SAN ADRIANO,
Mártir
† martirizado hacia el año 308
¡Ay de vosotros los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo en este mundo. (Lucas 6, 24)
+ En Antioquía, el nacimiento para el cielo de san Focas, Mártir, el cual, después de sufrir muchas injurias por el nombre del Redentor, consiguió tal triunfo de la antigua serpiente, cual lo declara a los pueblos el milagro que aun hoy dura, y es, que si alguien, mordido de serpiente, toca con fe la puerta de la Basílica del Mártir, arrojando al punto el mortífero veneno, queda sano.
+ En Cesárea de Palestina, san Adrián, Mártir, que en la persecución de Diocleciano y de orden del Presidente Firmiliano, por la fe de Cristo, fue primero arrojado a un león, y degollado después, recibió la corona del martirio.
+ El mismo día, el suplicio de los santos Mártires Eusebio Palatino y otros nueve.
+ En Cesarea de Palestina, san Teófilo, Obispo; el cual, imperando Severo, resplandeció en sabiduría e integridad de vida.
+ A orillas del Jordán, también en Palestina, san Gerásimo, Anacoreta y Abad, que floreció en tiempo del; Emperador Zenón.
+ En Nápoles de Campania, la preciosa muerte de san Juan José de la Cruz, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, que, emulando el fervor de los santos Francisco de Asís y Pedro de Alcántara, añadió nuevo lustre a la Orden Seráfica, y fue canonizado por el Papa Gregorio XVI.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN ADRIANO,
Mártir
San Adriano se trasladó a Cesárea para visitar en sus calabozos a los confesores de la fe, y fue detenido en las puertas de la ciudad. Interrogado acerca del motivo de su viaje, confesó ingenuamente la verdad y fue conducido a presencia del gobernador, quien lo hizo desgarrar con uñas de hierro y lo condenó enseguida a ser arrojado a las fieras. Como éstas lo respetaron, fue degollado; corría el año 308.
MEDITACIÓN
LOS RICOS SON DESGRACIADOS
EN ESTE Y EN EL OTRO MUNDO
I. No obstante que los hombres miren a los ricos como dichosos en este mundo, en realidad son desgraciados. Preciso es que sin descansar trabajen para adquirir y conservar sus riquezas; el deseo de aumentarlas y el temor de perderlas los atormentan sin cesar. Hasta son tan ciegos que no pocas veces no se sirven de sus riquezas, por miedo de verlas disminuir. No gozan los bienes de la tierra y no gozarán los del cielo.
II. Considera al rico en la hora de la muerte. Dime por favor, ¿en cuánto estima ahora las riqueza que debe abandonar? ¡Ay! ¡con qué dolor conoce que ha de morir pronto, para ir a dar cuenta de su vida a ese Dios que tanto amó la pobreza y que despreció las riquezas! ¡Muerte cruel!, exclamaba un rey en sus últimos momentos, ¿así es cómo me separas de lo que tanto amé? (Libro de los Reyes).
III. ¿Los ricos serán felices por lo menos después de su muerte? ¿Lo podrían esperar, si no redimieron sus pecados mediante sus limosnas? Sus riquezas les proporcionaron los medios para cometer impunemente toda clase de crímenes; porque raro es dar con un hombre que solamente haga lo que debe, cuando tiene el poder de hacer todo lo que quiere. No sin razón Jesús dice a menudo que es difícil que un rico entre en el cielo. Él no quiso discípulos ricos en la tierra; ¡cuán para temer es que no reciba a muchos ricos en el cielo! Cristo, que es pobre, desprecia a los discípulos ricos (San Cipriano).
El desprecio de las riquezas.
Orad por los pobres.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, os suplicamos hagáis que la intercesión del bienaventurado Adriano, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre.
Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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