La gran popularidad de San Albino
se debe menos a su vida, sin ningún hecho notable, que a los múltiples milagros
que se le atribuyeron, sobre todo después de su muerte. Su culto se propagó por
Francia, Italia, España y Alemania y llegó hasta Polonia. El santo es titular
de numerosas parroquias en Francia.
Nació en la diócesis de Vannes
en Bretaña, de una familia originaria de Inglaterra o de Irlanda, según se
dice. Muy joven, entró en el monasterio de Tincillac, del que sabemos muy poco,
y llevó ahí una vida de gran santidad. Hacia los treinta y cinco años de edad,
fue elegido abad; bajo su gobierno floreció extraordinariamente el monasterio y
se convirtió en un verdadero jardín de virtudes. Nada tiene, pues, de extraño
que las miradas del clero y el pueblo de Angers se hayan vuelto hacia san
Albino cuando la sede quedó vacante, el año 529. Para gran pena suya y contento
de San Melanio, obispo de Rennes, San Albino fue elegido obispo de Angers y
demostró ser un hábil e inteligente pastor.
El santo predicaba todos los
días, era muy generoso con los pobres y menesterosos, pero especialmente con
las viudas que tenían muchos hijos. Otra de sus obras predilectas era el
rescate de esclavos y gastó enormes sumas de dinero en rescatar a los
prisioneros que los bárbaros habían hecho en sus numerosas invasiones. Según la
tradición, San Albino rescató a un cautivo, no de los bárbaros, sino del propio
rey Childeberto. Se trataba de una hermosa muchacha en quien Childeberto había
puesto los ojos y a la que había mandado raptar y encerrar en una fortaleza.
Tan pronto como la noticia llegó a oídos de San Albino, fue éste personalmente
al castillo a exigir la libertad de la joven. La figura del obispo inspiró tal
respeto a los guardias, que pusieron inmediatamente en libertad a la muchacha.
La leyenda añade que uno de los soldados intentó detener a la joven, usando de
amenazas y violencia; pero el obispo sopló sobre él y el soldado cayó muerto.
El rey no trató de apoderarse de nuevo de la joven, llamada Eteria, puesto que profesaba
gran veneración a San Albino; en cambio la popularidad del obispo era menor
entre algunos de sus súbditos, porque había puesto en ejecución los decretos de
los dos Concilios de Orleans (538 y 541) contra los matrimonios incestuosos.
Se atribuyeron a San Albino
muchos milagros. Además de varias curaciones de enfermos y de ciegos, se cuenta
que resucitó a un joven llamado Albaldo. En otra ocasión, después de haber
intercedido sin éxito por unos prisioneros, se derrumbó durante la noche una
parte del muro de la prisión y éstos pudieron escapar; inmediatamente fueron a
ver al santo y le prometieron cambiar de vida.
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