Según el Martirologio Romano, este Papa fue
bisabuelo de San Gregorio Magno, quien cuenta que cuando su tía Santa Tarsila
se hallaba en el lecho de muerte, San Félix se le apareció y se la llevó al
cielo. El Martirologio Romano le llama Félix III, debido a que el antiguo
catálogo de los Papas incluía, por error, al anti-papa Félix con el nombre de
San Félix II.
Muy poco es lo que
sabemos sobre la vida personal de este santo Pontífice. Era un romano valiente
y discreto, como León I y en la historia de la Iglesia, su nombre está
relacionado con los disturbios producidos por la herejía monotelita. El año
4082, el emperador Cerón publicó un documento conocido con el nombre de "Henotikon",
redactado por Acacio, patriarca de Constantinopla, para aplacar a los monofisitas,
pasando por alto las decisiones del Concilio de Calcedonia. Dos años más tarde,
San Félix convocó un Concilio en Letrán y excomulgó a Acacio y a sus partidarios
por haber traicionado la fe católica. San Félix es uno de los numerosos
pontífices romanos que defendieron las decisiones de los concilios ecuménicos
contra el poder secular, mientras la mayoría de los jerarcas orientales se
plegaban cobardemente a los designios del emperador. Desgraciadamente, el cisma
de Acacio duró treinta y cinco años y preparó el gran cisma de la iglesia
bizantina.
En el occidente,
Félix trabajó mucho por la revigorización de la iglesia de África, después de
la larga persecución de los vándalos arrianos. Murió el año 492, poco antes de
cumplir nueve de pontificado. Su fiesta se celebra en Roma.
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