sábado, 4 de enero de 2020

4 de Enero: OCTAVA DE LOS SANTOS INOCENTES, Mártires



OCTAVA DE LOS SANTOS INOCENTES
Mártires

Simple
(ornamentos encarnados)



Herodes mandó matar a todos los niños que había en Belén
y en toda su comarca, de dos años abajo.
(Mateo 2, 16)



Lección
En aquellos días: Miré, y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban escrito en sus frentes el nombre de Él y el nombre de su Padre. Y oí una voz del cielo, semejante a la voz de muchas aguas, y como el estruendo de un gran trueno; y la voz que oí se parecía a la de citaristas que tañen sus cítaras. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender aquel cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero doquiera vaya. Estos fueron rescatados de entre los hombres, como primicias, para Dios y para el Cordero. Y en su boca no se halló mentira, son inmaculados.
Apocalipsis XIV, 1-5


Evangelio
En aquel tiempo; Un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás, hasta que yo te avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Y él se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, y salió para Egipto, y se quedó allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por el profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”. Entonces Herodes, viendo que los magos lo habían burlado, se enfureció sobremanera, y mandó matar a todos los niños de Betlehem y de toda su comarca, de la edad de dos años para abajo, según el tiempo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió la palabra dicha por el profeta Jeremías: Un clamor se hizo oír en Rama, llanto y alarido grande: Raquel llora a sus hijos y rehúsa todo consuelo, porque ellos no están más”.
Mateo II, 12-18


Catena Aurea

San Ambrosio, in Lucam, 3,41
Se cuenta que habiendo entrado en Ascalón unos salteadores idumeos, se llevaron cautivo, entre otros a Antípater. Iniciado éste en los misterios de los idumeos, se une en estrecha amistad con Hircano, rey de Judea. Este le envió a Pompeyo para que hablase en su favor. Y habiendo prosperado la embajada, pretendió como recompensa una parte del reino. Muerto Antípater, un decreto del senado concede, bajo Antonio, el reino de los judíos a su hijo Herodes; resultando que éste, sin afinidad ninguna con la raza judía 1, se alzó con el reino por la falsía y las intrigas.


Remigio

Debemos tener presente que hay varias opiniones acerca de los magos. Unos dicen que eran caldeos porque los caldeos adoraban las estrellas. Por esto dijeron que el falso dios a quien ellos habían adorado como tal, les había manifestado cuál era el verdadero Dios. Otros afirman que los magos eran persas. Otros, que vinieron de los últimos confines de la tierra. Otros, en fin, que eran descendientes de Balaam, lo cual es más creíble, pues Balaam entre otras cosas profetizó que "nacería una estrella de Jacob" ( Núm 24,17). Sus descendientes que conservaban esta profecía, la vieron cumplida al aparecer esta estrella.


San Gregorio Niseno,
Inútiles son las exhortaciones cuando se dirigen a aquel que vive bajo la fatalidad. La bondad divina y su providencia quedan desterradas del mundo por esta doctrina, según la cual el hombre no es otra cosa que un instrumento movido por el influjo o la acción de las estrellas. Estos movimientos celestes, dicen sus secuaces, determinan no solamente los de nuestros cuerpos, sino también los pensamientos de nuestra alma, destruyendo así, los que tal cosa afirman, no solamente la realidad de todo lo que existe en nosotros, sino la naturaleza del ser contingente. Esto no es más que destruir todas las cosas, y lo que es más, el libre albedrío. Es preciso, no obstante, que nosotros existamos en libertad.


San Agustín, contra Faustum, 2,5

Si nosotros no ponemos el nacimiento de ningún hombre bajo la acción fatal de los astros, para librar de toda determinación del destino el albedrío de la voluntad, con mucha más razón no debemos admitir que el nacimiento temporal del Creador de todas las cosas haya estado sujeto a esta influencia. Esta estrella que vieron los magos a la entrada de la cuna del Salvador, no significaba, pues, la fatalidad y la dominación, sino que se manifestaba como a su servicio y para dar testimonio. No era, por lo tanto, del número de aquellos astros que desde el principio del mundo siguen bajo la voluntad del Creador el orden prescrito de sus caminos, sino que era un nuevo astro creado para el parto de la Virgen y para ofrecer su ministerio, marchando delante de ellos, a los magos que buscaban a Cristo y conducirles al lugar donde estaba el Verbo, Niño Dios. ¿Quiénes son, pues, los astrólogos que se hayan atrevido a creer en una fatalidad de los astros tal que afirmen que una estrella abandone su curso para ir al lugar en que se encuentra el recién nacido? Lejos de probar que las estrellas abandonen su camino y alteren el orden establecido por un niño que nace entre los hombres, enseñan, al contrario, que la suerte del niño es la que está ligada al orden de las estrellas. Por lo cual, si esta estrella era de las que en el cielo cumplen sus destinos, ¿cómo podía juzgar lo que Cristo había de hacer, aquel astro que, al nacer Cristo, había sido obligado a abandonar sus caminos? Si, por el contrario, y lo que es más probable, la estrella nació para dar a conocer a Cristo, no podemos decir que Cristo nació porque ella existía, sino que ella existía porque Cristo nació. De suerte que podría decirse con razón que no fue la estrella el destino de Cristo, sino que Cristo fue el destino de la estrella, porque El fue la causa de la existencia de ella, y no ella de la de El.

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