SANTA GENOVEVA,
Virgen
n. 422 en Nanterre, Francia;
† 500 en París, Francia
Protectora contra la fiebre; plagas; desastres.
Estad apercibidos, porque a la hora que menos penséis ha de venir el Hijo del hombre. (Mateo 24, 44)
+ En Roma, en la vía Apia, el triunfo de san Antero, Papa y Mártir, que padeció por orden de Julio Maximino y fue sepultado en el cementerio de Calixto.
+ En Viena de las Galias, san Florencio, Obispo, el cual, en tiempo del Emperador Galieno, enviado al destierro, consumó allí el martirio.
+ En la ciudad de Valona, en Palestina, el martirio de san Pedro, que murió en el suplicio de la cruz.
+ En el Helesponto, los santos Mártires Cirino, Primo y Teógenes.
+ En Cesarea de Capadocia, san Gordio, Centurión, Mártir; de cuyas alabanzas tenemos un excelente sermón, que el día de su festividad predicó san Basilio el Magno.
+ En Cilicia, los santos Mártires Zósimo y Anastasio Notario.
+ Asimismo los santos Teopempto y Teonás, que en la persecución de Diocleciano sufrieron un ilustre martirio.
+ En Padua, san Daniel, Mártir.
+ En París, santa Genoveva, Virgen, la cual, consagrada a Dios por san Germán, Obispo de Auxerre, resplandeció con admirables virtudes y milagros.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTA GENOVEVA,
Virgen
Santa Genoveva comenzó a servir al Señor a la edad de 7 años; consagrose por entero a Jesucristo haciendo voto de castidad, próxima a cumplir los 15. Cuando Atila estaba cerca de París con su ejército, esta santa aseguró que no entraría en la ciudad, e impidió que los habitantes la dejasen. Se cumplió su profecía. Obraba milagros; a menudo, no comía sino dos veces a la semana. Murió llena de méritos, hacia el año 500.
MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE
I. Morirás; nada es más cierto, es el orden dispuesto por Dios: hasta ahora todos los hombres han obedecido a su decreto. ¿Lo crees? ¿Piensas en ello? ¿Comprendes el significado de estas palabras: yo moriré? Significan que dejarás a tus parientes, a tus amigos, a tus bienes; tu cuerpo será enterrado, tus ojos no verán más, tu lengua no hablará más. ¿Por qué, pues, apegarme tan fuertemente a estos bienes que debo abandonar? ¿Por qué mimar tanto a este cuerpo destinado a convertirse en pasto de gusanos? Yo moriré…: medita estas palabras.
II. Ignoro el tiempo y el lugar de mi muerte. No puedo prometerme ni siquiera un momento de vida. ¿Cuántos que ni siquiera piensan en la muerte morirán hoy? Si Dios me arrebatase en el estado en que estoy, ¿a qué sería reducido? ¿A dónde iría? ¿Quién me asegura que tendré, en lo porvenir, tiempo para hacer penitencia? ¡Ah! Puesto que no sé ni en qué tiempo ni en qué lugar la muerte me habrá de sorprender, es preciso que la espere en todo tiempo y en todo lugar.
III. ¿En qué estado moriré: en gracia de Dios o en pecado? No lo puedo saber. Ignoro si la muerte será para mi un tránsito de la tierra a la gloria del cielo o, en cambio, a los suplicios del infierno. ¿Podemos pensar en serio en esta verdad y no sobrecogemos de terror? Es menester que, en adelante, asegure mi salvación y que viva, este año y todos los días de mi vida, como si debiese morir cada día. Haz ahora lo que, en la hora de la muerte, quisieras haber hecho.
El pensamiento de la muerte.
Orad por los agonizantes.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios que sois nuestra salvación, a fin de que la fiesta de vuestra santa virgen Genoveva alegre nuestra alma y la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción.
Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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