lunes, 30 de agosto de 2021

30 de agosto SANTOS FÉLIX Y ADAUCTO, Mártires


SANTOS FÉLIX 
Y ADAUCTO, 
Mártires


   La historia de los santos Félix y  Adaucto parece interesarse más en la arqueología que en la devoción. Después de su martirio, que probablemente tuvo lugar durante la persecución de Diocleciano a comienzos del siglo IV, fueron sepultados en una cripta del cementerio de Comodilla, en la calle de las Siete Iglesias, no muy lejos de la basílica de San Pablo extra muros. La cripta fue transformada por el Papa Siricio en basílica, sucesivamente ampliada y decorada con frescos de los Papas Juan I y León III. También se convirtió en meta de peregrinos y devotos. Al final del medioevo, catacumbas y santuarios subterráneos cayeron in el olvido o fueron desbastados. El cementerio de Comodilla y la tumba de Félix y Adaucto se descubiertarieron en 1720, pero la satisfacción de este hallazgo duró poco, porque algunos días después la cúpula de la pequeña basílica subterránea se vino abajo. La tumba cayó nuevamente en el olvido, hasta que en 1903, la basílica fue definitivamente restaurada. Se recuperó uno de los más antiguos frescos paleocristianos, en el cual está representado San Pedro que recibe las llaves en presencia de los Santos Esteban, Pablo, Félix y Adaucto.

   Según el autor de una legendaria Pasión escrita en el siglo  VII, cuando el culto de estos santos aún estaba floreciente, Félix era un presbítero romano, condenado a muerte durante la persecución de Diocleciano. Mientras era conducido al lugar de la ejecución, en el camino que lleva a Ostia, de la multitud de curiosos y de compañeros de Fe, se destacó un desconocido, que salió al encuentro del condenado. Al lado de los soldados encargados de la ejecución, proclamó con voz firme su cristianismo y su voluntad de correr la misma suerte que el presbítero Félix. Se le escuchó sin ninguna indulgencia. Después de haber  cortado la cabeza a Félix, con la misma espada decapitaron al audaz, que había osado desafiar al emperador. Pero ¿quién era ese? Ninguno de los presentes conocía su identidad, y simplemente fue llamado "adauctus", (agregado), de ahí el nombre de Adaucto, "eo quod sancto Felici auctus sit ad coronam martyrii".

   El episodio permaneció vivo en la historia de la Iglesia, que asoció a los dos mártires en una única conmemoración, hasta el punto que algunas fuentes los señalan como hermanos. La noticia más antigua sobre los dos mártires se remonta a un escrito del Papa Dámaso, en el cual elogia al presbítero Vero por haber decorado el sepulcro. La difusión en la Europa septentrional del culto a estos dos santos, debe su origen a que el Papa León IV donó algunos fragmentos de sus reliquias a la mujer de Lotario, Ermengarda.

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