LOS SANTOS INOCENTES
Mártires
Patronos de bebés; coros de niños; niños abandonados.
Herodes mandó matar a todos los niños que había en Belén y en toda su comarca, de dos años abajo. (Mateo 2, 16)
+ En Belén de Judá, el nacimiento para el cielo de los santos Inocentes Mártires, a quienes Herodes en odio a Cristo quitó la vida.
+ En Lyon de Francia, el tránsito de san Francisco de Sales, Obispo de Ginebra y Confesor, a quien, muy esclarecido por su doctrina y por su ardentísimo celo en convertir los herejes, el Sumo Pontífice Alejandro VII puso en el número de los Santos, y mandó que su fiesta se celebrase el 29 de Enero, día en que fue trasladado su sagrado cuerpo desde Lyon a Annecy de Saboya. El Papa Pío IX le declaró Doctor de la Iglesia universal; y el Papa Pío XI le nombró y confirmó celestial Patrono de todos los Escritores católicos que en los diarios y en otros escritos destinados al público, ilustran, propagan y defienden la Cristiana sabiduría.
+ En Ancira de Galacia, los santos Mártires Eutiquio, Presbítero, y Domiciano, Diácono.
+ En África, el triunfo de los santos Mártires Castor, Víctor y Rogaciano.
+ En Nicomedia, los santos Mártires Indes, mayordomo, Domna, Ágape y Teófila, Vírgenes, y sus Compañeros, que en la persecución de Diocleciano, al cabo de muchos combates, consiguieron, con diverso género de muerte, la corona del martirio.
+ En Neocesarea del Ponto, san Troadio, Mártir, en la persecución de Decio; a cuyo combate asistió en espíritu san Gregorio Taumaturgo, y le fortaleció para arrostrar el martirio.
+ En Arabizo de la Armenia inferior, san Cesáreo, Mártir, que padeció de orden de Galerio Maximiano.
+ En Roma, san Domnión, Presbítero.
+ En el monasterio de Lerins de Francia, san Antonio, Monje, esclarecido en milagros.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
LOS SANTOS INOCENTES
Mártires
Había Jesús nacido en Belén y los magos vinieron de Oriente a la corte de Herodes para averiguar dónde acababa de nacer “el rey de los judíos”. Turbose Herodes y, habiendo convocado a los príncipes de los sacerdotes, les preguntó donde debía nacer el Cristo. Llamó después a los magos en secreto y les dijo: “Id, informaos con cuidado acerca de este niño, y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarlo”. Pero los magos, advertidos por el Cielo, no volvieron. Se enfureció Herodes e hizo degollar a todos los niños de Belén y sus alrededores, hasta la edad de dos años. Este bautismo de sangre envió muchos ángeles al cielo.
MEDITACIÓN
SOBRE LA FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES
I. Estos niños vertieron su sangre por Jesucristo antes de conocerlo. Hace ya tantos años que tú conoces a Dios y los beneficios con que te ha colmado, y ¿cómo lo has servido? Dale la flor de tu vida, conságrale a su servicio tus mejores años, como los santos inocentes. ¡Dichosos niños, no pueden aún pronunciar el nombre de Cristo, y ya merecen morir por Él! (San Eusebio).
II. No es hablando, sino sufriendo y muriendo, como estas primicias de los mártires, estas flores de la naciente Iglesia confesaron la fe de Jesucristo. A menudo Dios pide que tú lo confieses callándote y sufriendo. Te calumnian, te persiguen: sufre, cállate. ¡Ah! ¡cuán elocuente testimonio de tu fidelidad es esta paciencia muda! En vano dices que eres totalmente de Dios: corresponde que lo digan tus acciones; trabaja por Dios, sufre por amor suyo.
III. Debes ser inocente como estos niños si quieres entrar en el cielo: Si perdiste la inocencia bautismal, es preciso que laves tu alma en las amargas aguas de la penitencia. Ojos míos, derramad vuestras lágrimas para extinguir el fuego del infierno y aun del purgatorio, y para lavar mis pecados; porque nada que esté sucio entrará en el reino de los cielos. ¡Dichoso si a semejanza de estas santas almas, podemos obtener la corona del martirio! Esta edad, todavía no apta para la lucha, está ya madura para la victoria.
La pureza.
Orad por los niños de China.
ORACIÓN
Oh Dios, cuyos inocentes mártires publican hoy la gloria no con sus palabras sino con su sangre, haced morir en nosotros los vicios todos, a fin de que la santidad de nuestra vida venidera proclame la fe que confiesan nuestros labios. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
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