(1267
p.c.) San Silvestre, que nació en Osimo en 1177, pertenecía a la noble familia
de los Gozzolini. Estudió leyes en Bolonia y Padua, pero pronto abandonó los
estudios jurídicos para dedicarse a la teología y la Sagrada Escritura. Su
padre se disgustó a tal extremo que, según se dice, no le dirigió la palabra en
diez años. Silvestre fue nombrado canónigo en Osimo. Ahí trabajó, hasta que su
celo le indispuso con su obispo. En efecto, el prelado llevaba una vida muy
poco edificante y San Silvestre se lo echó en cara, con el debido respeto pero
firmemente. El obispo, encolerizado, le amenazó con privarle de su beneficio.
Seguramente que ello no afectó mucho al santo, pues desde hacía tiempo se
sentía muy inclinado a la vida contemplativa. Tal inclinación se convirtió en
un imperativo cuando Silvestre vio el cadáver putrefacto de un hombre que había
sido famoso por su apostura física. En 1227, a los cincuenta años de edad, San
Silvestre renunció a su pingüe beneficio y se retiró a un sitio solitario, a
unos cincuenta kilómetros de Osimo. Ahí vivió en gran pobreza e incomodidad,
hasta que el señor del lugar le ofreció una ermita mejor. Pero el sitio era
demasiado húmedo, de suerte que San Silvestre se trasladó a Grotta Fucile,
donde se dedicó a la penitencia. En 1231, determinó establecer un monasterio
con los discípulos que ya tenía. Así pues, sobre las ruinas de un antiguo
templo pagano, construyó un monasterio en Monte Fano, cerca de Fabriano.
San
Silvestre dio a sus monjes la regla de San Benito en toda su austeridad. Debido
a su rigorismo en ciertos puntos, particularmente en materia de pobreza y
también debido a la forma de su organización, la rama fundada por San Silvestre
estuvo siempre separada de las otras ramas benedictinas. San Silvestre murió a
los noventa años, luego de gobernar durante treinta y seis a su congregación
con gran prudencia. A su muerte, once monasterios, nuevos o reformados,
formaban parte de la congregación. En el sepulcro del santo se obraron muchos
milagros. En 1275, sus reliquias fueron depositadas en la iglesia abacial de
Monte Fano, donde se conservan todavía. En 1598, Clemente VIII incluyó el
nombre de Silvestre Gozzolini en el Martirologio Romano. León XIII extendió su
fiesta a toda la Iglesia de occidente. La congregación de los silvestrinos es
actualmente muy poco numerosa. Sus miembros visten un hábito azul oscuro.
Andrés de Giacomo de Fabriano escribió la biografía del santo
entre 1275 y 1280, es decir, unos diez años después de su muerte. Se trata de
una obra completa y fidedigna. El texto latino fue publicado, por primera vez,
por C. S. Franceschini, en Vita
di S. Silveslro Abate (1772). Amadeo Bolzonetti lo aprovechó
mucho para su obra, II
Monte Fano e un grande anacoreta: Ricordi storici (1906), en
la que estudia detalladamente la historia del culto del santo.
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