domingo, 8 de agosto de 2021

XI DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS

 

XI DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS
SEMIDUPLEX, verde
Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad

Con la oposición entre el árbol bueno y el árbol malo, entre los hijos del mundo y los hijos de la luz, entre el hombre carnal y el hombre espiritual, entre el fariseo y el publicano, la Iglesia ha querido inculcarnos el verdadero sentido de la vida cristiana. Hoy quiere que nos detengamos a considerar en sí misma esa vida que recibimos en el Bautismo. Quiere invitarnos a renovar nuestras promesas bautismales. El Evangelio nos coloca en los últimos tiempos de la predicación de Jesús en Galilea. En él se nos cuenta el milagro del sordomudo. Debemos al suave y prodigioso contacto de las manos del Salvador el haber sido curados. Así lo experimentamos el día de nuestro Bautismo, cuando "nos condujo a habitar en una misma casa" (Introito). Por eso cantamos, rebosantes de gratitud: "Alabad a Dios, que es nuestro ayudador; celebrad al Dios de Jacob" (Aleluya). Si desde el día en que Cristo nos dijo también a nosotros: "Effeta", se ha enfriado nuestra fe, volvamos a vivirla con el recuerdo de las apariciones del Resucitado (Epístola); y si nos atemoriza el recuerdo de nuestras flaquezas, pensemos que la abundancia de la piedad divina excede nuestros méritos y nuestras súplicas, y multiplicará la misericordia para perdonar lo que teme la conciencia y para añadir lo que la oración no se atreve a pedir.
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El milagro obrado por Jesús en favor del sordomudo que hace mención el Evangelio, expresa admirablemente el estado en que se hallaban los hombres antes de la predicación evangélica.  Las criaturas daban voces para proclamar la existencia de Dios, y el hombre, sordo a tales insinuaciones, no sabía levantar su mente para reconocerle y confesarle. Fue necesario que Jesucristo, con sus milagros y con su doctrina, iluminase las inteligencias humanas. Aquel memorable Ehpheta, “Abrete”, que pronunció Jesús, era en la Iglesia primitiva, y sigue siendo ahora, la vieja imagen que las gracias, así de la primera como de las demás que abren nuestro entendimiento, voluntad y sentidos para lo sobrenatural.
El resumen que nos presenta el Epístola de los principales misterios de nuestra religión, nos da una idea exacta de las excelencias que el Redentor, de su divinidad y de la bondad infinita que ha tenido para con los hombres. El Introito de la Misa expresa perfectamente los sentimientos de un corazón animado de una fe viva en este divino Salvador y lleno de una santa confianza en su voluntad y omnipotencia.

INTROITO Salmo 67, 6-7. 36,2
Deus in loco sancto suo: Deus qui inhabitáre facit unánimes in domo: ipse dabit virtútem, et fortitúdinem plebi suæ. V/. Exsúrgat Deus et dissipéntur inimíci ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a fácie ejus. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén
Dios mora en su santa casa; a los desvalidos da un hogar y a su pueblo, fuerza y poder.  V/.  Levántese Dios y desaparezcan sus enemigos; y huyan de su presencia los que le odian. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA
No habrá quizá oración tan hermosa como ésta ante el abismo insondable de la bondad divina, a la que implora y a la que nos hace contemplar al mismo tiempo.
Omnípotens, sempitérnæ Deus, qui abundántia pietátis tuæ, et merita súpplicum excédis et vota: effúnde super nos misericórdiam tuam: et dimíttas quæ consciéntia métuit, ut adjícias quod orátio non præsúmit. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Omnipotente y eterno Dios, cuya infinita bondad rebasa los méritos y aun los deseos de los suplicantes; derrama sobre nosotros tu misericordia, y perdona lo que nuestra conciencia teme, dándonos aun lo que no osamos pedirte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


