SAN FRANCISCO DE RÉGIS,
Confesor
Nada hay oculto que no deba
ser descubierto,
ni escondido, que no haya de
ser conocido y publicado.
(Lucas. 8, 17).
San Francisco se impresionó de tal modo de lo que oyó decir un día
a su madre concerniente a las penas del infierno, que toda su vida experimentó
sumo horror por el pecado mortal. Cobijó su inocencia bajo el manto de la Reina
de los cielos; y para mejor servir a esta bondadosa Madre, ingresó a una de las
piadosas congregaciones erigidas en su honor. Entró en la Compañía de Jesús y,
con tanto celo y fruto trabajó en la salvación de las almas, que mereció ser
llamado apóstol de Vivarais. Murió el año 1640 en Lalouvesc, donde su tumba se
ha hecho célebre por la afluencia de peregrinos que a ella acuden y por los
milagros que allí se producen.
MEDITACIÓN SOBRE LOS TRES OBSTÁCULOS
PARA UNA BUENA CONFESIÓN
I. La negligencia en prepararte a la Confesión a menudo es la causa
de que no aproveches de un remedio tan salutífero. No indagas tus pecados con
suficiente esmero; no te excitas lo suficiente a la contrición, porque no
consideras el mal que te causan tus pecados, ni el bien de que te privan. Has
perdido el más valioso de los bienes, la gracia, y todavía has menester que se
te mande que tengas dolor de ello.
II. El respeto humano impide a menudo que se declaren todos los
pecados. El demonio que nos había quitado la vergüenza cuando cometíamos
nuestros crímenes, quiere ahora devolvérnosla en el santo tribunal. Desecha
esta mala vergüenza, a menos que prefieras ver, en el día del juicio, expuestos
tus pecados a la vista de todos antes que declararlos aquí a un solo hombre.
Esta confusión que sufres ahora te será saludable, la otra será inútil. No te
avergüences de tener que decir lo que no tuviste vergüenza de hacer. (San
Bernardo).
III. Recaes siempre en las mismas faltas, siempre te confiesas de
lo mismo, porque no tienes un firme propósito de enmienda y no prevés los
escollos allí donde tienes costumbre de naufragar. Piénsalo seriamente en lo
porvenir, deja esas ocasiones peligrosas, y no te preocupes por lo que diga el
mundo. ¿Dónde estamos si más tememos disgustar a los hombres que a Dios?
(Tertuliano)
La huida del pecado
Orad por los que están
en pecado mortal.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis otorgado al bienaventurado Francisco, vuestro
confesor, una admirable caridad y una paciencia invencible en los trabajos que
emprendió para la salvación de las almas, haced, por vuestra misericordia, que
siendo enseñados por sus ejemplos y ayudados por su intercesión, obtengamos las
recompensas de la vida eterna. Por J. C. N. S. Amén.
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