Presentacion de la Virgen en el Templo,
Vittore Carpaccio - Pinacoteca De Brera, Milan, Italia
Según la tradición popular, los padres de Nuestra Señora la llevaron al templo a los tres años de edad para que se educase. Así lo afirman varios evangelios apócrifos, como, por ejemplo, el "Protoevangelio de Santiago".
"Y la niña tenía dos años, y Joaquín dijo: 'Llevémosla al Templo del Señor para cumplir nuestra promesa, no sea que el Señor nos rechace a nosotros y a nuestro don.' Y Ana dijo: 'Esperemos a que cumpla tres años para que no eche de menos a su padre y a su madre.' Y Joaquín dijo: 'Esperemos.' Y la niña cumplió tres años... Y ellos subieron al Templo del Señor, y el sacerdote la recibió, la besó y la bendijo, diciendo: 'El Señor ha engrandecido tu nombre en todas las generaciones. En ti manifestará el Señor el último día la redención de los hijos de Israel.' Y el sacerdote la hizo bajar desde el tercer escalón del altar, y el Señor derramó su gracia sobre ella. Y ella danzó con los pies, y toda la casa de Israel la amó. Y sus padres volvieron maravillados, alabando a Dios porque la niña no había vuelto con ellos. Y María se quedó en el Templo como si fuese una paloma que habitaba ahí..."
La liturgia romana no dice en ninguna parte que la fiesta de hoy se refiera a ese incidente. En realidad, no es una fiesta muy antigua, ni siquiera en el oriente, donde tuvo su origen y se la conoce con el nombre de la Entrada de la Santísima Madre de Dios en el Templo. Probablemente, la fiesta conmemoraba originalmente la dedicación de la iglesia de Nueva Santa María de Jerusalén, que tuvo lugar el año 543. En el occidente empezó a celebrarse esporádicamente en el siglo XI en Inglaterra, donde, según dice Edmundo Bishop, "constituía una fiesta litúrgica importante, que se observaba seriamente. El manual de bendiciones de la catedral de Canterbury da testimonio de ello. Ahí encontramos las siguientes palabras en el sitio que les corresponde (es decir, entre el 11 de noviembre, fiesta de San Martín, y el 22 de noviembre, fiesta de Santa Cecilia) : "Benedictio de praesentatione sanctae Mariae". Se trata de una alusión a la fiesta de la Presentación. Dicha fiesta se conmemoró algún tiempo en los libros de Winchester y Canterbury, pero desapareció después. En las últimas décadas del siglo XIV se introdujo en la Iglesia Latina. El mundo ha olvidado "usque ad hodiernam diem" la práctica inglesa, que data de 350 años antes." (Litúrgica Histórica, p. 257).
La fiesta fue imponiéndose poco a poco y fue finalmente extendida a toda la Iglesia de occidente durante el pontificado de Sixto V (1585). Véase Kellner, Heortology, pp. 265-266; Schuster, The Sacramentary, vol. V, pp. 290- 291; Holweck, Calendarium Liturgicum (1925), p. 386; S. Beissel, Verehrung Marías in Deutschland, vol. I, p. 306; vol. II, p. 281. Es curioso que ninguna de estas fuentes mencione el hecho de que la fiesta de la Presentación de la Virgen María se celebraba en Inglaterra desde el siglo XI, en la propia Canterbury: véase la edición del Manual de Bendiciones de Canterbury hecha por la Henry Bradshaw Society (p. 116). A lo que parece la fiesta llegó a ser bastante popular en Inglaterra. En el calendario de unas Horae de Anglia del este (Christ's Coll. Camb., MS. 6, de principios del siglo XIII), se habla de la "Oblado B.M.V."; el mismo título se da a la fiesta en dos libros de Worcester de la misma época: véase The Leofric Collectar, vol. II, p. 599. Que la fiesta se originó en el oriente se deduce del hecho de que los sinaxarios griegos (cuyo texto puede verse en la edición de Delehaye, ce. 243-244) la mencionan también el 21 de noviembre, y dichos sinaxarios datan del siglo X. En el Missale Romanum de 1474 (publicado por la Henry Bradshaw Society, vol. II, pp. 251-253) hay una nota muy interesante, en la que se observa que, aunque la fiesta de la presentación no figura en el calendario ni el texto de la edición de 1474, hay sin embargo una misa de la fiesta, tomada de un misal romano de 1505. Dicha misa incluye una secuencia de lenguaje tan bárbaro, que se puede suponer que San Pío V prefirió suprimir la fiesta antes que permitir que siguiese rezándose ese poema burlesco. Quien desee otras referencias posteriores sobre los orígenes de la fiesta las hallará en la obra de M. J. Kishpaugh, The Feast of the Presentation (1941); E. Campana, María nel culto cattolico, vol. I (1943), pp. 207-214; y N. Chirat, Mélanges (1945), pp. 127-143.
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