Santa
Gertrudis, hija menor de Pipino de Landen y de Itta, Ida o Iduberga, nació en
Landen en 626. Tenía un hermano, Grimoaldo, quien sucedió a su padre y una
hermana, Santa Begga, quien se casó con el hijo de San Arnulfo de Metz.
Gertrudis fue educada muy esmeradamente por sus padres, quienes pronto
descubrieron su inclinación por la vida religiosa. Cuando tenía cerca de 10
años, su padre dio una fiesta a la que asistió el rey Dagoberto y los nobles
más prominentes de Austrasia. Uno de los nobles pidió al rey que le otorgara la
mano de Gertrudis para uno de sus hijos ahí presentes. Dagoberto, pensando
halagar a la niña, la mandó llamar y señalando hacia el apuesto joven le
preguntó si deseaba casarse con él. Para sorpresa suya, Gertrudis le contestó
que ella nunca tomaría esposo y que deseaba tener a Cristo Jesús por su único
amo y Señor. Nadie se opuso a la determinación de la niña, antes bien fue
elogiada por el rey y los cortesanos. Al quedar viuda, Itta consultó a San Amando,
obispo de Maestricht, sobre cuál sería la mejor forma de que ella y su hija
sirvieran a Dios. Siguiendo el consejo del obispo, comenzó a construir un
monasterio en Nivelles. Para evitar toda tentación en contra de la vocación de
Gertrudis, su madre le cortó el pelo y afeitó su cabeza. Cuando la nueva
fundación fue terminada, madre e hija ingresaron a ella. Itta insistió en que
su hija fuera superiora, aunque de vez en cuando la asistiría con su consejo.
La joven abadesa probó ser capaz de desempeñar atinadamente su cargo. No sólo
se ganó el respeto de las religiosas, sino también el de muchos peregrinos de
categoría que visitaban la casa.
Itta murió en 625; Santa Gertrudis
encomendó entonces muchas de las labores de la administración externa a otras
personas. Esto le permitió dedicar más tiempo al estudio de las Sagradas
Escrituras, así como imponerse mayores mortificaciones. Tan severamente había
tratado su cuerpo, que a la edad de 30 años estaba completamente extenuada por
el continuo ayuno y falta de sueño. Decidió dejar el cargo a su sobrina
Wulfetrudis, a la que había preparado y sólo contaba 20 años de edad. La santa
se dedicó entonces a prepararse para la muerte, aumentando sus devociones y
disciplinas. Sus biógrafos cuentan que una vez, cuando Gertrudis estaba en la
iglesia, una esfera de fuego apareció sobre su cabeza y alumbró el recinto
durante media hora. A pesar de su santidad, cuando llegó su hora, tenía miedo
de haber sido indigna y entonces envió recado a San Ultan, que estaba en
Fosses, para saber si había tenido alguna revelación que se refiriera a ella.
El santo hombre mandó decirle que moriría al día siguiente, mientras se
celebraba la Santa Misa, pero que no tuviera miedo, porque San Patricio, junto
con muchos ángeles y santos, la esperaban para recibir su alma. Santa Gertrudis
acogió con regocijo el mensaje y el 17 de marzo, mientras el sacerdote estaba
diciendo las oraciones que preceden al prefacio, entregó su alma a Dios.
Siguiendo sus deseos, fue enterrada con su cilicio puesto, sin sudario o
mortaja, y su cabeza fue envuelta en un velo viejo que una religiosa había
dejado allí, a su paso por el convento.
Santa Gertrudis ha sido
invocada como la patrona de los viajeros, probablemente debido al interés que
mostraba por los peregrinos y también por el rescate milagroso de unos monjes
que la invocaron durante un gran peligro en el mar. Existía la costumbre de
tomar una copa de despedida en su honor, antes de comenzar un viaje. Se
conserva aún una copa que se usaba con este propósito en Nivelles, junto con
algunas otras reliquias. El pueblo la veneraba como la patrona de las almas que
iban de viaje al otro mundo; decían que las almas viajaban por tres días y se hospedaban
la primera noche con ella y la segunda con San Miguel. El símbolo con el que la
suelen representar es un ratón. Suelen pintar uno o dos ratones subiendo a su
bastón pastoral o jugando sobre su rueca. Nunca se ha dado una explicación
satisfactoria a este simbolismo, aunque se han hecho muchas conjeturas: una de
ellas es que el diablo en forma de ratón, solía enredarle el hilo mientras
hilaba para hacerle perder la paciencia. Ha sido muy invocada contra plagas de
ratones y en 1822, durante una de estas plagas de ratón de campo, los
campesinos de la zona del bajo Rin llevaron a su altar en Colonia una ofrenda
de plata en forma de ratón. También se invoca a Santa Gertrudis para obtener
buen alojamiento durante un viaje. Si el día de su fiesta hay buen tiempo, se
considera como buen augurio; en muchos sitios ese día marca el comienzo del
trabajo en el campo.
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