EPÍSTOLA 1 Corintios 15, 1-10
En el pensamiento de san Pablo todo se apoya en la resurrección de Cristo. Si no ha resucitado, su obra cae por tierra: si ha resucitado, con él resucitaremos todos nosotros.
Lectio Epistolæ beati Pauli Apostoli ad Corinthios.
Fratres: Notum vobis fácio Evangélium quod prædicávi vobis, quod et accepístis, in quo et statis, per quod et salvámini: qua ratióne prædicáverim vobis, si tenétis, nisi si frustra credidístis. Trádidi enim vobis in primis, quod et accépi: quóniam Christus mórtuus est pro peccátis nostris secúndum Scriptúras: et quia sepúltus est, et quia resurréxit tértia die secúndum Scriptúras: et quia visus est Cephæ, et post hoc úndecim. Deínde visus est plus quam quingéntis frátribus simul, ex quibus multi manent usque adhuc, quidam autem dormiérunt. Deínde visus est Jacóbo, deínde apóstolis ómnibus: novíssime autem ómnium tamquam abortívo, visus est et mihi. Ego enim sum mínimus Apostolórum, qui non sum dignus vocári Apóstolus, quóniam persecútus sum Ecclésiam Dei. Grátia autem Dei sum id quod sum, et grátia ejus in me vácua non fuit.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos: Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano. Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí.


GRADUAL Salmo 27, 7.1
In Deo sperávit cor meum, et adjútus sum: et reflóruit caro mea, et ex voluntáte mea confitébor illi. V/. Ad te, Dómine, clamávi, Deus meus, ne síleas, ne discédas a me.
En Dios esperó mi corazón, y fui socorrido, y refloreció mi carne, y con todo mi corazón le alabaré. V/. A ti, Señor, clamo; Dios mío, no te hagas sordo a mis ruegos ni te alejes de mí.

ALELUYA Salmo 80, 2-3
Allelúja, allelúja. V/.  Exultáte Deo adjutóri nostro, jubiláte Deo Jacob: súmite psalmum jucúndum cum cíthara. Allelúja.
Aleluya, aleluya. V/.  Alabad a Dios, que es nuestra ayuda, celebrad al Dios de Jacob; cantad con el arpa y la citara. Aleluya.

EVANGELIO Marcos 7, 31-37
La curación del sordomudo es la historia de las misericordias divinas para con cada uno de nosotros. Todas se resumen en el  bautismo que ha abierto nuestros espíritus y nuestros corazones a las cosas de Dios.
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Marcum.
In illo témpore: Exiens Jesus de fínibus Tyri, venit per Sidónem ad mare Galilǽæ, inter medios fines Decapóleos. Et addúcunt ei surdum et mutum, et deprecabántur eum, ut inpónat illi manum. Et apprehéndens eum de turba seórsum, misit dígitos suos in aurículas ejus: et éxpuens, tetígit linguam ejus: et suspíciens in cælum, ingémuit, et ait illi: «Ephphetha,» quod est, «adaperíre.» Et statim apértæ sunt aures ejus, et solútum est vínculum linguæ ejus, et loquebátur recte. Et præcépit illis, ne cui dícerent. Quanto autem eis præcipiébat, tanto magis plus prædicábant: et eo ámplius admirabántur, dicéntes: «Bene ómnia fecit, et surdos facit audíre, et mutos loqui.»
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo: Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 29, 2-3
Exaltábo te, Dómine, quóniam suscepísti me, nec delectásti inimícos meos super me: Dómine, clamávi ad te, et sanásti me.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado, y no has dejado se rían de mí mis enemigos; Señor, he clamado a ti y me has sanado.

SECRETA
Réspice, Dómine, quǽsumus, nostram propítius servitútem: ut, quod offérimus, sit tibi munus accéptum, et sit nostræ fragilitátis subsídium. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,
Te suplicamos, Señor, mires propicio el sacrificio que nosotros, tus siervos, te ofrecemos, para que te sea grato y sostenga nuestra fragilidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios


PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
En verdad es digno y  justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente  y eterno Dios, que con tu  unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un sólo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

COMUNIÓN  Proverbios 3, 9-10
Honóra Dóminum de tua substántia, et de primítiis frugum tuárum: et implebúntur hórrea tua saturitáte, et vino torculária redundábunt.
Honra al Señor con todo tu haber y con las primicias de tus frutos; y se llenarán tus trojes de grano y tus lagares rebosarán de vino.

POSCOMUNIÓN

Sentiámus, quǽsumus, Dómine, tui perceptióne sacraménti, subsídium mentis et córporis: ut in utróque salváti, cæléstis remédii plenitúdine gloriémur. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Te rogamos, Señor, que experimentemos en el alma y en el cuerpo el refuerzo de tu sacramento, para que, salvados ambos, nos gloriemos con la plenitud del remedio celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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