lunes, 16 de noviembre de 2020

16 de noviembre SANTA GERTRUDIS LA MAGNA, VIRGEN

 SANTA GERTRUDIS LA MAGNA, VIRGEN - Vidas de los Santos de A. Butler

(1292 P.C.) La fiesta de Santa Matilde se celebra el 19 de noviembre, aniversario de su muerte, pero nos ha parecido conveniente hablar de ella aquí, junto con su discípula Santa Gertrudis. Cuando Matilde tenía siete años, sus padres la confiaron a las religiosas de Rossdorf, quienes poco después eligieron abadesa a su hermana, Gertrudis von Hackeborn. Con frecuencia se dice que Santa Gertrudis la Grande fue abadesa, pero en realidad se trata de una confusión con la hermana de Santa Matilde. Esta tomó el hábito en Rossdorf, fue cantora del convento y ejerció el cargo de maestra de las niñas que se educaban ahí. En 1258, las religiosas se trasladaron a un monasterio de Helfta, en Sajonia, de donde era originaria la noble familia de los Hackeborn. Tres años más tarde, Santa Gertrudis, que entonces tenía cinco, fue enviada a educarse con las religiosas. Nada sabemos acerca de sus padres ni del sitio en que nació. La superiora la confió al cuidado de Santa Matilde y, pronto, las dos santas empezaron a unirse con los lazos del afecto. Gertrudis, que era muy atractiva e inteligente, llegó a ser una buena latinista. Con el tiempo, tomó el hábito en ese convento, del que probablemente no había salido desde la niñez.

A eso de los veintiséis años, Santa Gertrudis tuvo la primera de las revelaciones que la hicieron famosa. Cuando iba a acostarse, le pareció ver al Señor en forma de joven. "Aunque sabía yo que me hallaba en el dormitorio, me parecía que me encontraba en el rincón del coro donde solía hacer mis tibias oraciones y oí estas palabras: 'Yo te salvaré y te libraré. No Temas.' Cuando el Señor dijo esto, extendió su mano fina y delicada hasta tocar la mía, como para confirmar su promesa y prosiguió: 'Has mordido el polvo con mis enemigos y has tratado de extraer miel de las espinas. Vuélvete ahora a Mí, y mis delicias divinas serán para ti como vino.' " Entonces se interpuso un seto de espinos entre los dos. Pero Gertrudis se sintió como arrebatada por los aires y se encontró al lado del Señor: "Entonces vi en la mano que poco antes se me había dado como prenda, las joyas radiantes que anularon la pena de muerte que se cernía sobre nosotros." Tal fue la experiencia de Gertrudis; tal fue lo que podría llamarse su "conversión", a pesar de que se trataba del alma más pura e inocente. A partir de entonces, se entregó con plena conciencia y toda deliberación a la conquista de la perfección y de la unión con Dios. Hasta entonces, los estudios profanos habían sido sus delicias; en adelante, se dedicó a estudiar la Biblia y los escritos de los Padres, sobre todo de San Agustín y de San Bernardo, quien había muerto no hacía mucho tiempo. En otras palabras, "del estudio de la gramática pasó al de la teología"; y sus escritos muestran claramente la influencia de la liturgia y de sus lecturas privadas.

Exteriormente, la vida de Santa Gertrudis fue como la de tantas otras contemplativas, es decir, poco pintoresca. Sabemos que solía copiar pasajes de la Sagrada Escritura y componer pequeños comentarios para sus hermanas en religión, y que se distinguía por su caridad para con los difuntos y por su libertad de espíritu. El mejor ejemplo de esto último es su reacción ante las muertes súbitas e inesperadas. "Deseo con toda el alma tener el consuelo de recibir los últimos sacramentos, que dan la salud; sin embargo, la mejor preparación para la muerte es tener presente que Dios escoge la hora. Estoy absolutamente cierta de que, ya sea que tenga una muerte súbita o prevista, no me faltará la misericordia del Señor, sin la cual no podría salvarme en ninguno de los dos casos." Después de la primera revelación, Gertrudis siguió viendo al Señor "veladamente", a la hora de la comunión, hasta la víspera de la Anunciación. Ese día, el Señor la visitó en la capilla durante los oficios de la mañana y, "desde entonces, me concedió un conocimiento más claro de El, de suerte que empecé a corregirme de mis faltas mucho más por la dulzura de Su amor que por temor de su justa cólera". Los cinco libros del "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" (Comúnmente llamados "Revelaciones de Santa Gertrudis"), de los que la santa sólo escribió el segundo, contienen una serie de visiones, comunicaciones y experiencias místicas, que han sido ratificadas por muchos místicos y teólogos distinguidos. La santa habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo. Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en el que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Pero "la adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios". Santa Gertrudis se adelantó a su tiempo en ciertos puntos, como la comunión frecuente, la devoción a San José y la devoción al Sagrado Corazón. Con frecuencia hablaba del Sagrado Corazón con Santa Matilde y se cuenta que en dos visiones diferentes reclinó la cabeza sobre el pecho del Señor y oyó los latidos de su corazón.

Santa Matilde, que era quince años mayor que Santa Gertrudis y cantaba como "un jilguero de Cristo", era también un alma mística. A los cincuenta años se enteró de que su discípula había ido anotando cuidadosamente todas sus enseñanzas y cuanto oía contar sobre sus experiencias. Matilde se alarmó al saberlo; pero el Señor le comunicó que El mismo había inspirado a Gertrudis el deseo de poner por escrito esos datos. Con ello, se serenó Santa Matilde y aun corrigió personalmente el manuscrito. Se trata de la obra titulada "Libro de la Gracia Especial", o "Revelaciones de Santa Matilde". Siete años más tarde, el 19 de noviembre de 1298, Cristo llamó a Sí a Santa Matilde; "ella le ofreció su corazón y lo introdujo en el Suyo. Nuestro Señor tocó el corazón de Matilde con el suyo y le dio la gloria eterna, donde esperamos que con su intercesión nos alcanzará muchas gracias". Santa Matilde no ha sido nunca canonizada formalmente, pero se ha concedido su fiesta a muchos conventos de religiosas benedictinas. Algunos autores la identifican con la "Donna Matelda" del Purgatorio de Dante (cantos 27 y 28).

En la actualidad, el pueblo cristiano conoce sobre todo a estas dos santas por una serie de oraciones que se les atribuyen. Fueron publicadas por primera vez en Colonia, a fines del siglo XVII. Sin meternos a juzgar el mérito de esas oraciones, lo cierto es que no fueron compuestas por Gertrudis y Matilde. Dom Castel fue el primero que publicó en francés una serie de plegarias entresacadas de las obras genuinas de ambas santas; el canónigo Juan Gray las tradujo al inglés en 1927. Alban Butler, refiriéndose al libro de Santa Gertrudis, dice que es "probablemente, después de las obras de Santa Teresa, el escrito más útil que una mujer ha dado a la Iglesia para alimentar la piedad en el estado contemplativo". Santa Gertrudis murió el 17 de noviembre de 1301 o 1302, alrededor de los cuarenta y cinco años, al cabo de diez años de penosas enfermedades. Aunque no fue canonizada formalmente, Inocencio XI introdujo su nombre en el Martirologio Romano en 1677. Clemente XII ordenó que se celebrase su fiesta en toda la Iglesia de occidente. Tanto los benedictinos como los cistercienses aseguran que el monasterio de Helfta pertenecía a sus respectivas órdenes y veneran especialmente a Santa Gertrudis.

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