miguelito. La Virgen de San Mateo la tenemos
en el oratorio. No lo olvides... ¡Era muy milagrosa!". Y no lo olvidó.
Enterado el superior general de los padres redentoristas, reverendísimo padre
Nicolás Maurón, se presentó con el padre Marchi a Pío IX. Le refirió el caso
del milagroso cuadro, su paradero, ser voluntad de la Virgen exponerla al culto
entre San Juan de Letrán y Santa María la Mayor, término que coincidía
precisamente con el solar de los redentoristas. Acogió Pío IX las súplicas y
pocos días después, por billete escrito de propio puño, ordenó (11 de diciembre
de 1865) al cardenal prefecto de la Propaganda gestionase la entrega del cuadro
a los padres redentoristas. Así se hizo.
El día 26 de abril de 1866 recorrió el cuadro de nuevo las calles
de Roma. Al año siguiente, como dijimos al principio, fue coronado por el
Cabildo Vaticano. Desde entonces no ha cesado su devoción de recorrer aldeas y
ciudades de las cinco partes del mundo con gran fruto espiritual de
conversiones.
El cardenal Francisco Ehrle, S. I., decía a un padre redentorista:
"No hay Virgen romana más documentada que la Virgen del Perpetuo
Socorro".
Descripción del cuadro: Su tamaño es de 53 por 41,5 centímetros.
Está pintado al temple y en nogal. Fue restaurado por el artista polaco Novodny
en 1866. La Virgen viste túnica roja, peplos o manto azul marino con vueltas
verdes y esclavina. Una redecilla o pañuelo verde, le recoge el cabello. El
Niño viste túnica verde con cinturón púrpura y manto marrón claro. A la derecha
de la figura aparece San Miguel, túnica jacinto, manto y paño de honor verdes.
A la izquierda, San Gabriel, túnica, manto y paño de honor jacinto. Todos los
personajes nimbados. Los pliegues de los paños van acusados con reflejos de
oro. El fondo es oro. Los personajes llevan sus nombres en abreviaturas
griegas: Jesús-Cristo, Madre de Dios, el arcángel Miguel, el arcángel Gabriel.
Los trazos sobre las letras son signos ortográficos y de abreviación.
Composición del cuadro: No es una simple imagen o retrato de
María. Es una escena, una especie de cuadro de género. Para ello no basta que
haya en la escena varios personajes. Es preciso que el pedazo de vida que allí
se vive encadene y relacione a los personajes unos con otros, no con
inscripciones o guiones, sino con el gesto, la mirada, el sentido. Es un
momento simbólico de la vida de María.
Su momento feliz es interrumpido por una visión terrible: la
Pasión, cuyos instrumentos presentan los ángeles al Niño. Este vuelve la mirada
consternado hacia la aparición. Con el movimiento brusco de terror contrae el
pie izquierdo y la sandalia se le desprende. Las manecitas se aferran al pulgar
de la Madre. Por eso la llaman a veces los rusos la Virgen del pulgar
(Taletskaia Bojia Mater). La mirada de la Virgen trasciende el cuadro y pasa al
espectador.
Escuela y fecha: La flexibilidad de la escena denota la presencia
del realismo italiano. Sin embargo, la técnica es bizantina. Su dibujo es más
rígido que el de sus contemporáneos italianos, tiene más de calco que de
inspiración personal. No es un cuadro hecho en Italia como sus congéneres de
Cimabue, Bernabé de Módena y Botticelli. Es un cuadro bizantino con influencias
italianas. La isla de Creta era entonces colonia veneciana. Un ejemplar de
nuestro cuadro está firmado por Andreas Rico de Candía (siglo XV). El nuestro
parece más antiguo que sus similares esparcidos por Italia. Kondakof y Muratof,
disintiendo a veces, convienen en la inspiración italiana y lo atribuyen a la
escuela ruso-bizantina de Novgorod, entre los siglos XIV y XV. En Rusia las
Metsnaia ikona (imágenes de asiento) o Poklonnaia ikona (imágenes grandes)
estaban fijas en el Iconostasio. Las Vírgenes de la Pasión (nuestro cuadro)
eran imágenes de la devoción íntima y se llamaban Domovaia (imagen doméstica) o
Molennaia ikona (imagen pequeña).
Los papas han tenido siempre particular devoción al cuadro de
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Pío IX lo regaló a los católicos de
Zitomir (Rusia), que le pedían una de las Vírgenes más veneradas en Roma. León
XIII se la dio a los misioneros de la Asunción que partían para Bulgaria. San
Pío X la regaló a la emperatriz abisinia Taitú. Benedicto XV la tenía sobre su
trono; para el 50° aniversario de la exposición al culto del prodigioso cuadro
acuñó, a sus expensas, una medalla conmemorativa con su busto y la imagen del
Perpetuo Socorro. Pío XI la puso en el escudo de la misión pontificia para
socorrer a los niños hambrientos de Rusia. Hoy se la considera como símbolo de
enlace entre la Iglesia romana y las Iglesias orientales disidentes, para la unión.
