(c. 579 p.C.) - San Gregorio
Magno nos ha conservado, en uno de sus Diálogos, el recuerdo de los mártires de
los lombardos, contemporáneos suyos. Hacia mediados del siglo VI, los lombardos
de Escandinavia y Pomerania, que habían invadido ya Austria y Baviera, bajaron
hasta Italia, asolando las ciudades por donde pasaban. No contentos con la
destrucción material, intentaron en muchos casos pervertir a la población con
sus ritos paganos. En un sitio trataron de hacer que cuarenta labradores
comieran la carne ofrecida a los ídolos; como estos se negasen firmemente, los
invasores les pasaron por la espada. Igualmente intentaron forzar a otros
prisioneros a adorar a su deidad favorita, una cabeza de cabra ante la que
aquellos paganos doblaban las rodillas y a la que llevaban en procesión,
cantando himnos obscenos en su honor. Casi todos los cristianos, que eran unos
cuatrocientos, prefirieron morir a renegar de Dios.
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