BEATO GABRA MIKAEL,*
Mártir
(s. I d. C)
.
Poco tiempo después de que el beato Justino de Jacobis llegara a Etiopía, en 1839, conoció a Abba Gabra Mikael,(1) monje de la disidente Iglesia de Etiopía, hombre de unos cincuenta años, que gozaba de gran renombre por su santidad y saber, pero que era mal visto por los otros monjes, ya que había manifestado una decidida inclinación hacia el catolicismo, lo cual se condenaba como un estigma, al considerarse como abertura hacia el arrianismo. Mikael no era sacerdote, pero había estudiado teología tan profundamente como se lo permitían las condiciones en su Iglesia, dedicado a la enseñanza y al estudio de los distintos monasterios. Las actividades de la delegación etíope a Egipto y Roma, de la que fue miembro Gabra Mikael así como el beato Justino, fueron descritas en el artículo dedicado a éste, el 31 de julio. Después de aquellas experiencias y de sus largas conversaciones con el padre Justino, Gabra Mikael regresó convertido en miembro de la Iglesia católica a mediados de 1844.
El culto abisinio fue un auxiliar muy valioso para el padre de Jacobis, especialmente en lo que se refiere a la enseñanza de los naturales del país que aspiraban al sacerdocio. Juntos, redactaron un catecismo de la doctrina adaptado a las necesidades locales, tradujeron una obra de teología moral al amárico y establecieron un colegio del que se hizo cargo Gabra Mikael. Esto sirvió de pretexto al abuna Salama, jefe de la iglesia disidente, para atizar los sentimientos contra "los francos". La campaña culminó con un decreto del gobierno para desterrar a los dos jefes, que se refugiaron en la isla de Massawa. Allí fue donde Mons. Massaia consagró obispo al padre de Jacobis. Este se las arregló para retornar ocultamente al territorio de su misión y su primer acto episcopal fue la ordenación sacerdotal de Gabra Mikael, en 1851. Siguió un período de sorprendentes éxitos en el trabajo de conversión de los disidentes. Pero entonces estalló la rebelión del caudillo Karsa, que se apoderó de la colonia • ocupó el trono con el nombre de Teodoro inmediatamente se desató la persecución contra la Iglesia.
Gabra Mikael y cuatro compatriotas suyos fueron arrojados en prisión y amenazados con la tortura para que renegaran de su religión. Desde un principio se negaron y, durante un período de nueve meses, a intervalos regulares eran llevados desde su inmunda celda a presencia de Teodoro II y su metropolitano Salama para ser interrogados y amenazados de nuevo. Cada vez que demostraban su firmeza, eran brutalmente azotados con unos látigos hechos con rabos de jirafa (las cerdas de los rabos de las jirafas son como alambres de acero) y se los sometía a otros tormentos. "En cuestiones de la fe", decía Gabra Mikael al metropolitano Salama, "yo tengo que estar en el campo opuesto al tuyo, pero en lo que concierne a la caridad cristiana, creo que sólo te he hecho el bien". Por cierto que, gracias a la intervención de Gabra Mikael, pocos años antes, se desterró a Salama en vez de ejecutarlo. En marzo de 1855, Teodoro II emprendió una expedición contra el gobernador de Shoa y no quiso dejar atrás a Gabra Mikael que, encadenado, se fue en la comitiva del rey usurpador. El 31 de marzo, se hizo un último intento para que se sometiera y renegara de su fe. En la sala del tribunal se negó y fue condenado a muerte. El cónsul inglés, Walter Chichele Plowden, quien había apoyado la usurpación de Teodoro, se hallaba presente en el juicio e interpuso una suspensión de sentencia en favor de Gabra Mikael, que fue aceptada: se cambió su condena a muerte, por la de prisión perpetua. Por intermedio de un amigo, envió un mensaje conmovedor a los otros prisioneros en Gondar, con estas palabras: "Permaneced firmes para morir en vuestra fe. No tengo esperanzaslver a veros en esta tierra. Si me matan, moriré por dar el testimonio de mi fe; si me dejan con vida, no cesaré de predicarla." Decrépito por su avanzada edad, agotado por los sufrimientos y los malos tratos, Gabra Mikael cargado de cadenas, fue arrastrado de un lugar a otro, en la comitiva del rey; jamás se quejaba; siempre demostraba su serenidad y su abnegación, hasta el punto de renunciar a la ración alimenticia que le correspondía, para darla a otros presos que padecían tanto como él; así se conquistó la estimación de todos los que le conocieron, incluso de los guardias. Contrajo el cólera, pero se recuperó; hasta que por fin, al cabo de 3 meses de semejante existencia, el 28 de agosto de 1855 se tendió a un lado del camino para morir . . . Sus guardias se apresuraron a quitarle los grilletes y lo sepultaron. Gabra Mikael, considerado siempre como un mártir, fue beatificado en 1926.
Hay una biografía en francés sobre este mártir, escrita por J. B. Coulbeaux (1902y otra en italiano, por E. Cassiniani (1926). Véase también el estudio de G. Goyau en The Gololden legend overseas (1931) y el Book of Eastern Saints (1938) por D. Attwater, pp. 1 36-147. Cf. la bibliografía del Beato Justino de Jacobis, 31 de julio.
* Vidas de los Santos, Butler - Volumen III.
(1) Gabra Mika'el, i.e. Siervo de Miguel; deriva de la palabra escocesa "Gilmichael". La forma francesa del nombre es Michel Ghébré. En este Sitio, figura también el día 4 de septiembre, con el nombre de "Ghebra Miguel"
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