SANTA ÁGATA
(Águeda),
Virgen y Mártir
† martirizada hacia el año 251 en Catania, Sicilia
Patrona de mártires; solteras; víctimas de violación; víctimas de torturas; joyeros; mujeres en etapa de lactancia. Protectora contra el cáncer de mamas; enfermedades de las mamas; esterilidad; terremotos; fuego; erupciones volcánicas; desastres naturales.
Nos hace servir de espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. (1 Corintios 4, 9)
+ En Catania de Sicilia, el triunfo de santa Águeda, Virgen y Mártir, la cual, imperando Decio, por sentencia del Juez Quinciano, después de torturada, abofeteada, descoyuntada en el potro y cercenados los pechos, la revolcaron sobre tejuelas y brasas; y, finalmente, en la cárcel, mientras oraba al Señor, acabó su vida.
+ En Nangasachi del Japón, el suplicio de veintiséis Mártires: de ellos tres Sacerdotes, un Clérigo y dos Legos pertenecían a la Orden de los Menores; otros tres, uno de ellos Clérigo, a la Compañía de Jesús, y diecisiete a la Orden tercera de san Francisco. Todos ellos, crucificados y alanceados por la fe católica, mientras alababan al Señor y predicaban la misma fe, acabaron gloriosamente. El Sumo Pontífice Pío IX los puso en el catálogo de los Santos.
+ En el Ponto, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, en la persecución de Maximiano; de ellos unos, bañados en plomo derretido; otros, atormentados en las uñas con cañas agudísimas y vejados con muchos y horrendos suplicios varias veces repetidos, merecieron del Señor, con tan ilustre martirio, las palmas y coronas.
+ En Alejandría, san Isidoro, soldado y Mártir, a quien, en la persecución de Decio, Numeriano, General del ejército, cortó la cabeza por la fe de Cristo.
+ En Viena, san Avito, Obispo y Confesor, por cuya fe, celo y admirable doctrina se preservaron las Galias de la herética peste del Arrianismo.
+ En Seben de la Recia segunda, san Ingenuíno, Obispor, cuya vida fue ilustre en milagros. Su sagrado cuerpo fue más tarde trasladado a Brixen, donde se guarda honoríficamente
+ En Brixen, san Albuíno, Obispo, el cual trasladóla Cátedra Episcopal de Seben a dicha ciudad, donde, esclarecido en milagros, pasó al Señor.
+ Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTA ÁGATA,
Virgen y Mártir
¡Qué hermoso espectáculo para Jesús, ver a Ágata despreciar los halagos y amenazas del pretor, a fin de conservar su castidad y su fe! Se le quema el pecho, pero San Pedro se le aparece en la prisión y la sana. Se la desnuda y se la arrastra sobre trozos de vasijas rotas y brasas encendidas, y he aquí que un temblor derriba varios edificios y aplasta bajo sus escombros a dos miembros de la familia del tirano. Asustado el gobernador de las murmuraciones del pueblo, la hace conducir de nuevo a la prisión, en la cual expira, después de una breve oración, hacia el año 251.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SANTA ÁGATA
I. Santa Ágata resistió al mundo. Ni todos sus honores pudieron seducirla. Sabía que los bienes de la tierra nada son comparados con los celestiales. ¡Oh mundo, qué mala reputación es la tuya! Los santos te abandonan y te desprecian; hasta tus partidarios se quejan de ti y dicen que sólo tienes bienes aparentes y males reales en exceso. Tú, que lees o escuchas, estás convencido de esta verdad, y sin embargo amas al mundo. El mundo es malo y lo amas; ¿qué no harías si fuese bueno? (San Agustín).
II. La santa ha resistido a los hombres. Sus amenazas como sus halagos han fracasado ante su constancia. ¡Cuán difícil es resistir a estos dos enemigos, uno de los cuales ataca desembozadamente, y el otro con astucia, sobre todo teniendo un cuerpo que se rebela contra el alma y que se inclina siempre para el lado de los placeres! ¿Qué hubieras hecho tú en el lugar de Ágata, tú que ofendes a Dios a menudo antes que privarte de la menor satisfacción?
III. Ágata, por su pureza, fue émula de los Ángeles; o más bien, con San Ambrosio, digamos que la victoria de las vírgenes es más gloriosa que la de los Ángeles, pues éstos, no teniendo cuerpo, ninguna dificultad tienen en ser castos. Para conservar el tesoro de la pureza, es menester, como los Ángeles, pensar siempre en Dios, obedecer incesantemente sus órdenes, desasirse en cuanto sea posible de los placeres del cuerpo, y tener amor sólo para el cielo y para Dios. El hombre casto y el Ángel difieren no por la virtud, sino por la felicidad. La castidad de éste es más feliz, la de aquél más valiente (San Ambrosio).
La castidad.
Orad por las vírgenes.
ORACIÓN
Oh Dios, que entre otros milagros de vuestro poder, habéis hecho obtener la victoria del martirio al sexo más débil, haced por vuestra bondad que, celebrando la nueva vida que ha recibido en el cielo la bienaventurada Ágata, vuestra virgen mártir, saquemos provecho de sus ejemplos para marchar por el camino que conduce a Vos. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I; Patron Saints Index.
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