miércoles, 21 de abril de 2021

San José proclamado patrono de la Iglesia universal:

 San José proclamado patrono de la Iglesia universal:





Durante el santo concilio ecuménico Vaticano, Nuestro Santísimo Papa Pío IX, conmovido por la luctuosa situación de estos tiempos, para ponerse a sí mismo y a todos los fieles bajo el poderosísimo patrocinio del santo patriarca José, quiso satisfacer los votos de los obispos y solemnemente lo declaró Patrono de la Iglesia católica.

También dispuso que esta declaración se publicara por el presente decreto de la Sagrada Congregación de Ritos en este día de la Inmaculada Concepción de la Virgen madre de Dios y esposa del castísimo José.

Pío IX, Decreto Quemadmodum Deus, 8 de diciembre de 1870.


CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

San José dulcísimo, y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades.

Yo te suplico con todo mi corazón, por tus siete dolores y gozos, que me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma.

Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud, particularmente lo que te pido en esta oración, y una cristiana disposición para morir bien.

Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.


BENDITA SEA TU HUMILDAD

Bendita sea tu humildad

¡Oh José del alma mía!

Pues todo un Dios se gloría

De ella y de tu castidad

¡Oh pasmo de santidad!

A ti clamo, en ti confío.

Sedme favorable y pío

En mi vida y en mi muerte

Y en trance tan duro y fuerte:

No me dejes, Padre mío.


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