Jacobo Carrucci (El Pontormo), S. Quintín, 1517
Pinacoteca Comunal Sansepolcro
(Fecha desconocida)) - San Quintín era romano. Según la historia, partió a la Galia en compañía de San Luciano de Beauvais. Ambos predicaron juntos en ese país, y no se separaron sino hasta llegar a Amiens. San Quintín se quedó ahí, para hacer el intento de ganar a Cristo esa región-con el trabajo y la oración. Su premio fue la corona del martirio. El prefecto Ricciovaro, habiendo tenido noticias de los progresos del cristianismo en Amiens, mandó aprehender a San Quintín. Al día siguiente, el santo misionero compareció ante el prefecto, que trató en vano de doblegarle con promesas y amenazas. Como no lo lograse, le mandó azotar y le encerró en una mazmorra, a donde los cristianos no podían i r a visitarle. El relato del martirio de San Quintín está formado por una serie de torturas y milagros. Se cuenta que se le atormentó en el potro hasta descoyuntarle todos los huesos; después se le desgarró con garfios, se le virtió aceite hirviente en la espalda y se le aplicaron a los costados antorchas encendidas. Con la ayuda de un ángel, Quintín escapó de la prisión, pero los guardias le arrestaron nuevamente cuando predicaba en la plaza pública. Al partir de Amiens, Ricciovaro mandó que Quintín fuese conducido a Augusta Veromanduorum (actualmente Saint Quentin) y ahí trató de doblegarle otra vez. Finalmente, avergonzado al verse vencido por el santo, Ricciovaro mandó torturarle de nuevo y degollarle. En el momento de la ejecución, una paloma salió del cuello cercenado y se perdió en el cielo. El cadáver fue arrojado al río Somme, pero los cristianos lo recuperaron y lo sepultaron cerca de la ciudad.
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