Es cosa menos que interminable enumerar las naciones y centros en que a la
Virgen del Perpetuo Socorro se le tributa culto especial. Baste decir que se
halla extendida su devoción por las cinco partes del mundo. Sólo destacaremos
las formas más significativas de este culto.
Existe la Archicofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de
la que Pío IX quiso ser el primer archicofrade, encabezando las listas. También
lo fue Alfonso XIII, cuya curación, en una gripe infantil, se atribuyó a una
estampa de la Virgen colocada en su cuna. La Archicofradía tiene una sección
especial: la Súplica Perpetua, por la que los socios se comprometen a orar
media hora todos los meses ante el cuadro. Está también en plena vitalidad la
Visita Domiciliaria por medio de capillas portátiles. En muchos países
extranjeros existe la Novena Perpetua, sobre todo en los pueblos anglosajones,
originaria de los Estados Unidos, que celebra una función religiosa como de
media hora un día a la semana, durante todo el año. Pero esa función se repite,
como en San Luis (Estados Unidos) once veces por día, para dar entrada a las
oleadas de devotos. Estos, en la iglesia de Boston, no bajan de 20.000 el día
semanal de la novena. El centro de Manila es asombroso. En Baclarán, barrio de
la capital, se ha construido una iglesia capaz para 12.000 personas. En los
días de Novena Perpetua el municipio organiza servicio especial de tranvías y
autobuses, con un promedio de 60.000 asistentes en los siete ejercicios al día.
El delegado apostólico, monseñor Panico, decía: “La Novena Perpetua es la
gracia más grande que Dios ha dado a Filipinas después de su conversión al
cristianismo". A estas Novenas Perpetuas asisten muchos no católicos. El
padre Juan Herat, oblato de María Inmaculada, decía que, en su parroquia de
Colombo, asistían los miércoles de la Novena 30.000 personas entre católicos,
hindúes, budistas, mahometanos, parsis y protestantes. Francia, Italia,
Bélgica, Holanda, Alemania, Inglaterra la tienen en la mayor parte de sus
iglesias. Son cientos de miles los lugares misionados adonde se ha llevado el
cuadro y su devoción. Varios cientos de miles suman los ejemplares de las
revistas de su nombre. Los altares erigidos en su honor son innumerables. Un
cronista extranjero contaba por el año 1916 unos 1.200 altares sólo en pueblos
de Andalucía. En España, además de la devoción privada que todo español conoce,
tiene esta Virgen el homenaje de instituciones públicas de que es ella Patrona,
así: Sanidad Militar, Colegios Médicos, Beneficencia Municipal de Madrid, en el
Ministerio de la Gobernación, Asociación Mutua de Socorros, el Seguro Español,
Mutualidad de Peritos del Ministerio de Agricultura, Ministerio de Hacienda. En
Méjico y en las naciones de Centro y Sudamérica florece la devoción en prácticas
piadosas y frutos de bendición, como en cualquier nación europea.
No basta la distancia remota de los pueblos para limitar su
devoción. A principios de siglo unos misioneros austriacos, en misión rodante
por el Transiberiano, llevaron el cuadro desde Moscú a VIadivostok. En África
lo presentan al culto los misioneros del Alto Níger (franceses), del Congo
(belgas), de África del Sur (ingleses). También en Oceanía los misioneros de
Nueva Guinea. Siete catedrales de Australia y Nueva Zelanda celebran la Novena
Perpetua. En Newcastle (Oceanía) cinco estaciones radiofónicas comerciales
transmiten la Novena Perpetua. En 1948 el padre Henry, oblato de María
Inmaculada, llevaba el cuadro al Polo Norte, al 70º de latitud, península de
Boothia.
Como se ve, esta devoción tiene un marcado carácter universalista,
con un fruto abundante de conversiones.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO
Oh María, Madre bendita del Socorro, concededme que
siempre pueda invocar vuestro dulcísimo Nombre porque él es ayuda del que vive
y salud del que muere. Oh, Virgen Santísima del Socorro, haced que vuestro
nombre sea de hoy en adelante la respiración de mi vida. Señora y Madre mía, no
tardéis en socorrerme siempre que os llame, ya que en todas las tentaciones que
han de combatirme, en todas las necesidades que se me presenten yo no quiero
nunca dejar de llamaros, exclamando siempre: María, Madre mía. ¡Qué alivio, qué
dulzura, qué confianza y qué ternura siente mi alma con sólo invocar vuestro nombre
y con sólo pensar en Vos! Mil gracias doy a Dios por haberme dado para mi bien
este nombre tan dulce, tan amable y tan poderoso; y Vos, oh portentoso Señor de
los Milagros, concededme que escudándome bajo el nombre y la protección de la
Virgen Santísima del Socorro, merezca, por su intercesión, verme libre de todo
peligro y de todo mal en la tierra, a fin de poder bendecir su nombre y
adoraros a Vos en la eterna bienaventuranza. Así sea.
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