CATEDRAL DE IMOLA, DONDE SE VENERAN LAS RELIQUIAS DE SAN CASIANO |
SAN CASIANO DE IMOLA,
Mártir
San Casiano, maestro de escuela, sufrió el más cruel suplicio. Le ataron las manos atrás del cuerpo y lo entregaron a los niños, a quienes enseñaba, para que lo mataran a estiletazos. Tanto más prolongado y doloroso fue su suplicio cuanto menos fuerza tenían sus verdugos, y más gloriosa fue así su victoria.
Casiano era un maestro severo y eficiente. Enseñaba a sus niños los rudimentos de la gramática, al mismo tiempo que un arte especial: el de la taquigrafía, ese arte de condensar en breves signos las palabras. Es acusado de cristiano. Y los perseguidores tienen la maligna ocurrencia de ponerle en manos de los mismos niños, sus discípulos, para que muera atormentado por ellos, y que los instrumentos del martirio sean los mismos de que antes se valían para aprender.
El poeta Aurelio Prudencio, relata así el martirio de San Casiano:
"Unos le arrojan las frágiles tablillas y las rompen en su cabeza; la madera salta, dejándole herida la frente. Le golpean las sangrientas mejillas con las enceradas tabletas, y la pequeña página se humedece en sangre con el golpe. Otros blanden sus punzones... Por unas partes es taladrado el mártir de Jesucristo, por otras es desgarrado; unos hincan hasta lo recóndito de las entrañas, otros se entretienen en desgarrar la piel. Todos los miembros, incluso las manos, recibieron mil pinchazos, y mil gotas de sangre fluyen al momento de cada miembro. Más cruel era el verduguito que se entretenía en surcar a flor de carne que el que hincaba hasta el fondo de las entrañas".
MEDITACIÓN
SOBRE TRES PELIGROS
QUE SE ENCUENTRAN EN EL MUNDO
I. Las máximas del mundo son tan contrarias a las de Jesucristo, que no hay que asombrarse de ver en él al vicio honrado y a la virtud despreciada. Dice Jesucristo que hay que despreciar las riquezas, el mundo pretende que hay que valerse de todo para adquirirlas; recomienda el Señor que se perdone a los enemigos, el mundo declara que un hombre que se precie de serlo no debe sufrir una afrenta sin vengarse: como si no fuese honorable obedecer a Jesucristo e imitarle. Considera una por una las máximas del mundo, y verás que son el polo opuesto de las máximas de Jesucristo.
II. A máximas peligrosas, une el mundo malos ejemplos. En el mundo, cada uno busca los placeres, los honores, la fortuna; pocos piensan seriamente en su salvación. En el mundo, exhíbese el vicio sin em bozo y sin vergüenza, mientras que la virtud se esconde para escapar de las burlas y del odio de los malva dos. Quien no imita a los malvados, los ofende. (San Cipriano).
III. En fin, en el mundo, no se obedece ni a la razón ni al Evangelio, no se sigue sino la costumbre cobarde; ésta es la que glorifica al vicio y denigra a la virtud. Cuídate de estos tres peligros, y regula tu vida según el Evangelio y no según los usos del mundo, donde los buenos son tan raros y los malos tan numerosos. Excepto algunos cristianos que huyen del mal, ¿qué es el resto de los hombres, sino la sentina de los vicios? (Sa1viano).
La devoción
Orad por los que se
consagran a la enseñanza.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad de vuestros bienaventurados mártires Hipólito y Casiano aumente en nosotros la devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
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