viernes, 21 de enero de 2022

21 de enero SANTOS FRUCTUOSO, OBISPO, AUGURIO Y EULOGIO, DIÁCONOS Y MÁRTIRES

 


Llámale San Agustín en el sermón predicado a los fieles africanos el día de San Fructuoso, anciano trémulo, lo que nos da a entender que había nacido a fines del siglo II. Se distinguió por su índole bondadosa desde joven, y por la gravedad de su continente que imponía respeto a cuantos le contemplaban. Joven era Fructuoso, pero persuadido ya de la falsedad e inconsistencia de las mundanales vanidades, y despreciando el medio a que le daban derecho a aspirar sus prendas naturales y su fortuna, se creyó feliz dedicándose al Señor en el ministerio del altar. El celo de la gloria de Dios le devoraba.

Viéndose por aquel tiempo privada de pastor la metropolitana de Tarragona, clero y pueblo de consuno pusieron los ojos en Fructuoso; y tenaces persistieron en su empeño de sublimarle a la cátedra episcopal hasta conseguirlo de la modestia del santo joven, que se resistió cuanto pudo a las santas pretensiones de sus conciudadanos. Hecho Obispo, se derramó con tal ímpetu el torrente de su caridad y beneficencia, que hasta los mismos gentiles sentían copiosamente sus efectos y le profesaban amor tierno y sencillo. Era reflejo exacto del cuadro que San Pablo nos pinta de lo que debe de ser un cumplido prelado. Felices vivían los fieles de Tarragona bajo tal Pastor y guía seguro, ayudado por sus dos diáconos Augurio y Eulogio, encendidos en el fuego de idéntica caridad, e impulsados por los mismos ideales de perfección y sacrificio.

Habiendo estos santos diáconos sabido la suerte del español San Lorenzo que había sido quemado vivo dos años antes por ser confidente del santo Papa Sixto II, no podían ellos alentar ambiciosas esperanzas con la protección de su santo Obispo Fructuoso. Correrían la misma suerte que esperaba el prelado tarraconense y ellos, en efecto, santamente codiciosos la ansiaban.

El desventurado emperador Valeriano eligió a Emiliano, feroz perseguidor de los cristianos, por gobernador de Tarragona y su provincia; y en Tarragona quiso dar pruebas de que su elección correspondía al instinto sanguinario que ambos a dos encarnaban. Con astucia infernal dispuso descargar en la cabeza el primer golpe, mandando apresar al santo Obispo en su misma casa, para que, herido el Pastor, se hiciera más fácilmente riza en las ovejas desorientadas. Con San Fructuoso moraban sus diáconos Augurio y Eulogio, y seis soldados asaltaron la casa; era domingo, 16 de Enero del año 259. Con largas pértigas aporrearon ruidosamente el cuarto del santo obispo, que salió al punto a su encuentro. "Síguenos, le dijeron al verle; el gobernador, os manda llamar con vuestros diáconos." El diálogo entablado entre el soberbio Emiliano y San Fructuoso es de lo más sublime que registran las actas martiriales; lo propio cabe afirmar de los valientes diáconos Augurio y Eulogio y los tres fueron condenados a ser quemados vivos. Lloraban los fieles al verlos pasar camino del anfiteatro donde estaba preparada la hoguera. Rechaza San Fructuoso el refresco y alimento que le ofrecen piadosos cristianos. "No quiera Dios, exclama, que yo quebrante el ayuno mientras me dure la vida (era viernes), y no ha llegado todavía la hora de Nona. Por más cierta y cercana que tenga la muerte, Jesucristo mi Redentor murió con sed; yo quiero llevarla también para imitarle." Cuando se desnudaban se acercó a San Fructuoso Augustal, su lector, y derramando lágrimas le suplicó de rodillas, tuviese a bien que le descalzara a fin de evitarle este trabajo y modestia. El Santo no lo permitió. "Yo mismo, dijo, quiero tener libres y sueltos mis pies, para andar por tan buen camino del martirio y de él a la gloria."

Narra el gran poeta Prudencio, algunas maravillas ocurridas en el martirio de estos tres valientes atletas de Cristo, que alentaron a los fieles y llenaron de confusión a los perseguidores.

Fue el aniversario de la muerte de San Fructuoso y compañeros, día de función solemnísima hasta en África, donde San Agustín predicó patético sermón a los fieles. Ocurrió su martirio el 21 de Enero, del año 259 que cayó en viernes. Es el primer martirio atestiguado por verídicas actas procesales en nuestra Madre Patria, y merecen estos héroes, la alabanza entusiasta de los españoles e hispanoamericanos.

 

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